Seguro que alguna vez han justificado un suspenso con la típica excusa de que 'el profe me tiene manía'. Si no lo han hecho, lo habrán escuchado a sus hijos, hermanos o demás familia. Ante la famosa frase caben dos reacciones, la de los padres que se lo toman a broma y responden algo así como 'si te tiene manía será porque algo habrás hecho' o la de aquellos que van y se creen que el maestro tiene ojeriza a su primogénito. No sabemos cómo se lo tomaría el Salmerón padre, lo que sí conocemos es que el Salmerón entrenador se posicionaría rápidamente en el lado de los comprensivos, en el bando de los que darían un golpe de estado para apartar al profesor malvado.

Algo así ocurrió ayer en el UVA Monastrell. El Real Murcia era visitante, pero lo único que indicaba eso es que los futbolistas granas dejaron sus coches en el parking de Nueva Condomina para desplazarse en autobús, porque todo lo demás era absolutamente grana. Si la clasificación les respaldaba; la grada les empujaba. Hasta Pato, técnico del Jumilla, era consciente de que, por un día, serían visitantes en su propia casa. Sin embargo nada de eso sirvió al Real Murcia, nada de eso fue suficiente para José María Salmerón, porque los murcianistas, que llegaban después de sumar tres victorias consecutivas y tenían la oportunidad de seguir metiendo presión al FC Cartagena, completaron uno de sus peores partidos de la temporada. Y todo porque a los vinícolas se les había olvidado regar y cortar el césped. Solo les faltó a los granas, escuchando a Salmerón en rueda de prensa, marcharse a casa lloriqueando y pataleando porque el jardinero de La Hoya les tiene manía.

Nadie se sorprendió por la ausencia de juego -el desconcierto llegará el día que el Real Murcia se permita jugar a algo-. Lo inusual era la debilidad e inconsistencia de un equipo que si tiene alguna virtud es la de morir con las armas en alto. Pero ayer nada de eso apareció por el Uva Monastrell. Tanto que en noventa minutos los aficionados ni celebraron un gol ni lamentaron una ocasión fallada. Y eso que la defensa vinícola fue un auténtico flan durante toda la primera parte. Era ver el balón, aunque fuera a varios kilómetros, para que Neftalí y Robles se echaran a temblar. Era difícil de creer los años y la experiencia que suman entre ambos.

Fue saltar al terreno de juego y a los granas les ocurrió como a esos bizcochos que al abrir el horno se vienen completamente abajo. La moral de las últimas tres victorias no apareció por ningún lado. Al trantrán, llegando tarde a cualquier balón dividido, anulados en el centro del campo por Carlos García y un Fran Moreno que en la primera parte fue capaz de sobreponerse por encima de Juanma, Armando y David Sánchez, y desnudos por la banda derecha, donde Óscar Rico enseñó todos los bailes posibles a Juanra, el Real Murcia solo sobrevivió porque el Jumilla nunca fue capaz de creer lo que estaba viviendo, jamás entendió que los de grana se lo estaban poniendo tan fácil, y porque Charlie Dean y Molo siguieron jurándose amor eterno, tanto que fueron dos gigantes protegiendo el portal de Biel Ribas. 'Sin DNI no se puede pasar por aquí', parecían decir, bien aleccionados por el guardia de seguridad que desde hace unas semanas acampa en la puerta de las oficinas de Nueva Condomina, y, para su diversión, dio la casualidad que Titi y Caye Quintana no llevaban el carné en el bolsillo. El único que parecía ir documentado era Óscar Rico, que se presentó con el puñal afilado, pero pocas veces encontró aliados.

Si al Jumilla le costaba un mundo convertir en sólido lo líquido, el Real Murcia directamente ni acudió a clase. Un tímido cabezazo de Chrisantus, un disparo lejano de Armando y algún chispazo de Elady no eran suficientes para un equipo que sueña con alcanzar el liderato del Grupo IV.

No mejoraron las cosas en la segunda parte. El jardinero de La Hoya no dio señales de vida en el descanso y para Salmerón jugar en un césped alto y sin cortar es como exigir a Aladdin que vuele en una alfombra comprada en Ikea. Si a eso añadimos el viento que se dejó sentir por algunos minutos y la actuación de un árbitro que sacó de quicio a unos y a otros, el Real Murcia tenía más la mente en volver a casa y empezar a preparar el choque ante el FC Cartagena que en dar un paso al frente para modificar el 0-0 que aparecía en el marcador.

La segunda parte comenzó como la primera, sin plan para los granas y con precipitación para los vinícolas.

David Sánchez siguió demostrando que perdió los galones hace tiempo, pero fue Juanma el primero que abandonó el terreno de juego para dejar su sitio a Fran Carnicer. Objetivo tener el balón y acabar con los latigazos de un Jumilla en el que Titi obligó a Molo y a Dean a activar todas las alarmas posibles.

Valens aparecía para blocar un balón que Chrisantus no remató limpio tras una jugada de Elady (61') y Biel hacía lo propio con un remate de Chupe.

Ni el paso de los minutos aceleró al Real Murcia, confirmando que el empate solo valía a un equipo y ese era el grana, que bastante tenía con pensar una excusa menos vista que la de que 'he suspendido porque el profe me tiene manía'.