No es ningún secreto que desde que el Real Murcia firmó su presencia en la fase de ascenso las prestaciones se han reducido en muchos aspectos, pero quizás el que más preocupa a los aficionados es que, en apenas tres semanas, Nueva Condomina ha vuelto a ser un estadio que no asusta a nadie, ya que si hace quince días el descendido Betis B se llevaba los tres puntos del coliseo grana, ayer, sin ir más lejos, un Linense que llegaba jugándose la permanencia también metió el dedo en el orgullo grana consiguiendo otro triunfo que, esta vez, nadie esperaba.

Claro que, lo preocupante del asunto, lo que más nervioso pone a los aficionados y lo que más preocupa a todo el murcianismo es tratar de encontrar la respuesta a cómo un equipo que hace cinco y seis semanas fue capaz de hacerse gigante para doblegar en su campo a dos ´miuras´ como el Cartagena y el Extremadura se ha vuelto ahora como un toro más bien manso, de esos que al final es preferible dejarlo en el corral antes que sacarlo a la plaza y que no cumpla las expectativas. Pero el problema es que el Real Murcia va a saltar al ruedo el próximo fin de semana, momento en el que arrancará el play off de ascenso a Segunda División.

La historia es que ahora mismo todo el mundo esboza una sonrisa si se acuerda de los partidos ante cartageneristas y extremeños, pero la mueca se tuerce un poco y el gesto pasa a ser de cierta tristeza si el público recuerda la triste derrota ante el Betis Deportivo y el tropiezo de ayer ante un Linense que vino a la capital del Segura a conseguir la permanencia y ya de paso mandar un aviso a navegantes: cuando el Murcia no corre y se vuelve lento y predecible se aprecia la versión más vulgar de un grupo que, con Salmerón al frente, ha sido capaz de conseguir victorias de mérito ante los equipos de arriba, pero ante los de abajo, en el cuerpo a cuerpo, los granas han salido casi siempre perdedores, sobre todo en Nueva Condomina. Es evidente que al Murcia actual no se le dan bien los equipos de la zona media baja de la tabla, por lo que el play off no será ninguna excusa en este sentido, ya que motivación no puede faltar por el simple hecho de que el primer rival será, tras el sorteo de esta tarde, otro equipo que ha hecho las cosas, como mínimo, igual de bien que los granas para haber terminado tercero en su grupo.

Los últimos resbalones del Murcia, a pesar de ser impropios, no han sido realmente graves porque no han puesto en peligro el objetivo de disputar el play off, pero hay un dato que en su día enfadó a Salmerón y lo reconoció públicamente. Si el Murcia hubiera sido capaz de superar al Betis B y al Linense, con los marcadores de ayer, habría acabado empatado a puntos con un Cartagena que ha tenido menos agobio en la recta final gracias a que los granas han reducido una marcha su velocidad en los últimos choques como locales. El propio Salmerón reconoció que su «obsesión» era el liderato hasta que la buena racha se cortó y al almeriense no le quedó otra que aceptar la realidad.

Va a ser la cuarta campaña consecutiva que el Real Murcia dispute el play off de ascenso a Segunda División, un objetivo que no se trata solo de una alegría para los aficionados, ya que la supervivencia de la centenaria entidad también pasa en un porcentaje muy elevado por cómo le vayan las cosas en una fase complicada que está compuesta por tres rondas a doble partido y en las que el Murcia tendrá que tirar de cabeza fría, ya que el corazón caliente y las prisas no suelen ser buenas consejeras en estos partidos donde hay tanto en juego.

El reto está servido para todos. No solo para los jugadores granas, también para una grada que tiene que empujar igual que ante el Cartagena y el Extremadura, ya que, ahora más conscientes que nunca, los seguidores saben que son los únicos que pueden darle un plus a un equipo que, efectivamente, se ha relajado un poco. La gran duda será saber si este modo relajación se corta desde hoy lunes de manera tajante o si alguno llega al fin de semana pensando, de forma equivocada, que solo se trata de un partido de fútbol, ya que el Murcia, literalmente, se está jugando la vida.