Después de tres días tranquilos, en los que la victoria frente al Granada B había hecho posible que los aficionados centrasen sus miradas en el terreno de juego y en las posibilidades de tener alternativas al ascenso en el play off, el Real Murcia vuelve a la realidad de sus enormes problemas institucionales. Con una nota publicada en su página web, la entidad grana ha anunciado el despido de Pedro Gómez Carmona.

El vitoriano, que desde enero ejercía las funciones de director de fútbol, ha sido víctima de la guerra de poder que se abrió en Nueva Condomina después de que Mauricio García de la Vega ejecutase la opción de compra que tenía sobre las acciones en manos de Raúl Moro. Pese a su gran labor en el mercado de invierno, cuando tuvo que tomar decisiones drásticas, abaratando el coste de una plantilla con sueldos inasumibles, corrigiendo el gran desequilibrio en la mayoría de líneas y arriesgando con algunas incorporaciones sin ritmo de competición que se están convirtiendo en claves en la trayectoria ascendente del conjunto dirigido por Salmerón, el técnico vasco ha visto como hoy el Real Murcia anunciaba la rescisión de su contrato.

"El Consejo de Administración del Real Murcia comunica que tras su última reunión, decidió la rescisión de contrato del que fuera director de fútbol en la entidad, Pedro Gómez Carmona". Aunque la nota emitida por la web del Real Murcia deja claro que la decisión del despido del vitoriano ha sido tomada por el consejo de administración de la entidad, fuentes de este diario indican que la rescisión del contrato ha sido tomada de forma unilateral por Deseado Flores, que desde la pasada semana tiene secuestrado el club, impidiendo la entrada a las oficinas de Nueva Condomina a Mauricio García de la Vega. Es más, según ha podido saber esta redacción, algunos de los consejeros del Real Murcia se han enterado por los medios del despido de Gómez Carmona, lo que ha provocado un malestar evidente por parte de estos, que nada más recibir la noticia se llamaban unos a otros para intentar saber qué es lo que había ocurrido.

Como viene sucediendo desde hace una semana, el Real Murcia está más dividido que nunca. Con varios consejeros empeñados en que se dejen de lado los intereses personales y se trabaje solo por el bien de la institución, la balanza cae del lado de Raúl Moro en el momento de las votaciones. Deseado Flores, que es el que lleva la voz cantante en el día a día, y Miguel Martínez, que se ha olvidado que está en el consejo en representación de los más de cuatro mil peñistas que tiene el club, han unido sus votos a los del extremeño, para dejar en inferioridad a Gabriel Torregrosa y Juan Merino, que están intentando poner cordura aunque sin éxito al estar en minoría.

Si hace una semana Deseado Flores y Miguel Martínez imponían su criterio para secuestrar al Real Murcia, colocando dos guardias de seguridad en la puerta de las oficinas de Nueva Condomina, solicitando el DNI a cualquiera que quiera acceder a una instalación pública e impidiendo el acceso a Mauricio García de la Vega, el pasado viernes decidieron reforzar lo que ya están siendo calificado por el murcianismo como un 'golpe de estado'.

En una nueva reunión del consejo, Flores apostaba por despedir a Gómez Carmona, persona de confianza del empresario mexicano y que desde que asumió el cargo de director de fútbol había apartado al albaceteño de la dirección deportiva. Las posiciones, según explican a esta redacción fuentes del club, pronto quedaron claras. Torregrosa y Merino votaban a favor de la continuidad del vitoriano, defendiendo su gran trabajo en apenas dos meses, mientras que Deseado Flores y Raúl Moro apostaban por la rescisión del contrato. La decisión final estaba en manos de Miguel Martínez, presidente de la entidad desde que el extremeño decidiese dimitir. El murciano, volviendo a dejar claro que sus intereses personales están por encima de los colores que dice defender como máximo responsable de las peñas, se posicionó del lado de sus socios, confirmando el despido de Pedro Gómez.

Nada más acabar esa reunión, Deseado Flores se puso manos a la obra para emitir el comunicado que haría oficial la decisión, sin embargo los consejeros contrarios consiguieron frenar ese movimiento y pedir al resto que meditasen un poco más una decisión que seguían considerando injusta. Fue en ese instante, según ha podido saber esta redacción, cuando muchas de las miradas se situaron sobre un Miguel Martínez al que critican por alejarse cada vez más del murcianismo. Aunque esa sensación ya está instalada dentro de la Federación de Peñas desde hace muchos meses, donde no perdonan al mandatario que actúe por su cuenta olvidándose de a quién representa, ahora es dentro del club donde el actual presidente está cada vez más en entredicho. Al contrario de consejeros como Torregrosa y Juan Merino, que pese a no sumar ni dos meses dentro de la institución han sabido entender que lo que menos necesita el Real Murcia es acrecentar la crisis institucional, Miguel Martínez, explican, se empeña en seguir el juego a Raúl Moro y Deseado Flores.

Ese mismo viernes Miguel Martínez era el que más críticas recibía dentro del propio club, de ahí que se comprometiese a meditar su voto sobre el despido de Pedro Gómez Carmona. Un día después, según ha podido saber esta redacción, el murciano ya se sentía arrepentido de haber apostado por la salida del vitoriano. De ahí que, después de hablar con otros consejeros, se decidiese realizar una nueva reunión y estudiar de nuevo el caso. Cuando todos pensaban que ese sería el camino a seguir después de comunicar sus intenciones a Raúl Moro y Deseado Flores, los consejeros se han encontrado este mediodía con un comunicado en el que se anunciaba el punto final de la etapa de Pedro Gómez Carmona al frente de la dirección de fútbol.

Con la salida del vitoriano, que llegaba de la mano de Mauricio García de la Vega y que el pasado 11 de enero era presentado como director de fútbol, Deseado Flores recupera el control de la dirección deportiva, un área de la que se hizo cargo a lo largo de 2017. Sin experiencia ni titulación, el albaceteño aprovechó su amistad con Raúl Moro para ponerse al frente de una parcela que se ha demostrado que le ha quedado grande. Con una planificación errónea, con plantillas mal estructuradas y con una gestión nefasta para una entidad con una deuda astronómica, el hostelero consiguió que en el mes de noviembre ya no hubiera ni un euro en las arcas del club para pagar unas nóminas mensuales de alrededor de 100.000 euros. Esa falta de pago ha provocado el malestar de los jugadores, además de obligar a Pedro Gómez Carmona, nada más aterrizar en el club, a llegar a distintos acuerdos para sacar a futbolistas con salarios más propios del fútbol profesional que de la Segunda B y que encima no estaban dando el nivel esperado.

El vitoriano es el segundo director deportivo que se ha cruzado en el camino de un Deseado Flores que, gracias a Raúl Moro, ha podido cumplir su sueño de fichador. El primero fue Guillermo Fernández Romo. El madrileño, que se encargó de confeccionar la plantilla de la pasada temporada y que contó con un presupuesto que no llegaba a los 500.000 euros, vio como en diciembre el consejo todavía presidido por Guillermo Martínez Abarca le apartaba de sus funciones para otorgar el poder solicitado por Deseado Flores, que se hacía fuerte tras los 400.000 euros puestos por Moro en la ampliación de capital.