¿Cuáles son sus orígenes deportivos?

Empecé en los Maristas de Cartagena haciendo todo tipo de deporte con Felipe Faura, pero al final, como mis hermanos habían sido porteros de balonmano, decía que yo también tenía que serlo. Después, al ser hijo de marino, en el Club también jugué al tenis e hice atletismo en Elcano.

Pero se decantó por el atletismo. ¿Por qué?

Porque destacaba más que en el balonmano. Coincidí con una generación de atletas muy buenos, como Antonio Peñalver. Participé del 85 al 87 en los Campeonatos de España y en uno fui quinto. Me recomendaron que me fuera a Madrid o Barcelona a estudiar, y como tenía una hermana en la Ciudad Condal, me marché allí.

¿Se le dio bien desde los inicios?

Sí, estuve entrenando con el técnico de Javi García Chico hasta que un año y medio después mi tendón rotuliano dijo hasta aquí hemos llegado. Me tuve que operar y ya no pude volver a ser el que era antes.

¿Y por qué volvió al balonmano?

Cuando me recuperé de la operación para hacer una vida normal, unos amigos de Barcelona que jugaban al balonmano me dijeron que no tenían portero para su equipo. Eso fue en 1991 y poco a poco fuimos progresando hasta llegar a Primera Catalana. Pero un día me vio el seleccionador de la universidad, me fichó y ahí me vieron los técnicos del Sant Esteve Sesrovires, con el que estuve en Primera Nacional. Con la universidad llegué a ganar tres Campeonatos de España junto a Toni Geronas, que ahora es seleccionador de Túnez, o Xabi Sabaté, que lo fue de Hungría.

¿Cuándo lo dejó en esa etapa?

Cuando acabé la carrera me vine a Cartagena a hacer la mili como deportista de élite y estuve un año jugando en el Cebé. Pero en 1997 encontré trabajo en Barcelona y volví al equipo en el que estaba hasta que en 2001 lo dejé ya por temas de familia y trabajo. Me tiré siete años sin jugar y un día, tras quedarme sin trabajo, me llamaron del club diciendo que iban a hacer un partido homenaje a dos compañeros que se retiraban. Después de aquel encuentro, cuando ya tenía 39 años, me llamó el entrenador del equipo para que volviera y estuve una temporada entera en Primera.

¿Cómo acabó en Valencia?

Por circunstancias de la vida. Me separé, me volví a Cartagena y me salió la oportunidad de trabajar en Valencia. Tuve tan buena suerte que caí en un pueblo donde hay Maristas y balonmano. Hice un comentario a la chica que me alquiló el piso de que había estado unos años atrás en Algemesí jugando al balonmano, y ella empezó a hablarme de que había un equipo de veteranos y me presentó gente.

¿Pero entonces empezó a jugar con los veteranos?

Sí, yo estaba con los veteranos, pero un día me vio Salva Esquer (medalla olímpica en Atlanta ´96) y me invitó a que fuera a entrenar con el primer equipo. Pensaba qué hacía yo allí, que me iban a romper, pero el pasado verano se encontraron con que los dos porteros no podían ir a entrenar todos los días por los turnos de trabajo, y el entrenador me llamó para que les echara una mano en los entrenamientos. Estoy en calidad de colaborador, pero integrado en la plantilla con la que hemos sido campeones con el Viscoconfort Maristas Algemesí.

¿No está muy mayor para esto?

Sí, pero me encuentro bien. Aquí vivo solo porque mis hijos están en Barcelona y me viene de maravilla. Me da salud, vidilla y estoy encantado. Me pasan cosas increíbles, como entrenar y jugar con chavales menores que mi hijo mayor, y llevarle 17 años más veterano del equipo.

¿Le tiran muy fuerte?

Muy fuerte, tiran unas piedras que no veas. Tengo fotos de los morados que me hacen. Lo que más me costó fue adaptarme a la velocidad de la pelota. Este año he jugado muy poco con los veteranos porque con el primer equipo estoy a un nivel aceptable, pero con ellos me paso de velocidad, porque se juega más lento.

Encima tuvo la suerte de caer en un sitio donde hay Maristas, y ya sabemos lo que es el balonmano allí.

Además, aquí ha sido un acontecimiento ganar la liga y clasificarnos para la fase de ascenso a División de Honor Plata, porque en 40 años que va a cumplir el club, nunca se había conseguido eso. Es que encima, cuando entré por primera vez en el colegio, me encontré a los hermanos Alberto e Isaac, que me habían dado clase en Cartagena.

¿El año que viene no se ve jugando?

Con los veteranos seguro, pero lo que sí que tendré que hacer será dosificarme porque el nivel de exigencia de este año ha sido brutal. Si el entrenador piensa que puedo aportar experiencia, encantado, pero lo que no me veo es entrenando cinco días a la semana. El problema es que cuando falta el portero del segundo equipo también me covocan y hay días que he tenido que llamar a los dos entrenadores para decirles que ambos me habían reclamado. Incluso un día entrené con el equipo femenino. Me planteo si soy el tonto útil o el portero útil, pero si sirvo de ejemplo para alguien, estupendo. En cualquier caso estoy muy agradecido al club, porque gracias a ellos estoy ahí y espero que los Maristas de Cartagena se animen a tener un equipo de nivel, porque yo sueño con ver a un conjunto de la ciudad ser campeón de Primera.

¿Y al atletismo no volverá nunca?

Pues estoy tentado de volver a lanzar disco. Soy un tío inquieto y mientras pueda haré deporte.