¿Por qué decidió estudiar fisioterapia?

Empecé a estudiar Psicología, pero me aburría y la dejé. Entonces me salió la oportunidad de estudiar fisioterapia y la verdad es que siempre he intentado buscar algo para ayudar a la gente al margen de poder pagar la hipoteca, como todo el mundo.

¿Cómo llegó a la fisioterapia deportiva?

Fue muy curioso. Trabajaba en la hostelería para pagarme los estudios y al acabar Fisioterapia empecé en una clínica en La Manga además de coordinar la escuela de fútbol de Santa Ana con Pedro Cordero, Paco Sánchez e Isidoro. Un día apareció por la clínica Jorge Cordero, que tenía un problema y estaba en el Udinese, y después Rubén, un central del Madrid.

Y de ahí a fichar por el Ciudad de Murcia.

Al final de ese verano me llamaron Quique Pina y Juan Carlos Cordero porque había surgido un problema de varios jugadores con los fisioterapeutas que estaban en el club, y dos días después me vi debutando en Tenerife.

Por lo que veo le enganchó el deporte profesional.

Aunque a estas alturas de la temporada lo odio y me gustaría irme de aquí corriendo porque tengo muchas inquietudes, mi vida actualmente es 90% deporte y un 10% la familia. Es una droga que a veces odio y otras amo, pero es muy difícil desconectar de ganar, perder, frustraciones, alegrías, es un mundo increíble.

¿Cómo lleva las derrotas?

Como buen cartagenero, con sangre guerrera, minera y agricultora, me cabreo pero me gusta la lucha. He aprendido más de las derrotas que de las victorias.

Y cuando Popovic, Matt Thomas y Thompkins anotan una canasta en el último segundo, ¿qué piensa?

Mi primera reacción es querer matar a todo el mundo, pero después quiero abrazarlos a todos.

¿Es muy diferente el futbolista y el baloncestista?

Sí, es muy diferente. El futbolista normalmente es un poquillo más vivo, aunque hay de todo, y la causa es que a muy temprana edad se creen muy guapos y ganan mucho dinero, pero ahí participamos todos porque los idolatramos. Y el baloncestista suele ser más humilde y un poco más formado, aunque a la hora de la verdad todos somos humanos y tenemos nuestros egos y frustraciones. Pero me he encontrado personas maravillosas.

¿Los entrenadores son igual de difíciles?

Los entrenadores son figuras curiosas. Hay de todo, como en la vida, diferentes formatos de personalidades.

Ya sé que no me va a decir quién es la peor persona que se ha encontrado, pero la mejor seguro que sí.

La mejor es Vítor Faverani, con diferencia, seguro.

Pues esta temporada ha estado muy cuestionado.

Ya, pero cuando en este club no había para pagar las nóminas y él participaba para pagarlas, todos aplaudíamos y le dábamos palmadas en la espalda. Ahora que está jodido y no sabemos dónde va a ir, es cuando se ven los amigos de verdad.

Los fisioterapeutas son casi psicólogos.

Siempre digo que soy un artesano de las manos que come de la calle. Si no logro una serie de finalidades, no pago la hipoteca. Y sí, somos psicólogos, curas, de todo. Es difícil porque nos pagan los de arriba, nos duchamos con los de abajo y nos mandan los de la pista.

¿Cómo ha aprendido a sobrevivir en este mundo?

A mis alumnos les digo que he sido autodidacta, que he aprendido sobre la marcha. Aunque he tenido muchos maestros, he aprendido a golpe de cocotazos.

Pero es que ustedes saben hasta cuándo el deportista está mal con su mujer.

Ese es uno de los grandes problemas de hoy en día, como cuando hablábamos de Faverani. Se mide que valemos lo que producimos, y cuando dejamos de hacerlo, ya no valemos. Lo difícil es confiar en alguien cuando no es nadie y ahí se ven las personas con talento.

¿Cómo separa la vida en el club y de la exterior?

Es un gran manicomio, me ha costado quince años y todavía estoy en proceso. Yo soy muy rígido, serio, pero tengo que ser sensible porque aunque parezcan guerreros, sobre todo los pívots, son muy sensibles. Pero si los dejas, ¿de quién es la culpa cuando se lesionan?

Pero muchos dirán que les duele y no será así.

Nadie quiere no jugar bien o quitarse de en medio, pero las cabezas mandan. La gran mayoría, a partir de unos años de profesionales, no están bien, lo somatizan todo, igual que los que rodeamos el deporte, que somos un poco enfermos, sin diagnosticar ni medicar. Como estamos dentro parece que somos normales, pero cuando salimos, por la ansiedad y el estrés, no hacemos cosas normales.

Su pasión es leer y el mar. ¿Por qué?

Para mí el mar es una segunda madre. Cuando no estoy trabajando, lo único que sé hacer medio bien es bucear, pescar y el mar es el único sitio donde descanso, me relajo. Es lo único que me hace desconectar de la locura diaria.

¿Cómo fue su relación con Quique Pina?

Muy buena, excelente. De hecho, de la persona que más he aprendido de fútbol ha sido de Quique Pina, igual que me pasa con Alejandro Gómez en el baloncesto. Cada uno tiene su estilo, pero ambos son dos grandes inventores. Mira, yo muchas veces comparo a Güiza con Faverani, porque nadie los quería y han sacado de ellos lo mejor. Güiza era de un sitio de Jerez que parecía Lo Campano y tenía un don con los pies, y Faverani era de una favela y dormía en la calle cuando lo castigaba su padre.

¿Se ha puesto fecha de caducidad?

Hay dos fechas de caducidad. Una es vital y física, que mi mujer y mis hijos me están pidiendo a gritos, pero no sé si estoy preparado para ser un animal de acuario porque soy de mar abierto. Y después están las ambiciones profesionales, porque creo que estoy tocando techo. Si con equipos muy limitados económicamente nos hemos multiplicado por mil y hemos logrado lo máximo, creo que si no mejoran ciertas cosas, puede que esté llegando mi final aquí en la Región.

¿Este año ha sido más complicado?

Ha sido más duro por la intensidad. Nos bajábamos de un avión y estábamos haciendo pruebas. Hemos trabajado de lunes a lunes durante once meses. En julio cogí mis teóricas vacaciones y el día 10 ya tenía a Antelo y Faverani aquí. Duro era evitar el descenso en la última jornada.

¿La tecnología ha inundado la fisioterapia?

Los dedos y la experiencia y el saber cómo hacer las cosas es lo más importante. Tú puedes tener la última tecnología, pero como seas un animal de Master... Es un problema que tenemos hoy en día en esta sociedad, porque creemos que poner tener un título ya lo tenemos todo hecho, pero siempre pienso que las manos son irremplazables.

¿Utiliza la acupuntura?

Sí, lo utilizo todo. No soy especialista de nada pero lo manejo todo.

¿Nota que hoy en día todos recurrimos más a la fisioterapia?

Aunque a esta sociedad ha llegado tarde, sí que ha alcanzado ya lo que pasa desde hace mucho tiempo en los países nórdicos. Nosotros antes teníamos dentista y oculista, y al fisioterapeuta ibas cuando ya no tenías más remedio. Ahora hay más demanda y concienciación.

También puede ser porque esta sociedad es más débil.

No, en las generaciones anteriores el hambre y la necesidad agudizaba el ingenio, pero solo eran más fuertes por necesidad. Sí que es verdad que las comodidades nos han hecho más débiles, pero antes era diferente.