El disgusto de la eliminación copera ha empezado a disiparse dentro y fuera del FC Cartagena, una vez que han transcurrido unas cuantas horas desde que el Logroñés se llevase el pase a la tercera ronda del mismo.

Quedar apeado casi a las primeras de cambio puede suponer, dependiendo del punto de vista con el que se mire, un traspié en los intereses del club o un alivio si pensamos en la necesidad de muchas horas de trabajo semanal de un equipo repleto de caras nuevas.

La entidad albinegra conseguía la pasada campaña recaudar cerca de 250.000 euros entre el dinero que daba la RFEF por llegar hasta la cuarta ronda, los derechos de televisión y la recaudación en taquilla del choque ante el Sevilla. Eso, en un presupuesto que rondó los 1,2 millones de euros supone un pellizco muy importante. Es un salvavidas para los intereses de una entidad que en Segunda B no está muy acostumbrada a recibir dinero que no sea el propio generado por la venta de publicidad o de entradas en cada partido.

Por contra, aquel conjunto que llegó hasta la cuarta ronda y que entre medias se tuvo que enfrentar al UCAM, Mirandés y Talavera, sufrió una crisis de juego y resultados entre las jornadas cuarta y octava, que le hicieron descender hasta la décima posición en la tabla clasificatoria. El bloque albinegro empató dos partidos y perdió otros dos en ese periodo, el peor momento de la temporada que se resolvió a partir de mediados del mes de octubre.

El propio Alberto Monteagudo, en ese momento entrenador del equipo cartagenerista, reconocía más tarde que jugar entre semana, con la exigencia de cada partido y de algún que otro viaje, había supuesto para los futbolistas un esfuerzo extra, del que no están acostumbrados y que acabaron pagando en una minicrisis que duró un mes.

El bloque de Gustavo Munúa llega a este momento, salvado ya el partido copero, precisamente sumido en unas circunstancias nada propicias. Una derrota y dos empates en liga le han mandado a la decimoséptima posición.

Al preparador, aunque aún cueste reconocerlo, el hecho de que el equipo ya pueda olvidar la Copa del Rey, le supone un auténtico alivio para centrar todo su esfuerzo en enderezar el rumbo de la competición liguera. El equipo necesita la confianza de las victorias, pero sobre todo mucho trabajo en los entrenamientos para limar los errores defensivos, que tanto daño han hecho, y afilar la puntería que anda embotada.