Dicen que cuando las cosas van bien es mejor no tocar nada o mover lo justo. Sin embargo, este verano, el Real Murcia intentó demostrar que siempre hay una excepción que confirma la regla, aunque, después de ocho jornadas ligueras, tanto los números, que son lo que realmente importa, como el juego insisten en darle la espalda al trabajo de los responsables de Nueva Condomina.

Entre los mil y un defectos que la plantilla se empeña en sacar a relucir cada partido destaca especialmente la fragilidad defensiva. Pese al buen final de temporada y a que el conjunto entrenado por Vicente Mir cerró la liga como uno de los más sólidos y seguros, Deseado Flores, director deportivo del Real Murcia, decidió empezar desde cero. Así, en vez de retener a jugadores que habían sido importantes y añadir alguna pieza extra que mejorara una zaga en la que no se podría retener a Josema, el responsable de los fichajes murcianistas prefirió dejar marchar a Roman Golobart (Elche), José Ruiz (Atlético Baleares) y Fernando Pumar (Lleida), quienes acababan contrato, y rescindir a Juanjo (Lorca Deportiva) y a Borja García (Logroñés), a éste último a finales de agosto.

Todo para tirar de chequera y confeccionar una línea que llega a triplicar los sueldos de los anteriores -solo Pedro Orfila tiene una nómina de 100.000 euros, cuando Golobart, por ejemplo, no llegaba a los 30.000-, pero que hasta el momento lo único que ha conseguido es que los aficionados granas afirmen en las redes sociales que se avergüenzan de los fallos tan infantiles que han convertido al Real Murcia en uno de los equipos más goleados del Grupo IV, al nivel de conjuntos modestos como El Ejido, el Badajoz, el San Fernando o el Jumilla.

La última demostración fue el pasado lunes en Córdoba. Un equipo que llevaba 5 goles a favor en siete jornadas consiguió batir en cuatro ocasiones a Biel Ribas, quien incluso tuvo tiempo de evitar algún que otro tanto. La entrada en el once de David Mateos, el último refuerzo que venía a elevar el nivel de Álex Ortiz y Pedro Orfila, no ha frenado un desastre que se extiende desde el centro de la zaga a las bandas, donde Forniés ha llevado a algunos aficionados a acordarse de Fernando Pumar.

Los cuatro goles de Córdoba, partido en el que Víctor Basadre debutaba en el banquillo, hacen que los granas lleven ya 11 tantos en contra. Solo en una ocasión, en la visita a Melilla, se ha sido capaz de mantener la portería a cero. Con esta trayectoria, el Real Murcia encaja 1,4 goles por partido, una cifra muy por encima de la del pasado curso. A lo largo de toda la campaña 20016-2017, los murcianos recibieron 33 goles -29 en la liga regular y 4 en el play off-, es decir que la media era de menos de un gol por encuentro (0,78). Es más, antes de que llegaran todos los fichajes de invierno realizados por Deseado Flores, el equipo confeccionado por Guillermo Fernández Romo y entrenado por Paco García mejoraba notablemente los números de la actual plantilla. Con Golobart, Jaume, Paris Adot, Pumar, José Ruiz... el Murcia recibió 17 goles en 19 partidos (0,89).

«No es cosa de una línea», explicaba Víctor Basadre tras su primer encuentro como entrenador grana, una teoría que Manolo Sanlúcar también repitió en varias ocasiones en su corta estancia en Murcia. Y es que, aunque los errores de los zagueros son más que evidentes, también es cierto que la revolución de fichajes llevada a cabo este verano más que ayudar ha perjudicado a un equipo que ahora mismo no encuentra el equilibrio necesario que permita a los defensas a corregir errores infantiles y poco propios de futbolistas que, según la dirección deportiva grana, llegaban para convertir al Real Murcia en el campeón del Grupo IV.

No solo echan de menos los aficionados a los defensas del pasado curso, sino que también anhelan a Vicente Mir, el entrenador que tras su llegada a finales de febrero fue capaz de exprimir al máximo a sus jugadores y dotar a la plantilla del equilibrio necesario para ser una de las más seguras del tramo final de la temporada. Pero para ello el valenciano no solo se fijó en la última línea, sino que comenzó la construcción de su muro de hormigón desde el centro del campo. A diferencia de este curso, aquel Real Murcia daba prioridad al bloque sobre las individualidades, por ello era fácil ver una línea de tres en el medio, donde David Sánchez, Armando y unas veces Diego Benito y otras Adrián Cruz -en el play off incluso llegó a entrar Javi Saura-, se convertían en los mejores aliados de los defensas.

Con el inicio del nuevo curso y la construcción de una plantilla al gusto de Deseado Flores, el bloque ha quedado en un segundo plano. La prioridad desde la primera jornada está en el juego por bandas, donde los extremos, tal y como ha afirmado una y otra vez el director deportivo grana, deben ser los grandes protagonistas, con total libertad. Si a eso añadimos los buenos números de Víctor Curto y Pedro Martín, que han obligado a apostar por dos delanteros, el esquema grana crece ofensivamente para quedar completamente roto defensivamente. En Córdoba, por ejemplo, Basadre apostó por dejar a Juanma solo ante el peligro en el centro del campo. Dos perdidas del canterano fueron el inicio de dos de los ataques que acabaron con goles de los locales.