Ahora que están de moda, ya están los resultadistas enhebrando sus másteres de bolsillo. Cuentos y cuentistas que emulan a Groucho con sus principios mentirosos. ¿Qué el marcador no es satisfactorio? Leña al mono. ¿Una victoria por los pelos? Laudatoria épica. ¿Un triunfo holgado? Volteo de campanas, botafumeiro y pirotecnia. ¿El juego? ¡Qué más da, si lo que importan son los puntos! Es la ciencia futbolera de los del marcador por argumento.

El Barça ganó en el nuevo Anoeta, pero pudo perder. El azar y la calidad de sus jugadores, desde Ter Stegen a Dembelé, que no su juego -¿qué hará Vidal entre ellos?-, hicieron fructificar los tres puntos. Justo lo que les faltó a Rulli, Theo y Juanmi de la Real Sociedad para conseguir una victoria clara. Ahora que vienen las cuestas arriba, Valverde debería volver de San Sebastián más que preocupadillo, no sea que Europa lo resitúe de nuevo. Su mayor satisfacción serán los tres puntos sin el liguero milagroso Messi, antes de ayer sonámbulo.

El Madrid también se dejó dos puntos por detalles y por desperdiciar media parte en el espectacular San Mamés, al margen del buen partido de los bilbaínos. Lopetegui no acertó en el planteamiento inicial ni en los cambios. Ceballos, por ejemplo, fue el único que no traicionó los principios y apretó en todo el campo presionando arriba durante el primer tiempo y, sin embargo, lo cambió en el descanso por Casemiro, que debió salir desde el principio -¡ que no, que Kroos no es medio centro, joerrrr!-. Quien no debió salir antes ni después fue Modric, que vaga desubicado y sin chispa. Que no jugaron bien frente a los de Berizzo es tan cierto como que pudieron llevarse los tres puntos de sonreírles la fortuna. Y lo certifican dos jugadas espectaculares: el pase en profundidad de sesenta metros de Ramos a Asensio, quien solo ante el afortunadísimo Simón remató en velocidad al muñeco, con el meta ya vuelto, y el jugadón del balear desde su campo, en diagonal larga primero y hacia la puerta contraria después, dejando atrás a todos con amagos y rapidez de genio para preferir pasar la pelota al ayer desafortunado Benzema, quien más espectador asombrado que goleador devolvió el balón en corto en lugar de buscar la portería. O el remate a bocajarro de rebote de Ramos. Lo que no es azaroso fue lo de Asensio en el minuto 89, que define su realidad y enormes posibilidades como delantero más en forma del fútbol español. En todo caso, como no espabilen en juego y goles, en octubre llegarán las madres mías con Cristiano en añoranza.

Y al Atlético de Simeone ya le llueve sobre mojado, como al Valencia de Marcelino. Los colchoneros salvaron un punto con más suerte que juego ante el Éibar, que también por detalles no se llevó los tres puntos del Wanda: dos palos y un gol en contra sobre el pitido final lo impidieron. Y a los valencianistas les dio tal repaso el excelente Betis de Setién que aún andarán buscando cómo parar a un equipo que te triangula con superioridad insultante en tu propio estadio durante casi todo el partido. Si afrontan así la Champions también harán las maletas pronto.

Lo del Atlético es una de las paradojas del fútbol. Lo que podía ser su año de gloria lleva camino de temporada horrible tras empezarla goleando a su rival capitalino en toda una final europea. Y como los caminos paralelos también abundan en el fútbol, tal vez deban centrarse en esta Champions que acabará en su flamante estadio, emulando al reciente Madrid de Zidane, porque la Liga ya se les ha puesto cuesta arriba nada más empezar y con pocos argumentos para la esperanza. Ni juego ni goles ni portería blindada ni chicha ni limoná.

Lo único cierto en fútbol son los goles, normalmente con buen juego previo. Lo demás son resultados ocasionales, azar y cuentos. Así que calma e inteligencia para aprender de los errores.

Por Murcia también lloran.

El Real Murcia jugó razonablemente bien, al menos con ratos muy lucidos por las bandas, y sin embargo empató ante el Recre del rácano y suertudo Salmerón. Y el Cartagena acumuló méritos para ganar al UCAM, que reafirmó los goles como la esencia del fútbol. Con suerte, dicen, pero efectivos arriba y aplicados en defensa; el abecé de este juego.

Ni andando ni sin suerte se hace camino futbolero. Tomen nota unos y otros.