Como en los toros, la calidad, el riesgo, la estética y hasta las emociones se funden en la memoria de los triunfos. Y estos llegan con la suerte suprema, que en los ruedos litúrgicos de sangre noble es manejar bien la espada y en los campos de sudor y clase marcar más goles que el contrario. Después vienen los trofeos y los recuerdos, aunque a veces atesoremos alguno huérfano de laureles.

Los atléticos conservarán siempre las tres finales de Champions perdidas en el último instante, pero con Simeone tienen ya más alforjas rebosantes que vacías. Emocione más o menos su juego, el Atlético del argentino es garantía de competitividad y tiene en Griezmann al artista que tumba rivales sin puntilla. Con la tercera Europa League, Simeone es el técnico más laureado de su historia y corona el parnaso colchonero con el mítico Luis, de quien heredó el gusto por la seguridad, la garra y la velocidad como mordientes de su juego.

Comentábamos que España y Madrid reivindicarán el reino y la capital del fútbol europeo. El Real está a pocos días de optar con posibilidades a su decimotercera Champions, que no treceava -gracias, Maestro Marcial-. Máxime cuando el problema de Zidane es que dispone de toda su plantilla; bendito dolor. Si salen cohetes y usan la de verdad no hay Liverpool, Klopp ni Salah que valgan. Otra cosa será si juegan andando, lidiando desapegaos en plan chuflas, y en lugar de estoque tiran de petardo.

Por su parte, Barcelona es desde hace una década el crisol del envidiado fútbol español. El octavo doblete culé, y cuarto en esos años más dos tripletes, con Valverde, Iniesta y Messi batiendo records, es tan complicado de conseguir como meritorio. Los atléticos recuerdan uno y los merengues cuatro. A cada cual lo suyo, Ramón - amigo culé y cartagenerista-, y a Iniesta la gloria. Quizás el calificativo de irrepetible sea el más apropiado para el enorme futbolista manchego. Como reiteramos aquí y decía el elegante Butragueño en su homenaje, el Iniesta deportista supera al deslumbrante futbolero; un ejemplo mundial.

Y en la Región andamos montando la espada para salir de la negra faena de Segunda B. Sin embargo, el sábado asistimos en el Cartagonova a un partido vibrante con episodios de buen juego y a una desacostumbrada apuesta, por vistosa y valiente, del técnico visitante Iriondo, que con un uno a uno en el marcador salió en la segunda mitad con un medio menos y un delantero más para jugar con tres puntas. El Rayo Majadahonda, máximo goleador de la categoría con sesenta dianas, lució mejor tono físico y fútbol, saliendo siempre jugando desde atrás, aunque el Cartagena le superó por la eficacia de Cruz y Aketxe y por la diosa fortuna. Los madrileños tienen dos buenos extremos: De Frutos y Coto, un organizador excelente, Carlitos, y un medio centro de garantía, Óscar, que en la segunda mitad enhebraron varias triangulaciones de una calidad inusual en este pozo de segunda. Un gol anulado por fuera de juego dudoso, en la mejor jugada del partido, y dos paradones de Pau Torres evitaron su triunfo. Los de Monteagudo lo tendrán crudo en la vuelta si salen a conservar. Preveo una eliminatoria incierta, y hasta tenebrosa para el Cartagena, salvo que les acompañen las fuerzas y destilen en el Cerro del Espino la clase que atesoran Hugo, Ramírez, Álvaro, Gaspar y Chavero, sobre todo, para tener opciones de culminar la faena.

Y el Murcia, pues€, Salmerón en estado puro. Los aficionados granas vienen soportando, con suerte, una estafa de medio tiempo; lo que desprecia el soporífero técnico almeriense, porque en la mayoría de los casos no ven nada interesante hasta que los contrarios marcan o sigue todo a cero, mediada la segunda mitad. Entonces, el ex del UCAM cambia a uno de los tres medios defensivos para sacar un delantero o un interior ofensivo. Y de ahí no lo saca nadie, amigos. Eso fue el partido frente a los de Pacheta. El Elche vino a jugar con más ambición que los granas, pero tuvo que imaginar poco porque el Murcia, fiel al reservón entrenador -de equipos pequeños- le regaló la iniciativa. Y así, aseados, encontraron un gol de rebote aunque pudieron hacer alguno más. Igual que los granas olieron el suyo en los arreones finales; el arrimón de los toreros mediocres. Ni faena ni estoque ni nada.

A la vuelta, en Elche, lo volverán a vender tinto. ¡Suerte!