Máximo Martínez Quiles apenas supera los diez años de edad, pero se ha convertido en una de las promesas del moticiclismo español y ha demostrado una capacidad tremenda en los circuitos desde que se subió por primera vez a una moto, con cuatro años. Talento innato heredado de su padre, Máximo es hijo de José David Martínez, motorista murciano que en los años noventa participó en varios campeonatos nacionales. «La afición a las motos ha estado en casa siempre, por lo que todo ha seguido una evolución natural», explica el padre, quien, a los pocos meses de que Máximo se subiera a una moto, decidió apuntarle a la escuela de Chicho Lorenzo, padre de Jorge Lorenzo.

Nacido en Murcia en el año 2008 y sobrado de desparpajo, humildad y madurez, Máximo ha ido asombrando a todos con su facilidad para este deporte hasta que, en 2016, tuvo que poner los pies en tierra tras una caída que le provocó una rotura de clavícula, ocasionando un abandono prematuro de las pistas esa temporada. Nada de esto fue problema: Máximo se volvió a subir a una moto en 2017 para ganar el Campeonato de España de minimotos, el trofeo valenciano de Motodes y el Campeonato Murciano.

Así, llegamos a 2018. Es fácil enumerar títulos hasta alcanzar la actualidad cuando se habla de un deportista tan joven, pero, pese a que solo ha transcurrido poco más de la mitad del año, vamos a hacer una parada aquí. Máximo Martínez, fichado por la escudería malagueña J. Pino a principio del presente ejercicio, ha ido coleccionando podios a lo largo del año allá donde ha ido a competir por el Campeonato de España, trofeo que se disputa en varias ciudades del territorio español y que tendrá su cuarta y última prueba en Valencia.

Sin embargo, el mayor éxito del joven piloto llegó el pasado 5 de agosto con la consecución del Campeonato de Europa de GP160, evento reconocido por la Federación Internacional de Motociclismo (FIM). Celebrado en la comarca italiana de Franciacorta, el certamen motociclista enfrentó en tres carreras a los mejores pilotos de la edad de un Máximo Martínez que salió victorioso en las tres pruebas. Pese a esto, el niño murciano deja claro que «este campeonato no es suficiente; el objetivo es ser campeón del mundo».

«A estas edades el nivel de profesionalidad no es alto. Entrenamos los fines de semana al 100%, aparte de algún día entre semana», declara el padre, quien tiene clara la dificultad del camino que viene por delante, siendo esta una parcela deportiva donde solo los mejores llegan a ser apoyados por marcas que les mantienen en campeonatos importantes.

«Ahora mismo podemos soportar las inscripciones contando con la ayuda de varios patrocinadores, pero conforme avanzas categorías el dinero que hay que poner encima de la mesa es mucho mayor», explica José David Martínez, quien puntualiza que «una inscripción de un chaval de doce años puede costar hasta 80.000 euros y, teniendo en cuenta que con catorce puedes competir en campeonatos mundiales júnior, ahí tendrías que pagar, como mínimo, 180.000 euros». Y sentencia: «O eres bueno y te esponsorizan, o eres multimillonario».

¿Y ahora, qué?

«Te voy a contar el plan que tengo para mi vida: me gustaría ser motorista, después arquitecto y diseñador, y cuando sea mayor me tomaré un descanso para jubilarme en una granja». Así de claro lo tiene Máximo. Ni parpadea a la hora de enumerarlo.

Ahora, si nos vamos al futuro más inmediato, tras finalizar la actual temporada que concluye en Valencia, el tándem formado por Máximo y su padre tendrá que decidir el futuro del joven piloto, quien se debate entre seguir compitiendo en la categoría de GP110, pasar a medirse en GP160 o ir alternando ambas competiciones.

Finalmente, y pese a todos los campeonatos que ha disputado y la presión que se presupone en un chaval que apenas tiene diez años, alegra oírle decir que «el motociclismo se inventó para disfrutar, no para pasarlo mal». No sabemos si esas palabras son inocentes o maduras, pero ojalá siga con esa filosofía.