Enrique Pina Campuzano (Murcia, 20 de enero de 1969) lleva toda su vida ligado al fútbol. En la actualidad no solo es el consejero delegado del Cádiz, al que llegó tras vender el Granada, sino que también dirige en la sombra al Lorca Deportiva, el colista del grupo IV de Segunda División B, y personas de su entorno, como Jorge Cordero, están al frente de la dirección deportiva del Elche.

Comenzó su carrera en los terrenos de juego, en equipos de la Región, como el Barinas, con el que ascendió a Tercera, y se retiró muy joven por una lesión de rodilla cuando militaba en el Mérida de Juanito, en Segunda B. Rápidamente pasó a los despachos, convirtiéndose en agente y participando desde muy joven en operaciones como el traspaso de Iván Helguera a la Roma, del ´Turu´ Flores al Deportivo de la Coruña, del argentino Saviola al Barcelona o de Anelka al Real Madrid. Logró hacer una cartera importante de futbolistas, entre los que se encontraba el internacional Dani Güiza. Pero en realidad su sueño era tener un club y en 1999 creó el Ciudad de Murcia. El proyecto fue creciendo. Desde Preferente Autonómica pasó a Tercera y de ahí a Segunda B. En 2003, en una eliminatoria contra el CD Castellón, logró el ascenso al fútbol profesional. Siempre anheló hacerle sombra al Real Murcia de Jesús Sampero, pero nunca tuvo el cariño masivo de la afición pese a que llegó a acariciar la Primera División en la campaña 2005-2006 con Abel Resino como entrenador.

Quique Pina tenía en mente, junto al empresario López Rejas, un proyecto faraónico para remodelar La Condomina y construir una ciudad deportiva en El Palmar a cambio de un convenio urbanístico que contemplaba el derribo de 400 viviendas en el barrio de Santa María de Gracia y la construcción de otras 1.500.El constructor pronto se desmarcó de Pina, quien se encontró con la oposición municipal que desmontó su castillo de naipes. En el verano de 2007 decidió vender el club al granadino Carlos Marsá, convirtiéndose en el primero del fútbol español del fútbol profesional que cambiaba de ciudad. La operación, en la que contó con la ayuda de Javier Tebas, actual presidente de la Liga de Fútbol Profesional, con el que siempre ha mantenido buenas relaciones, levantó polémica e incluso llegó a la LFP y la Federación Española a desarrollar normativas para evitar otros casos en el futuro.

El murciano se convirtió entonces en el director general del Granada 74, un club que solo duró un año y que descendió de categoría. Pero Pina no perdió el tiempo y con el apoyo del italiano Gino Pozzo, propietario del Udinese italiano y de quien se había convertido en su mano derecha a través de operaciones futbolísticas, muchas de ellas a través del Ciudad de Murcia, se hizo con el Granada, que estaba sumido en una profunda crisis en Segunda B. El club andaluz empezó a escalar posiciones hasta que se instaló en Primera División.

Pina también tuvo intereses en otros clubes directamente o a través de personas de su confianza. Trató de hacerse con el Real Oviedo sin éxito, estuvo relacionado con el CD Tenerife y en la Región trató de entrar en el FC Cartagena a través de uno de sus colaboradores, Pedro Cordero, quien ahora es el director general del Lorca Deportiva, de Segunda B, club que también está bajo el paraguas del agente en la actualidad. Tras vender el Granada en el verano de 2016 se convirtió en el consejero delegado del Cádiz.

La sombra de los escándalos siempre ha perseguido a Pina. En abril de 1995, en la semana previa a un Benidorm-Real Murcia, en Segunda B, el guardameta del conjunto alicantino Carmelo acusó a Pina de tratar de sobornarlo para que se dejara encajar algún gol. Fue solo el primero. En 2011 fue acusado de intentar sobornar al entonces jugador del Elche David Sánchez, en la actualidad en el Real Murcia, en el partido de vuelta de la última eliminatoria del play off de ascenso a Primera que enfrentó al Granada con los ilicitanos. En junio de 2015 trascendió que al menos dos jugadores titulares del Hércules, club al que también estuvo vinculado Pina en 2013 durante unos meses, habían recibido llamadas durante la semana interesándose por su situación contractual para el futuro antes de un partido de ascenso ante el Cádiz. Y en 2016, el granadino José Guerrero Fernández acusó al murciano de no pagarle la comisión acordada por custodiar una bolsa de 600.000 euros que debía entregar a una persona de Las Palmas en caso de que el Granada venciera al conjunto insular en un partido clave por la salvación.