¿Cómo llegó hasta la lucha libre?

Yo hacía baile y mi hermana, que es tres años menor, decidió que quería hacer judo. Coincidió que un año no me pude apuntar a baile y me metí con ella para hacer una actividad extraescolar, pero el profesor que teníamos había sido toda la vida luchador y nos animó a dejar el judo. Con 12 años nos presentamos a la primera competición, nos gustó mucho y nos quedamos.

Vamos, en realidad lo que quería era bailar.

Cuando era pequeña sí, pero ahora lo pienso y digo ´¡madre, mía!, ¿qué hacía yo bailando?´.

¿Qué le enganchó de la lucha?

El ambiente, la competición, el deporte en sí.

¿Y es tan duro como parece?

Es duro porque son muchas horas de entrenamiento que quitas de tu tiempo libre. Y encima en la lucha tienes que sumarle la dificultad de subir o bajar peso.

¿Qué le cuesta más, ganar o perder peso?

Hasta hace dos años competía en 70 y 72 kilos, pero en 2017 bajé a 69 para categoría sénior y a 67 para la júnior, que fue una bajada considerable. Tuve que hacer dieta, pero dentro de lo que me pudo costar, no fue algo que recuerde duro. Sin embargo, para el Campeonato de España de Murcia tuve que dar 68 y me costó horrores, hasta pensé que no lo conseguiría. Subir y bajar de peso depende mucho del mes, de como te pille hormonalmente, que parece una tontería pero te afecta un mucho.

Es que en los hombres esas cosas son más fáciles de controlar, porque no se dan esos altibajos.

Nosotras tenemos el hándicap de la menstruación, porque cuando te toca lo notas mucho.

¿Tiene facilidad para seguir las dietas?

Bueno, estoy acostumbrada porque llevo muchos años con esto. Lo que no entiendo es la gente que se pone a dieta por estética; yo lo hago pensando en los campeonatos y tengo esa motivación.

¿Llevan puestas muchas etiquetas, les tachan de ser muy masculinas por hacer este deporte?

Son las típicas etiquetas que te ponen, porque cuando salgo y me arreglo, y le digo a la gente que hago lucha, se queda muerta. Es cierto que el estereotipo de las luchadoras es que tienes que ser grande y fuertota, pero no es así. Obviamente no estamos flojas ni tenemos un cuerpo de modelito delgado porque si fuera así nos tumbarían, pero no es como la gente piensa.

Vamos, que una luchadora puede ser femenina.

Claro. De hecho yo soy una amante de los tacones. Dedicarme a la lucha no quiere decir nada, es como la chica que hace atletismo. Nos ponen muchas etiquetas y a las mujeres las echa para atrás, pero es una tontería.

¿Cuántas veces le han comentado que esto de la lucha es cosa de hombres?

En el mundo de la lucha no ocurre tanto, y aunque a la gente le choca al principio, sí que es verdad que cada vez ocurre menos. Lo notamos sobre todo en las categorías menores, donde cada día hay más chicas.

¿Sufren muchas lesiones?

Las mismas que en cualquier deporte de alta competición. A estos niveles, como llevas tu cuerpo a un nivel alto de exigencia, lo fácil es lesionarse. Al ser un deporte de contacto a nosotras nos enseñan las técnicas para no hacernos daño, pero eso no quita para que se te vaya un brazo y te pase. Igual te puedes lesionar corriendo que haciendo lucha.

Vamos, no tienen más lesiones que un futbolista.

Son lesiones diferentes, pero no son mayores porque nosotras no nos metemos a pegarnos sin más, ya que nos enseñan a caer y colocarnos bien.

¿Sus padres veían bien que hiciera lucha?

Sí porque como mi hermana y yo empezamos tan pequeñas, lo asumieron. Como fuimos subiendo poco a poco, no fue como si me metiera con 19 o 20 años a competir directamente. Cuando empezamos a nivel nacional, mi padre iba, pero cuando nos tocaba a nosotras, se iba porque se ponía muy nervioso.

¿Cuánta gente le mira con cara de extrañeza cuando le explica que se dedica a la lucha?

Las caras suelen ser graciosas. La gente conoce más el judo o el taekwondo, pero la lucha libre no tanto. Muchas veces se asocia este deporte con artes marciales mixtas, más de golpes. A mí me sorprende lo poco conocido que es porque en las olimpiadas sí que se ve, pero a la gente le hablas de la lucha y no sabe nada de nada.

Y eso que tuvimos una medallista olímpica.

Sí, el bronce de Maider Unda en 2012, pero nada más. Sí que hay medallistas en mundiales, pero tampoco se corre la voz. Maider ha sido varias veces campeona de Europa y solo lo sabe la gente que está metida.

¿Cómo podría animar a otras chicas a hacer lucha?

Que prueben porque es un deporte que engancha. No conozco a nadie que después de conocerlo lo haya dejado. Aunque es individual, hay un equipo detrás y aquí en Murcia tenemos muy buen ambiente.

Lo que debe ser complicado es tener pareja, porque los chicos ni se le acercarán.

Más que nada es la coña. No considero que eche para atrás a nadie, pero sí que las bromas siempre están ahí.

¿Y compagina bien estudios y deporte?

Es complicado porque no sabes de dónde sacar las horas. El año pasado lo acusé menos que ahora, que estoy en el curso donde se nota más el cambio de nivel. Además, antes vivía en casa y lo tenía todo hecho, pero ahora me lo tengo que hacer yo casi todo.

Entonces los jueves universitarios nada.

Bueno, al principio de curso y después de los exámenes sí que puedo ir de fiesta, pero realmente es que no salgo mucho porque llego a los jueves muerta entre la universidad y los entrenamientos. Pero no hay que pintar esto como que quien estudia y hace deporte no tiene otra vida.

¿Y por qué Bioquímica?

Desde pequeña me ha gustado. Yo no sabía que se llamaba lo que quería hacer Bioquímica, pero sí tenía claro que me gustaba investigar.