¿Cómo llegó al deporte?

A través de mi padre, que era monitor de tenis y justo debajo de casa teníamos el Club de Tenis Cartagena. Empecé a jugar con tres años y hasta los diez estuve entrenando con la Federación Murciana. Pero en ese momento, por un cambio de domicilio, cambié el tenis por la bicicleta, por el trialbici.

¿Se le dio bien la bicicleta?

Me quedé un par de años seguidos sexto de España, pero a los 16 me dio otra vez por el tenis y de ahí ya pasé al pádel cuando tenía 18.

¿Por qué cambió de raqueta y pista?

Porque surgió el boom del pádel. Empecé a practicarlo con mis compañeros de tenis, nos gustó muchísmo y la verdad es que mi juego de tenis se adaptaba muy bien. Desde el principio se me dio bien y empecé a jugar torneos a nivel aficionado.

Pero mucha gente del tenis considera una traición pasarse al pádel.

Sí, el primero mi padre, pero bueno, los jugadores de pádel no somos tenistas fracasados, somos distintos. Para mí es un deporte diferente y tengo muchos amigos extenistas que no se han conseguido adaptar porque son diferentes aunque sean de raqueta y pelota. Para mí no es una traición cambiar el tenis por el pádel.

Pero el tenis ya sí ve como un enemigo el pádel.

Por supuesto, porque a nivel de licencias lo ha triplicado y por eso el tenis ya le tiene un poco de recelo. Yo no soy partidario de mezclarlos porque un jugador de tenis de toda la vida prueba el pádel y al principio le cuesta por el juego con las paredes, que es bastante complejo, y como le resulta complicado, desiste enseguida.

¿El pádel ha dejado de ser un sucedáneo del tenis?

Por supuesto que sí. Antes es verdad que todos los que lo practicaban venían del tenis, y ahora el pádel ya tiene sus propias canteras que no están ligadas al tenis.

¿Cómo se gana la vida, vive del pádel?

Ahora mismo sí. Mi forma de vida es solo el pádel. Cuando empecé a jugar, a la vez que competía, también me metí a dar clases. Pero en 2016 salté a profesionales y abandoné las clases para dedicarme expresamente a competir. Entre patrocinadores y premios de los torneos, de momento estamos viviendo bien.

¿Se la ha jugado apostando todo al pádel?

No fue realmente así. Empecé por hobby, di un salto a nivel profesional también porque me gustaba y veía que podía compaginarlo, y cuando vi que los resultados eran buenos, empecé a planteármelo, pero no fue algo que llevara pensando, no fue de cero a cien. Ahora sí que me acuesto y me levanto pensando en el pádel.

¿Siendo el 23 del mundo da para vivir bien?

A día de hoy vivimos bastante bien, no nos podemos quejar, pero esto tiene un límite. Siempre intentamos mirarlo todo porque cuando se acabe el pádel, hay que buscarse la vida, ya sea como profesores o gestores de clubes. A día de hoy se vive bien, pero no somos como los futbolistas, que ganan dinero como para retirarse.

¿Diestro o zurdo?

Diestro, jugador de revés de la parte izquierda.

¿Y por qué es tan complicado avanzar en el ránking mundial del pádel?

Porque es un deporte donde se ha dado un boom de practicantes y eso ha conllevado que haya muchísimos jugadores. En el tenis, por ejemplo, hay muchos niños, pero cuando llegan al nivel absoluto les cuesta más competir porque hay menos torneos, pero en el pádel hay muchos campeonatos con dinero repartido. Esto hace que sea el nivel más alto y que en los últimos tres años haya crecido mucho.

¿Se está dando un cambio generacional?

Sí, ya este año se ha hecho realidad. Había muchísimos veteranos jugando y esta temporada se está viendo un cambio generacional, con una nueva hornada.

¿Qué hace falta para estar en el ´top 10´ mundial?

Este deporte premia mucho la experiencia. Se dan situaciones que te tienen que pasar muchas veces para poder mejorarlas e interviene mucho la madurez mental del jugador. En el ´top 10´ de parejas hay cinco menores de 25 años porque a día de hoy la experiencia en este deporte vale mucho. Hay jugadores que llevan muchos años de profesionales, sobre todo argentinos que tienen 34 o 35 años y llevan desde los 18 compitiendo.

Vamos, que a usted, con la edad que tiene, aún le queda mucho camino por recorrer.

Sí, mi pareja, que es José Rico y es el número uno de Valencia, y yo todavía somos novatillos. En mi caso solo llevo cinco o seis años jugando en el circuito profesional, pero hay argentinos de mi edad que están desde los 16. Esos son muchos años de ventaja.

¿Un buen tenista puede ser buen padelista?

No tiene por qué. Hay muchos profesionales del tenis que han intentado meterse en el pádel y no todos han podido, al final muchos lo han dejado. Todo esto también depende del tipo de jugador de tenis que hayas sido. En el pádel todos los puntos son de volea y se remata mucho, y muchos tenistas volean y rematan poco.

Entonces Rafa Nadal no sería un buen padelista.

Rafa sí sería buen jugador de pádel porque, aparte de que es el número uno en lo que se ponga, ha jugado muchos dobles y volea muy bien. Su tipo de juego no es de coger mucho la red, pero cuando sube sí que gana los puntos. Por tanto, sí que sería bueno.

¿Se marca metas?

No me gusta ponerme metas porque ni quiero limitarme ni decepcionarme. Sí que es verdad que no hemos visto que tengamos tope. Este inicio de temporada está siendo bestial, pero no nos vale lo que hemos hecho, ya estamos mirando al siguiente torneo para dar un paso más. No queremos limitarnos ni ponernos un objetivo muy alto que nos agobie si las cosas no vienen bien.

¿No cree que hay saturación de pistas y clubes?

El pádel pegó tan fuerte que todo el mundo pensaba que era un negocio. El que tenía un terreno o una nave, creía tener el negocio del siglo, pero no es así. Hubo un momento en el que se saturó de pistas, pero ahora se está normalizando.