A cámara lenta. Así se jugó ayer el Real Murcia-Lorca Deportiva. Aunque, al contrario de esas escenas salidas de la cabeza de Tarantino o de esa pelea en la que Keanu Reeves esquivaba balas en Matrix, lo que ocurrió ayer en el Artés Carrasco no pasará a la historia. En un partido sin ritmo y sin intensidad, los murcianistas ganaron casi sin querer, y es que solo necesitaron dos tiros a puerta para desnudar a un Lorca Deportiva que se diluyó demasiado pronto.

No tenía ningún atractivo el choque de ayer. Se notaba en la grada, donde los aficionados volvieron a demostrar que prefieren las grandes citas, y quedó reflejado en el terreno de juego, donde los 90 minutos parecieron convertirse en 180 por no decir 360. Era más interesante ir mirando lo que rodeaba al encuentro -dos cambios a la media hora, tarjetas forzadas, banquillo sin portero suplente- que lo que pasaba en el césped, donde a José María Salmerón le ocurrió lo que a Harry Potter en la asignatura de pociones: confundió los ingredientes hasta el punto de tener que rectificar tan pronto que dejó señalado a Juanma, el más joven de la clase.

Aprovechando que había poco en juego -alcanzar el segundo puesto todavía es posible-, Salmerón inventó, especialmente en defensa. Armando, centrocampista, aparecía en el lateral derecho; Juanra, lateral derecho, ocupaba la banda izquierda; Orfila, en las últimas semanas lateral; pasaba al centro de la defensa junto a Molo, que era el único que tuvo la suerte de no entrar en el baile preparado por su entrenador. Era todo tan raro que a la media hora el técnico grana estaba sonrojado. Y para ocultar su error no le quedó otra que cambiar una pieza, sin embargo no miró a los veteranos -David Sánchez o Armando-. Sería demasiado arriesgado ganarse la bronca de uno de los hombres fuertes del vestuario, debió pensar el almeriense, que señaló a un Juanma que prácticamente sin sudar ya estaba en el banquillo con cara de desconsuelo.

Viendo como estaba el partido, era más interesante todos estos movimientos que el juego de un equipo que es incapaz de encontar ese eslabón que una el centro del campo con la delantera, y eso que ayer estaban sobre el césped jugadores como Carlos Martínez, Jordan y Santi Jara. Ni una ocasión fueron capaces de generar los murcianistas, más preocupados en no perder las batallas que siempre caían del lado lorquinista, especialmente en la primera media hora. Sergio Rodríguez dio un aviso en el minuto 15, pero su disparo se estrelló en el palo.

Se crecía el Lorca, ya descendido, ante un equipo que no se aclaraba en la trinchera, sin embargo la corrección de Salmerón acabó con lo que se había convertido en un auténtico chollo para los de Mario Simón, que también habían sufrido una pérdida nada más iniciarse el partido. Y es que Javi Saura abandonaba el campo por lesión.

Lo mejor que podía pasar era que el colegiado señalase el descanso y rezar para que la segunda parte transcurriera un poco más rápida que la primera. De hecho, todas las miradas estaban en la cantina. Todas, menos la de Jordan, que sobre la bocina coló un pase entre la defensa lorquinista que Carlos Martínez se encargó de ejecutar con una vaselina preciosa. No quiso el ex del Lorca FC desentonar con el partido, y cuando golpeó el balón para elevarlo por encima de Hortal eligió el modo 'slow motion', porque el esférico salió tan a cámara lenta que los pocos aficionados que acudieron al Artés pudieron disfrutar de la escena con todo lujo de detalles.

Si el partido había acabado antes de empezar, jugar la segunda parte tras el gol de Carlos Martínez ya no tenía sentido. De ahí, que los detalles volvieran a ganar al juego. Se quedaron los aficionados con la entrada al campo de Ongenda, voluntarioso pero falto de ritmo en su debut; también celebraron, los seguidores granas, el gol de un Pedro Martín que, después de tantos meses de sequía, se permitió hasta inventarse una celebración especial. 'Por si no vuelvo a meter otro' debió pensar el malagueño. Y todos dieron el visto bueno a las tarjetas amarillas forzadas por Santi Jara y el mencionado Pedro Martín, que descansarán la próxima semana y llegarán limpios al play off. Incluso hubo un segundo de alarma cuando Hortal caía al suelo medio lesionado y Mario Simón miró al banquillo y vio que no tenía portero suplente. Fue solo un susto, porque el meta titular se recuperó y nadie más se acordó de la ausencia de Simón Ballester, que no podía jugar por la claúsula del miedo.

Aunque el reloj se negaba a que el choque se acabase, todo tiene su final, y el Real Murcia se trajo a casa tres puntos que le permiten llegar a la última jornada con opciones de conseguir el segundo puesto. Para ello tendrán que ganar los granas al Linense en Nueva Condomina y esperar a que el Marbella pinche frente al Villanovense.