En las entrañas de las historias del 'Súper Depor' siempre aparece Augusto César Lendoiro como uno de los protagonistas. El expresidente del Deportivo de la Coruña se caracterizó durante su mandato, entre otras facetas, por sus artes a la hora de negociar los fichajes. Siempre se sentaba de noche en la mesa junto con la otra parte interesada y el proceso comenzaba después de una cena en la que el postre llegaba con la firma de los contratos. No paraba hasta conseguir el acuerdo que él esperaba y así lo ha desveladodurante estos años en diversas entrevistas en los medios de comunicación. Un 'modus operandi' que, quizá, intentó implantar Deseado Flores en el Real Murcia cuando por primera vez tomó las riendas de la parcela deportiva de un club en enero de 2017.

Sin embargo, las negociaciones en el club grana seguro que se dilataban mucho menos en el tiempo. Y es que el albaceteño, durante el año en la Nueva Condomina, ha dejado claro en varias ocasiones que es más partidario de las prisas que de la perseverancia. «No somos de esperar gangas, sabemos qué jugadores queremos», decía Deseado Flores hace exactamente un año cuando el club murciano presentaba su campaña de abonos. Y ese método, el no esperar a las «gangas», provocó que Raúl Moro, expresidente del Murcia, se quedara sin liquidez un mes y medio después de que arracanse la temporada.

Fue a partir de octubre cuando comenzaron los impagos a la plantilla y a los trabajadores de la entidad murciana después de que el Real Murcia alcanzase los dieciseisavos de final de la Copa del Rey ante el FC Barcelona. «Una buena taquilla en Copa te asegura hacer potentes refuerzos en enero», decía también el albaceteño en Radio Marca Murcia cuando todavía faltaban tres meses para llegar a enero y el equipo estaba más cerca de los puestos de descenso a Tercera que del play off de ascenso bajo el mando de Manolo Sanlúcar, quien fue despedido días más tarde.

Cinco entrenadores -Paco García, Vicente Mir, Manolo Sanlúcar, Víctor Basadre y José María Salmerón- y veintinueve fichajes es la herencia que deja el paso de Deseado Flores por la parcela deportiva del conjunto murciano en tan solo un año natural. En enero de 2017 llegó al Murcia de la mano de Raúl Moro y 11 caras nuevas para la plantilla a las que se añadieron el cese de Paco García como técnico y la posterior llegada de Vicente Mir. La eliminación en el play off de ascenso a Segunda ante el Valencia Mestalla no hizo otra cosa que acelerar el periodo preferido para el responsable de la parcela deportiva. Con algunos movimientos incomprensibles, como renovar a un jugador y rescindir su contrato días más tarde, o prescindir de futbolistas que habían funcionado durante el año, el Murcia inició un verano en el que incorporó 18 caras nuevas a su nómina. Todo ello, sin tener prácticamente en cuenta los problemas institucionales que arrastra la entidad y las deudas con Hacienda y Seguridad Social.

El poso que ha dejado Deseado Flores ha sido una media de un fichaje cada doce días, o lo que es lo mismo, dos futbolistas nuevos por mes. Y, sobre todo, contratos que el club grana no puede afrontar en una categoría tan deficitaria como la Segunda B. El albaceteño no tuvo problemas en acudir al mercado de fichajes a pecho descubierto, ofreciendo cantidades propias del fútbol profesional y firmando suculentos premios por objetivos a priori muy asequibles de lograr como números de partidos, goles o posición del equipo en Liga y Copa. Lo que elevaba el presupuesto hasta rozar las seis cifras prácticamente por jugador.

Además, Deseado Flores no dejó a un lado su paso por el FC Cartagena. El expresidente del club albinegro, quiso demostrar en la Nueva Condomina todo lo que no pudo hacer en el Cartagonova y la mejor forma de resumir este hecho se centra en la contratación de Fernando Llorente, en una presentación sin precedentes al convocar a los medios sin desvelar el nombre del jugador, y el fichaje de Biel Ribas, al que convenció con una oferta muy superior cuando el portero tenía el acuerdo prácticamente cerrado con el Cartagena. No obstante, lo que más agitó a los aficionados fue la manera de anunciar al guardameta con una foto en Twitter que desató las críticas por parte de aficionados de cada bando.

El resultado de ese verano fue una plantilla descompesada y realizada a base de improvisación sin tener en cuenta las directrices a seguir en la Segunda División B en la que tan solo se cuentan con 16 fichas sénior y seis sub-23, donde quizá solo Juanra tuvo algo de protagonismo durante el curso. Esto provocó que los canteranos Isi Palazón y Simón Ballester tuvieran que abandonar el club semanas después de renovar sus contratos. El ciezano prolongó su compromiso tras sufrir una lesión y más tarde se marchó a la Ponferradina con la carta de libertad, mientras que la llegada de Biel Ribas mandó a Simón al Lorca Deportiva como cedido tras firmar por tres años. Una gestión que, sumada a las elevadas fichas de los jugadores y los problemas económicos desde que Raúl Moro y su grupo se marcharon en la Junta del pasado abril, el Murcia tendrá que sortear antes de encarar un nuevo asalto hacia el fútbol profesional.