Mauricio García de la Vega solo necesitó un mes en el Real Murcia para saber en quién podía confiar y en quién no. El mexicano, que aterrizaba en Nueva Condomina el 3 de enero para poner en marcha su aventura española, no dudó en dejarse acompañar por las personas con las que había negociado su desembarco. Ahí aparecía Deseado Flores, su guía durante los primeros días y el anfitrión en la presentación del norteamericano ante los medios. Tampoco faltaba Miguel Martínez. Mientras Raúl Moro desaparecía completamente de la escena, dando un paso atrás obligado por la falta de dinero, el murciano abandonaba su cargo de vicepresidente para convertirse en el presidente del Real Murcia a petición del nuevo gestor.

Las intenciones de De la Vega eran claras. Mal aconsejado, como se ha visto posteriormente, el mexicano quería esperar a la celebración de la junta de accionistas y a la aprobación de las cuentas del ejercicio anterior antes de dar entrada a los que serían sus compañeros de batalla dentro del consejo de administración, nombres que estaban seleccionados a la espera de que se dieran los pasos dibujados en el boceto del de Guadalajara.

Sin embargo, en solo un mes al frente del Real Murcia, Mauricio García de la Vega comprobó de primera mano que le iba a tocar improvisar. Antes de viajar a México para resolver algunos problemas personales, el representante ya se sentía molesto por algunas filtraciones salidas desde dentro.

Pese a avisar a su llegada de que «la ropa sucia se lava en casa» y de que iba a levantar las alfombras para eliminar a cualquier filtrador, las zancadillas aparecieron, y con nombre y apellido, de ahí que en la lista de bajas elaborada por el mexicano no faltaran Deseado Flores y Pedro Contreras. Aunque había una tercera persona, que no era otra que Miguel Martínez, al que él mismo había nombrado presidente. Según fuentes del club, unas declaraciones del murciano en las que decía que no ponía la mano en el fuego por nadie y que solo se fiaba de su familia fueron suficientes para que De la Vega también desconfiase del hasta hace una semana máximo responsable de las peñas.

Su viaje a México por asuntos personales hizo aumentar sus sospechas al comprobar que cada vez aparecían más informaciones en su contra y que, además, tanto Deseado Flores como Miguel Martínez estaban llevando a cabo movimientos para buscar nuevos inversores y apartarle del club, de ahí que lo primero que hizo nada más regresar a Murcia fue acudir a la notaría y ejecutar la opción de compra del paquete accionarial de Raúl Moro, convirtiéndose en dueño del club.

Nada más poner el pie en las oficinas de Nueva Condomina, Mauricio García despidió a Pedro Contreras y animó a Deseado Flores a abandonar su cargo de consejero delegado. Miguel Martínez se mantendría como presidente, pero solo hasta la junta de accionistas, donde ya sabía que perdería su silla dentro del consejo, según explican a esta redacción desde las oficinas de Nueva Condomina. «Mauricio le dijo a Miguel que no contaba con él», explican desde el club.

Y a partir de sentirse fuera, los colaboradores de Raúl Moro, con la vuelta a la escena del extremeño, se hicieron fuertes en sus sillas por la fuerza. Mientras que el cacereño aparecía en Nueva Condomina con dos guardias de seguridad para impedir la entrada a Mauricio García de la Vega, el consejo de administración, liderado por Miguel Martínez y Flores, se aseguró ser el único que toma todas las decisiones, anulando los votos contrarios de Gabriel Torregrosa y Juan Merino.

Los dos consejeros que se han mantenido al margen del secuestro del club han intentado hacer entrar en razón a la otra parte, especialmente a Miguel Martínez, quien en varias ocasiones prometió pensar su voto, como ocurrió con el despido de Gómez Carmona, aunque el murciano, después de pedir varias veces tiempo, nunca dio el paso definitivo para frenar a Deseado Flores, que lanzó el comunicado incluso sin consultarlo al resto de sus compañeros de consejo.

No es el único acercamiento que el presidente grana ha tenido con la otra parte. Desde hace quince días las reuniones han sido constantes. Según ha podido saber esta redacción, Martínez ha mantenido varias conversaciones con Mauricio García de la Vega, al que una y otra vez le ha pedido unos días para meditar si darle su apoyo, contestación que, pasados los distintos plazos, nunca llegó.

En uno de esos encuentros, Miguel Martínez, sabedor de que la vuelta del mexicano significaría su salida definitiva del club y que tampoco le queda ya su cargo al frente de la Federación de Peñas, transmitió al jalisciense su deseo de poder seguir vinculado al Real Murcia, de hecho, según explican a esta redacción varias fuentes, el murciano propuso un trato. Él modificaba su voto en el consejo de administración, pasándose al lado de los partidarios de De la Vega, a cambio de una compensación. Esa contrapartida, que se estudiaría con más calma, estaría relacionada con la Fundación del Real Murcia, y es que Martínez llegó a transmitir su deseo de ponerse al frente, una petición que no fue considerada por el norteamericano, quien, según añaden las mismas fuentes, ya no confía en la palabra de una persona que «lo único que ha hecho hasta ahora es ganar tiempo para beneficiar los intereses de Raúl Moro y de Deseado Flores, además de intentar que Mauricio se canse y renuncie a las acciones que le convierten en dueño del club».