Toda la directiva del UCAM tiene muy claro que se trata de un equipo de fútbol joven, que viene de un doloroso descenso desde el fútbol profesional, que se ha cambiado al 95 por ciento de la plantilla por la circunstancia de perder una plaza en Segunda que los universitarios tuvieron en la palma de su mano y, por si fuera poco, la recta final de la primera vuelta ha dejado las lesiones de gravedad del portero Germán Parreño y del lateral Juan Francisco Góngora. Pero hay más. Si se le añade que el 13 de noviembre se despidió al técnico Luis Planagumá en la jornada 14 tras una dinámica peligrosa y dos derrotas consecutivas y que, de momento, la apuesta por José Miguel Campos como relevo les ha salido bien con tres victorias y dos empates en las cinco semanas que el mazarronero lleva al frente del UCAM, la realidad es que el equipo, después de media fase regular disputada, está instalado en la cuarta posición, ocupando puesto de play off de ascenso, algo que suele ser poco habitual en clubes que vienen de descender y que tienen que confeccionar proyectos nuevos.

Pero claro, el paso de los partidos ha ido dejando víctimas y el capítulo primordial es cuánto dinero está dispuesto a destinar José Luis Mendoza, el presidente de la UCAM, para reforzar a una plantilla que, con sus virtudes y sus defectos, ha demostrado que con cuatro 'piezas' bien seleccionadas puede convertirse en temible en 2018. De hecho, según ha podido saber este diario, esta semana es cuando va a producirse esa reunión con carpetas y folios sobre la mesa que, en gran medida, pueden marcar el devenir del equipo en la segunda vuelta. José Luis Mendoza es el primero que sueña con volver al fútbol profesional, pero el enfado que tiene con las distintas administraciones al entender el presidente que no recibe las suficientes ayudas que debería, hace que más de uno sea cauto a la hora de saber si Mendoza optará por la prudencia y espera a ver qué pasa o si tirará de talonario para que el UCAM sea todavía más fuerte en 2018.

La secretaría técnica que dirige el lorquino Pedro Reverte, en cualquier caso, se vio obligada a ponerse rápida manos a la obra, ya que de los cuatro fichajes más o menos que le gustaría realizar al club, dos son por las lesiones del portero Parreño y del lateral Góngora. En el capítulo del portero, Reverte ha movido ficha rápido y el exgrana Javi Jiménez tiene sobre la mesa una propuesta interesante que puede interesarle a ambos, un club que necesita un buen portero y un guardameta que tras una grave lesión también necesita un buen escaparate como es el UCAM en Segunda División B. Al parecer, al jugador le han recomendado que no deje pasar la oportunidad de relanzar su carrera en club universitario, pero los que lo conocen bien no descartan que al final acepte ser incluso suplente en otro club por el hecho de jugar en Segunda.

El mercado tampoco va sobrado de laterales zurdos y menos con las características de Góngora, pero la llegada de Campos al banquillo seguro que lleva implícita la búsqueda de jugadores con un perfil más defensivo, ya que la llegada del también extécnico del Real Murcia como jefe del vestuario tuvo como primera reacción que hacerle goles al UCAM ya no parecía tan sencillo. Por eso es posible que el lateral que fichen tenga menos vocación ofensiva que un Góngora que ya se recupera de una molesta pubalgia tras pasar por el quirófano. Los otros dos jugadores que está buscando el UCAM en el mercado son lo que también quieren el noventa por ciento de los clubes de Segunda B, Segunda y Primera, un centrocampista organizador y un delantero que asegure goles. La baja de Góngora no es de larga duración, por lo que las únicas fichas libres que se encuentra el UCAM son las de Parreño por la gravedad de la lesión y la que ha dejado la marcha de Jony Ñíguez a su Elche natal, dos en cualquier caso. Por lo tanto, si el club realiza cuatro refuerzos, de forma inevitable habría que conceder dos bajas.

En el UCAM saben que a pesar de que todos los condicionantes invitaban a pensar en una campaña todavía más complicada, la lucha por el ascenso no es una batalla cualquiera y los directivos no se esconden para tener el ascenso entre ceja y ceja. Ahora bien, los retoques de calidad siempre son caros y en esto la directiva tiene que tomar una decisión muy importante.