En la dilatada historia del Murcia habría que preguntarle a los seguidores más veteranos si recuerdan alguna victoria de prestigio y de importancia como la de ayer ante el Cartagena en el derbi regional y que, nada más terminar el partido, el chascarrillo entre los aficionados fuera el ya conocido ¿quién es realmente el dueño del Murcia?

A pesar de que los tres puntos de ayer ante el eterno rival suponen un empujón casi definitivo para catapultar a los granas al play off de ascenso, una imagen surrealista también generó todo tipo de comentarios entre los asistentes. Miguel Martínez, hasta hace poco presidente de las peñas y quien desde la dimisión de Raúl Moro ha asumido las veces de presidente accidental también del club, estaba perfectamente acomodado en la primera línea del palco junto a Paco Belmonte, el presidente del FC Cartagena. Lo curioso es que junto a Martínez hizo su aparición estelar en el palco Víctor Manuel Gálvez, el representante de la empresa oriolana Gálvez Brothers, una persona que en un mes ha realizado hasta dos comunicados oficiales, primero para decir que no pretendía pasar a controlar el club y después para decir justo lo contrario. Pero todo suena cada día más extraño si resulta que la empresa con sede en Orihuela ha pagado ya una nómina de las que se le adeuda a la plantilla y, según ellos, también han hecho frente a un pago del recibo de la luz ante la amenaza de que Nueva Condomina sufriera un corte por impagos.

La realidad es que son muchas las claves que llevan a pensar que en la junta de accionistas del miércoles parece más que probable que Miguel Martínez le pase el testigo de la presidencia a Víctor Manuel Gálvez, una persona que en teoría sería el dueño del Murcia de pleno derecho tras llegar a un acuerdo con Raúl Moro, de no ser porque el agente de futbolistas mexicano Mauricio García de la Vega tiene un contrato en su poder por el que el empresario azteca sería el verdadero dueño del paquete accionarial de la entidad.

Por lo tanto, antes de que la novela en la que está inmerso el Murcia pueda torcerse en drama, la importante victoria de ayer de los pupilos de Salmerón sobre los de Monteagudo tiene como únicos dueños a los aficionados, los verdaderos sufridores, ya que ni en la primera fila del concurrido palco tenían ayer muy claro los invitados quién es realmente la cara visible y la persona que va a asumir las riendas de una entidad que atraviesa uno de los momentos más delicados de su centenaria historia.

La representación albinegra, que este curso optó por acudir al palco en lugar de a la grada, compartió ayer protagonismo con una directiva, la grana, que en apenas 48 horas podría vivir una situación de la que nadie sabe lo que puede salir, ya que la propiedad del club ahora mismo es un asunto que no está para nada claro, lo justo para que un tema tan delicado no permita a nadie estar tranquilo al cien por cien.

En el FC Cartagena no tienen el lío institucional que tiene montado el Real Murcia, pero en la entidad que preside Paco Belmonte la recta final de Liga está recordando mucho a la de hace un año, cuando el equipo de la ciudad portuaria, a pesar de haber sido líder durante gran parte del torneo, terminó clasificándose para el play off en la última jornada de Liga. Los 1.200 seguidores albinegros que inundaron una parcela de la Nueva Condomina están mucho más preocupados de lo deportivo que de lo institucional y no pararon de animar a los suyos, a pesar de que sin tiempo de pestañear ya se encontraban con dos goles en contra tras un inicio arrollador de los locales. El equipo de Monteagudo evidenció ayer en la capital que sus problemas radican en defensa, por lo que al menos tienen detectado el problema para tratar de solucionarlo.

La mejor entrada del curso

La mejor entrada del cursoTodo el mundo tenía claro que habría una buena entrada, pero finalmente se metieron en el campo, según el club, 13.780 personas, lo que supone la mejor entrada de toda la temporada, superando la afluencia de público de la primera vuelta en el choque ante el UCAM. Aunque las taquillas de ayer estaban embargadas, la venta de entradas ha dejado algo de liquidez y la plantilla y los empleados esperan recibir alguna de las mensualidades que tienen pendientes. Aunque en el Murcia actual, a tenor de lo visto, las prisas por cobrar son más o menos graves dependiendo de quién mande. Por eso el Murcia está sin amo.