La parroquia cartagenerista abandonó el escenario del partido entre lágrimas, tras una nueva oportunidad perdida de ascender a la categoría de plata. El sueño anduvo un poco más lejos que en Majadahonda, pero se escapó igualmente. De los 12.500 aficionados del Cartagena que acudieron al estadio, varios centenares esperaron a la conclusión del partido a que salieran los futbolistas de los vestuarios. Isaac Aketxe y Hugo Rodríguez se llevaron las principales ovaciones. Pero la controversia surgió cuando apareció Alberto Monteagudo. La afición se dividió entre los partidarios de que continúe una temporada más (tiene contrato hasta 2019) y los que exigen su dimisión. Unos coreaban su nombre y otros le pedían que se marchara.

Tras dos temporadas al frente del equipo, tras ser campeón de liga en su grupo y tras estar a menos de un minuto de subir a Segunda, la afición empieza a perder la paciencia. Lo cierto es que la continuidad de Alberto Monteagudo en el banquillo cartagenerista pende de un hilo, y el proyecto que gira en torno a él es toda una incógnita de cara a la próxima temporada.

El de Valdeganga nunca ha conseguido crear consenso alrededor de su figura, y parte de la grada le ha cuestionado a lo largo de estas dos temporadas y media, a pesar de que los resultados jugaban a su favor. Hasta ahora.

El partido se vivió con tensión desde la grada, con una hinchada que quería creer, pero a la que le costaba confiar en la remontada. El varapalo de Majadahonda aún escocía y el partido de ida dejó la sensación de que el Cartagena era un equipo muy vulnerable ante un Extremadura temible.

Aún así, miles de aficionados recibieron al equipo una hora y media antes del inicio del choque. En la 'fan zone' se respiraba ilusión, y el Cartagonova presentaba una vez más sus mejores galas. No estaba lleno, no hubo 14.000 gargantas animando a los cartageneristas, como pedía la directiva. Fueron 13.500 los asistentes al encuentro (casi un millar del Extremadura), pero apoyaron al equipo hasta el último minuto al grito de '¡Sí se puede!' o '¡Cartagena nunca se rinde!'. El himno se cantó más alto que en ningún otro partido esta temporada, pero no pudo ser. Los seguidores albinegros acabaron abatidos ante un nuevo golpe en la sien para el conjunto cartagenerista.

El final del partido fue muy tenso. Las expulsiones de Rubén Cruz y de Alejandro Chavero eran el signo de la impotencia de los futbolistas, que se volcaron al ataque buscando la heroica, buscando un milagro como el que llevó al Rayo Majadahonda a Segunda hace un mes y condenó a los de Alberto Monteagudo.

Después de la roja a Rubén Cruz, por una entrada salvaje, se armó una tángana considerable en las inmediaciones del área técnica. La policía intervino para calmar los ánimos y evitar males mayores. Con el pitido final, los jugadores del Cartagena se desplomaron sobre el césped y rompieron a llorar ante una nueva oportunidad perdida. La otra cara de la moneda eran los centenares de aficionados del Extremadura que habían viajado desde Almendralejo para ver a su equipo volver a Segunda.