Como si de esa bestia ficticia llamada Godzilla se tratase, el Lorca Deportiva continúa engullendo peces grandes en este océano que es el Grupo IV de Segunda División B. De forma espectacular, un equipo que parecía destinado al descenso por muchos a falta de toda la segunda vuelta ha sabido revertir una situación verdaderamente complicada tanto en el plano deportivo como institucional. Y de qué manera, ya que con Mario Simón en el banquillo, los lorquinistas han sido capaces de adjudicarse triunfos incontestables ante rivales como Melilla, Extremadura, Recreativo de Huelva o, desde el día de ayer, UCAM Murcia.

Sin afán de restar méritos al equipo que verdaderamente compitió por ganar, el Lorca Deportiva solamente tuvo que aplicar dos reglas fundamentales para neutralizar el peligro universitario. Controlar a Marc Fernández y presionar, sin excesivo derroche físico, el centro del campo del UCAM. Y fue esta enésima demostración de incapacidad para someter al rival la que ha terminado por costar el puesto al entrenador del club murciano, el mazarronero José Miguel Campos, un entrenador que consiguió reactivar a su equipo desde su llegada pero que, con el paso de las semanas, ha dado más muestras de involución que de mejoría en el juego. Las miradas se centran ahora, más aún tras los necesarios refuerzos llevados a cabo durante el mercado de invierno, en un proyecto comandado por el director deportivo Pedro Reverte. El dirigente lorquino, con la marcha de Campos, quemará su última bala con un nuevo entrenador que consiga hacer creer a los jugadores que alcanzar el play off es posible.

Precisamente, lo que ha hecho Mario Simón con su Lorca Deportiva. Ante un objetivo mucho más complicado y con armas bastante más humildes, el técnico lorquinista dirigió ante el UCAM a un equipo que, al fin, cree en sí mismo. Cada jugador confía en el compañero de al lado y ese fue el aroma que desprendió el conjunto de Mario Simón ante un UCAM individualista. El equipo y sus objetivos primaron por encima de nombres y cifras en los salarios.

Supo sufrir el Lorca para después llevar el partido a su terreno. Aguantó las embestidas, constantes durante una fase del primer choque por parte del UCAM, y a partir de la resistencia creció hasta alzarse con una victoria que pudo ser por más de un gol. En todo caso, los minutos de tanteo iniciales no solo mostraron la cara más asustadiza del Lorca, sino que pusieron de relieve la incapacidad de José Miguel Campos para implantar una idea de juego cuando sus jugadores tenían el balón en los pies.

De tres chispazos llegaron las ocasiones más claras del UCAM en el primer tiempo. De un error en la parcela ancha de Bonaque en el medio, Isi Ros creó un pase dibujado hacia Onwu. El navarro la pinchó y recortó de tacón con calidad, pero el meta Simón achicó todo el espacio para imponer su ley en el mano a mano. Marc Fernández apareció exclusivamente durante quince minutos del partido, asimilando su nueva función de desatascador. Peló la escuadra con una falta directa a la que dotó de una rosca perfecta, y rozó con la punta de la bota, de forma insuficiente, un buen centro desde la izquierda de Víctor García. De nuevo, no era un UCAM ni arrollador ni dominador, pero sin aspavientos conseguía intimidar a su rival. Pero a base de golpes, el Lorca Deportiva ha demostrado madurar esta temporada y consiguió cambiar el guión del partido de forma autoritaria de la mejor forma posible: marcando.

La colgó en el 38' Sergio Rodríguez tras un toque corto en jugada de estrategia de Chirri, y Britos, en el segundo palo, se elevó ante Bustos para cruzar el remate ante la estatua de Javi Jiménez. Se lesionó el propio Britos en la acción, pero por muy desafortunado que fuera, nunca el dolor de un jugador sirvió para dar tanto a un equipo.

De manera absorbente, el Lorca Deportiva secó y asfixió a un UCAM que con el gol se vino abajo. Se esperaba una reacción tras el descanso que no llegó ni con los cambios de dibujo -Campos formó con dos puntas dando entrada a Gerard Oliva-, ni con el refresco o la visión de Urko Arroyo o Abel Gómez. De hecho, pese a que el Lorca Deportiva cedió el peso de la posesión al UCAM en diversas fases, los locales mostraron que tener el balón en su poder o bajo el control universitario no variaba el guión del partido para nada.

Incluso pudo castigar más aún a un UCAM que, además, dio muestras de flaqueza y falta de concentración. Cristeto cazó desde lejos un rechace y que obligó a Javi Jiménez a estirarse de forma espectacular; Carrasco cazó en paños menores a Abel Gómez y Fran Pérez en una falta de entendimiento para disparar fuera; y Javi Saura, aprovechando los saques de esquina en corto, pasó de la pérdida de tiempo habitual en los minutos finales a la búsqueda de un segundo gol que el UCAM se merecía de forma insultante. En el final del choque, Urko Arroyo volvió a tirar por la borda cualquier atisbo de igualada universitaria, otorgando siempre la ventaja a Simón.

El pitido final no solo dictaminó la conclusión del encuentro, sino también la liquidación de una etapa que concluye en el UCAM con más pena que gloria y con José Miguel Campos despedido. Con tan solo cinco victorias en trece partidos, el UCAM buscará mejores objetivos con otro sello y señas de identidad distintas. Algo que, de forma tan justa como sorprendente, ha conseguido Mario Simón en el Lorca Deportiva.