En 2007 el Real Murcia jugaba en Primera División, José Luis Rodríguez Zapatero era el inquilino de la Moncloa, Steve Jobs lanzaba el primer iPhone, Facebook en español llegaba a nuestras vidas para quedarse y los fans de la saga Harry Potter conocían el final de la historia. En ese año, concretamente un 28 de octubre, el Recreativo de Huelva se marchaba de Nueva Condomina con 0 puntos en el casillero. Un gol de Regueiro permitía a los granas, entrenados por Lucas Alcaraz, sumar su tercer triunfo en la máxima categoría y colocarse, con 12 puntos, en el puesto 11, a seis de la zona de descenso. Once años después, los aficionados murcianistas no han conseguido ver una nueva victoria frente a los onubenses.

Ni en Segunda ni en Segunda B. Cada visita de los blanquiazules acaba con un marcador adverso a los de casa. Y ayer, como no podía ser de otra forma, la historia volvió a repetirse. De nada sirvió que el Real Murcia llegase al minuto 40 ofreciendo su mejor cara; para nada valió que Jesús Alfaro y Dani Aquino hubiesen puesto el 2-0 en el marcador; menos significó que el Recreativo, quitando los instantes iniciales, se presentase como un equipo gris, demasiado preocupado en seguir las instrucciones de su entrenador -José María Salmerón- que de dar un poco de vistosidad a la cita; porque al final de los 90 minutos, el electrónico de Nueva Condomina reflejaba un 2-2 que alargaba a cuatro partidos la racha sin ganar para los de Herrero.

La maldición llega ya a tal punto, que ayer no fue el Recreativo el que ganó un punto, sino que fue el Real Murcia el que perdió dos, y todo debido a dos errores que dieron alas a un rival que quitando unos instantes, nunca fue capaz de llevar la iniciativa, reforzando la fama que acompaña a un entrenador que hasta hace unos meses firmaba con su sello en Nueva Condomina.

Después de once años sin ganar al Recreativo de Huelva, todo parecía indicar que la mala racha acabaría en 2018. Jesús Alfaro, con un fuerte disparo cruzado, y Dani Aquino, con un cabezazo que dejó desnuda a la defensa onubense, permitían al Real Murcia hacer los deberes sin esperar al último instante. Como los buenos estudiantes, en el minuto 40 los granas ya tenían más que encarrilado el encuentro. Y no era gracias a dos acciones aisladas, sino a la insistencia de los de Herrero por mirar el área contraria.

Liderados por Héber Pena, que completó su mejor partido, aunque en muchas jugadas pecó de individualismo, y aprovechando que el Recreativo no quería para nada el balón, los murcianistas, con Miñano en el once y Armando condenado al banquillo, fueron creciendo y dejando detalles, empezando por el centro del campo, donde Corredera distribuía con comodidad.

La banda izquierda, desde donde nacieron los dos goles murcianos, era como una autopista en la que Forniés y Héber Pena no necesitaban parar para pagar el peaje. Por ahí, el lateral puso un centro a la frontal del área para que Jesús Alfaro volviese a demostrar, con su gran pegada, que no le teme a las distancias. Doce minutos después, Pena, uno de los jugadores más cuestionados en las jornadas anteriores, metió el dedo en la yaga para desangrar al Recreativo. Su centro era cabeceado tímidamente por un Aquino que se aprovechaba de la pasividad defensiva de los de Salmerón.

Quedaban cinco minutos para el descanso y el Real Murcia de Herrero no solo tenía el trabajo hecho sino que, además, se había quitado de encima una maldición que ya se alargaba demasiado tiempo. La seguridad defensiva de los murcianistas en este inicio liguero reforzaba todavía más esa idea. Pero nada más lejos de la realidad. Solo un minuto después del tanto de Aquino, todos los fantasmas del pasado volvían a presentarse con sus mejores galas en Nueva Condomina. Para no ser menos que los visitantes, la zaga grana bajaba un punto en la intensidad, y Caballé aprovechaba para servir a un Caye Quintana cuyo gol fue como una descarga eléctrica para los de Salmerón.

Si el tanto visitante fue un jarro de agua fría en el bando grana, el paso por vestuarios agravó aún más la situación. Tras el descanso, los murcianistas ya no fueron los mismos, sobre todo porque Mackay se encargó de hundir la poca pasión con la que los de Herrero habían regresado al terreno de juego.

Todo se inició con una cesión innecesaria de Charlie Dean. El balón atrás del central, iba tan manso hacia Mackay, que el meta gallego se confió en el control. Al ir a pisar el esférico, la pelota se le escurrió bajo la bota colándose en la portería para desesperación del público de Nueva Condomina y alegría de los onubenses que no se creían lo que estaban viendo. Fue la pifia del encuentro y posiblemente de la temporada, el error que marcó el partido y que dejó tocado a un guardameta que en la primera parte había tenido una gran intervención a disparo del exgrana Llorente.

Quedaba media hora por delante, y fue a partir de ahí cuando se vio la veteranía de Salmerón, que consiguió que los suyos llevasen el partido a donde realmente le interesaba al Recreativo. No fue capaz el Real Murcia de tener tranquilidad y apostar por el dominio y la posesión; tampoco fue Herrero capaz de decantar la partida hacia su lado con los cambios. La crónica ya estaba escrita. Ni Víctor Curto, que volvía después de su larga lesión y estrellaba un balón en el palo, pudo cambiar la historia de los Real Murcia-Recreativo. El empate ya no se movería del marcador, dejando en Nueva Condomina sensaciones contradictorias, las mismas que ya se alargan tres jornadas.