El Real Murcia vive una de las peores etapas institucionales desde principios de los noventa. Los incumplimientos de Raúl Moro, unidos a sus idas y venidas y a los movimientos de Deseado Flores para no quedar a las primeras de cambio fuera de los focos y las cámaras han convertido al Real Murcia en un barco que navega a la deriva. Sin un timonel en las oficinas de Nueva Condomina, con una institución 'secuestrada' por Miguel Martínez, presidente en funciones, y el propio Flores, y con Raúl Moro y Mauricio García de la Vega sin ser capaces de llegar a un entendimiento sobre quién es el máximo accionista de la entidad; la única esperanza para el murcianismo está en el terreno de juego. Y es ahí donde, para suerte de los aficionados, la cordura aparece como un faro que muestra el camino. Y esa luz brillante no es otra que la que transmite un José María Salmerón que con tacto y sensatez ha conseguido lo que parecía un imposible, que, aunque sea durante las dos horas que duran los entrenamientos y los noventa minutos que se alargan los partidos, los jugadores solo piensen en ganar.

Se vio el sábado en Granada. En la semana más difícil que se recuerda para el murcianismo, el vestuario grana es el único que ha estado a la altura. Mientras que Raúl Moro volvía a la escena para promover una pelea de gallos y Deseado Flores echaba de Nueva Condomina a un Mauricio García de la Vega que prefiere guardar silencio después de que se oficializase que era el máximo accionista del club, José María Salmerón se ha erigido como el psicólogo de un vestuario al que intenta alejar de la guerra abierta en las oficinas. Así lo demostró el viernes en una rueda de prensa que fue el momento más sensato de toda la semana.

«He prohibido a Raúl Moro y a Mauricio García de la Vega que hablen con los jugadores, y los futbolistas tienen prohibido hablar con ellos hasta que no resuelvan sus problemas», decía, para dejar claro que «nosotros nos centramos en el partido, que es lo que le interesa al Real Murcia para conseguir el objetivo. Lo demás que lo resuelvan los que lo tengan que resolver. A nosotros solo nos preocupa lo que ocurra en el campo y que los jugadores cobren como cualquier trabajador».

Podría haber sido solo un discurso, una respuesta preparada, simplemente palabras, pero la victoria frente al Granada B demuestra que José María Salmerón se ha convertido en el ancla del vestuario, en el líder que está consiguiendo alejar a los jugadores de los nubarrones que aparecen sobre las oficinas de Nueva Condomina, en el consejero ideal para unos futbolistas preocupados y enfadados por los incumplimientos y por la irresponsabilidad de sus jefes, y a los que desde el entorno de Raúl Moro, según indican fuentes de este diario, están intentando manipular para posicionarles de su parte.

Cuando el vestuario estaba destinado a explotar, cuando la ruptura se veía más cerca que nunca, los jugadores han decidido tirar por el camino de la unidad y escuchar por encima de todo a un José María Salmerón que ya en octubre, cuando aterrizó en Cobatillas, fue capaz de mostrar a la plantilla que los errores defensivos desaparecerían, que los buenos resultados llegarían y que el objetivo de estar en el play off, con trabajo y tranquilidad, se conseguiría.

Y de momento el almeriense está cumpliendo. Las dos últimas victorias -San Fernando y Granada B- no solo han permitido olvidar la minicrisis de resultados del mes de febrero sino que han consolidado al equipo grana en el play off. Ni las bajas en el mercado invernal, donde Mauricio García de la Vega y Pedro Gómez tuvieron que romper algunos contratos para poder aligerar las nóminas astronómicas que había firmado en verano Deseado Flores, ni las lesiones, ni el tener que fichar a jugadores sin ritmo de competición -Chrisantus, Pallardó y ahora Ongenda- han sido excusa para un Salmerón que se ha mantenido fiel a sí mismo y al que no le ha temblado el pulso para dejar en el banquillo a jugadores como David Sánchez, Elady Zorrilla o Fran Carnicer.

Con seis puntos en las dos últimas semanas, el Real Murcia afrontará las últimas ocho jornadas de la competición desde el tercer puesto. Y eso que cuando el almeriense llegó al banquillo los granas tenían diez puntos, dos más que el Badajoz, que ocupaba zona de play out. Desde ese momento, la trayectoria ha sido ascendente. Con Salmerón al frente, los granas han sumado 39 puntos, siendo el segundo mejor equipo en las 21 jornadas que ha dirigido el andaluz, solo por detrás del Marbella (42 puntos). En total se han sumado once victorias y seis empates. Se han perdido cuatro partidos.

Tras la jornada de ayer, el Murcia -49 puntos- sigue a siete del líder Marbella, aunque se acerca al FC Cartagena (54 puntos), que empató en Las Palmas.