¿Desde cuándo practica deporte?

Siempre he hecho varios deportes, como el fútbol. Cuando con 17 años entré en la Marina de Argentina, me tuve que poner en forma físicamente para pasar las pruebas, y después, cuando me vine a España en 2002, ingresé en la Armada española y tuve que seguir haciendo lo mismo para estar bien.

Pero pasar unas pruebas físicas es una cosa y otra muy distinta es correr como usted lo hace.

Empecé a correr en 2009, pero no hacía carreras, solo alguna salida. Cuando nació en 2012 mi primer hijo, era fumador y me planteé dejar el tabaco, pero no era capaz de dejarlo, encontré la excusa perfecta en hacerlo por él. Para ayudarme me puse a correr más en serio. Al principio hacía cosas por sensaciones, solo si me apetecía, y entonces mis compañeros me animaron.

¿Y con qué empezó?

Con la Media Maratón de Mazarrón, que acabé en 1 hora y 30 minutos. Todo el mundo me decía que para ser la primera vez y sin haberla preparado, estaba muy bien. Entonces solo salía unas cuatro horas semanales.

¿Cómo empezó a subir kilometraje?

Recuerdo que la primera vez que me plantearon hacer la Ruta de las Fortalezas de Cartagena no me apunté por miedo, porque no sabía cómo me iban a sentar los kilómetros con subidas y bajadas. En la segunda ya me animé y no me fue mal del todo, terminé con un tiempo bastante aceptable y me piqué con carreras de más distancia. Mi problema es que no soy un corredor técnico, pero mi cuerpo aguanta kilómetros y horas. Probé más el monte, pero con la vida familiar y el trabajo, no tenía tiempo para entrenar.

Vamos, que ha ido evolucionando conforme veía que superaba retos.

Si es que yo corría por sensaciones, sin ninguna preparación ni calendario; no seguía unas pautas de alimentación, solo hacía lo que me salía. Después probé con la Ultrafortalezas, de 111 kilómetros, y terminé entero, que era lo importante. Yo me fijaba en los buenos ultrafondistas que tenemos aquí, como Pedro Serna, Latorre y Fran Vivar, y entre todos me animaron a hacer el Campeonato de España de 100 kilómetros de Santander.

Y le fue bastante bien la experiencia por lo que sé.

Íbamos a ir con Fran Vivar, que fue quien me introdujo en el ultrafondo, pero él sufrió una lesión. Yo acabé la prueba sorprendido, porque fui con miedo al no saber cómo iba a responder mi cuerpo. Nos cayó una tormenta tremenda y no tuve ni idea de la clasificación hasta que acabé y me encontré en meta que era el quinto de la general, el campeón militar, ganador senior y cuarto de España. Hice 8 horas y 5 minutos y ahí me animé más.

¿Cómo llegó a ser internacional por su país de origen, aunque usted tiene la doble nacionalidad?

Pese a que llevo muchos años en Cartagena, mucha gente me pregunta si soy canario, español o argentino. En esa época, al ser cuarto de España, me dijeron que el Mundial de los 100 kilómetros era en Los Alcázares. Gracias a las redes sociales, contactó conmigo Fabián Campanini, el seleccionador argentino, que vive en Elche. Me dijo que hacía tiempo que en Argentina no había corredores con tiempos tan bajos. Mi realidad es que en Argentino soy el gallego y aquí soy el argentino.

¿Tuvo dudas de representar deportivamente a Argentina y trabajar en la Armada española?

Sí, porque no sabía cómo iba a sentar a nivel social, pero compañeros míos me dijeron que era una tontería. Al final estamos hablando de deporte, que es algo universal. En Los Alcázares fui el mejor argentino.

Entonces, ahora no podría correr con España.

Durante los próximos tres años no.

Y ganó también los 90K del Camino de la Cruz.

Sí, porque vi que era una carrera buena para mí, con poco desnivel. Fue la primera que preparé una prueba, me tiré tres meses solo pensando en acabar entre los diez primeros y terminé ganándola.

Usted es plusmarquista nacional de Argentina. ¿Cómo fue eso?

Fue en las 24 horas de Barcelona. Por temas de trabajo, me tuve que ir a un curso a Toledo y no pude prepararla, optando entonces por hacer las 12 horas con la idea de batir el récord de Argentina, que estaba en 139 kilómetros. Solo quería hacer 140. El sufrimiento fue llevadero, no matador y la carrera iba muy bien ,teniendo a las once y cuarto de la noche ya el récord de Argentina. Pensé entonces en empezar a andar, pero me animaron a sumar todos los kilómetros que pudiera. Hice 5 más, pero cuando terminó la prueba y vi el marcador, tenía solo 141 kilómetros y 600 metros. Vinieron de la organización a explicarme que habían tenido que descontar 15 metros por vuelta por un fallo. Menos mal que no me paré.

Lo que veo es que cuantos más kilómetros mejor.

Mis amigos dicen que empiezo a correr en el kilómetro 50. Decirlo así parece algo exagerado, porque el cansancio lo siento igual que cualquier otra persona, pero mi cuerpo responde. No me siento mejor con los kilómetros, sino que no me viene el bajón. Me van bien las carreras largas y con ritmos estables.

¿Y su mujer, qué opina de esto?

Me pregunta para qué me meto. Le tengo que hacer un homenaje algún día. Ni ella ni mis hijos van nunca a las carreras porque si los veo por el recorrido, me subo al coche y me voy. No sé cómo sería verlos en un momento de sufrimiento.

¿Y cómo se distrae tantas horas corriendo?

Mira, en doce horas te da para pensar mucho. De hecho, si los políticos corrieran carreras de ultrafondo, arreglarían el mundo. En la Transilicitana solo traté de quitarle hierro a la situación. Me tocó correr solo e iba pendiente de los chicos de las bicicletas que me acompañaban, preocupándome por ellos, diciéndoles dónde había piedras en el recorrido. De esa manera me inhibía, pensando en los demás, desviando así la atención.

¿Por último, su próximo objetivo?

Estoy preseleccionado por Argentina para el Mundial de Croacia, pero primero correré la Ruta de las Fortalezas, que me encanta.