Detrás de cualquier deportista hay una vida llena de sacrificios, de una adolescencia y juventud atípica. Es el caso de Eva Navarro García, de 17 años, nacida el 27 enero de 2001 en el seno de una familia trabajadora de Yecla. Segunda de tres hermanos, comenzó a jugar al fútbol por culpa de Álvaro, quien con 21 años en el multiusos del filial del Yeclano Deportivo, con el que ya debutó la pasada campaña en Tercera División.

«Antes vivíamos en el campo y siempre estábamos los dos jugando al fútbol en un patio pequeño que teníamos», recuerda el mayor de una saga que completa Carlos, de solo 4 años, que se ha recorrido ya media España siguiendo los partidos de su hermana, esa chica que encandiló al mundo con dos goles en la final del Europeo sub-17 que ganó España a Alemania. Después de conquistar el bronce en el pasado Mundial y de ser la máxima goleadora del torneo, esta murciana a la que ya se rifa medio fútbol español, comenzó con apenas cuatro años a tocar el balón en el patio de casa hasta que la llamaron para jugar el Torneo Albatros con el equipo femenino del colegio Alfonso X El Sabio, que no era el suyo, ya que en el Colegio Público La Paz, donde estudiaba, no había fútbol para chicas.

«Le empezó a gustar el fútbol y mi padre la apuntó al torneo de empresas. Allí estuvo jugando con el Joype y al principio lo hacía con chicas que eran un año mayor que ella», recuerda Álvaro, quien ayer no salía de su asombro de ver la repercusión que habían tenido los goles, sobre todo el segundo, que logró su hermana.

A Eva se le quedó 'pequeña' Yecla. Después de pasar por el Hispania de fútbol sala y de saltar al fútbol once con el Albatros, dio un paso más y se marchó a Pinoso, donde estuvo tres temporadas, en las que también se convirtió en indiscutible con la selección murciana. El Sporting Plaza de Argel de Alicante la reclutó cuando solo tenía 13 años. Desde sus categorías inferiores escaló hasta el primer equipo, que milita en Segunda División, gracias al sacrificio realizado tanto por ella como por su padre, trabajador en una fábrica de Yecla que tres días a la semana, cuando acaba su jornada laboral a las siete, coge el coche, sube a Eva, que siempre va con sus libros en las manos -estudia en el IES Azorín- y ambos se van hasta Alicante para entrenar: «Las palizas que se meten los dos son tremendas. Llegan a las tantas de la noche a casa», dice Álvaro, un defensa reconvertido esta temporada por Bili, su entrenador en el filial del Yeclano, a delantero, como su hermana. «En realidad esta temporada el técnico me está poniendo en cualquier posición, solo me falta jugar de portero», dice un jugador rápido y habilidoso, que lleva ya anotados 15 goles. «El fin de semana pasado se cortó mi racha goleadora en un partido donde empecé de mediocentro, en la segunda parte salí de delantero, pero a los diez minutos me pusieron de extremo y acabé jugando otra vez de mediocentro. Estoy acostumbrado y me gusta. Y como me dijo una vez un amigo, para el fútbol más vale jugar de todo solo valer en un sitio, ya que así tengo más oportunidades», dice.

Hasta que Álvaro y Eva comenzaron a jugar al fútbol, en su casa no se hablaba de deporte. Ni Cayetano ni Eva, los padres, eran aficionados. El abuelo Juan tampoco veía nunca partidos. Pero todo cambió. «A mi abuelo no le gustaba el fútbol y ahora le apasiona, no se pierde un partido», dice el mayor de la saga.

Eva comenzará a volar la próxima temporada. En su club alicantino, con el que solo ha podido disputar esta temporada 14 partidos -ha marcado 9 goles- por culpa de una lesión y de los compromisos con la selección española, saben que no podrán retenerla. A su puerta, antes de todo el revuelo que ha levantado con su actuación en el Europeo, ya habían llamado los grandes del fútbol español. La puja está en marcha.