¿Cuándo le dio por el deporte?

Empecé muy joven porque mi padre fue ciclista y yo, desde los cinco años, he tenido bicicleta de carretera. Después, con nueve años, entré en el Club Ciclista Roldán, donde estuve hasta los 11, pero también tuve un par de años en los que compaginé el ciclismo con el fútbol en la escuela del Juvenia. Jugaba de portero, pero lo dejé pronto y me decanté por la bicicleta.

Pero usted compitió hasta categoría amateur en ciclismo y a un alto nivel.

Sí, estuve en todas las etapas de formación en equipos de la Región y fui campeón de España en pista varias veces. Estuve en un Mundial y un Europeo júnior, y cuando pasé a sub-23 me centré en la carretera. Comencé en el Hierros Agüera, después estuve dos años en el Contentpolis y la última temporada que competí salió la oportunidad de irme al Valencia Terra i Mar.

¿Por qué lo dejó?

Fue una época difícil, donde muchos profesionales se reciclaron por la crisis y con 23 años decidí dejarlo para acabar los estudios. A continuación comencé a trabajar en el ayuntamiento de Cartagena como monitor y entonces, a través de mi amigo Ramón, me metí en el triatlón para quitarme el gusanillo de la competición.

Pues en el triatlón ha avanzado muy rápido.

Bueno, yo llegué con un bagaje fisiológico y unas capacidades que no son habituales. Aún estoy adaptándome, pero parto con ventaja, aunque a mí me cuesta el mismo esfuerzo que a todos.

¿Qué ha encontrado en el triatlón que echó en falta en el ciclismo?

En el ciclismo había un ambiente demasiado competitivo. Y el triatlón es más joven, está creciendo y tiene menos intereses creados a día de hoy. De momento quizás sea un deporte más limpio y con un ambiente más sano. También he encontrado que el trabajo personal tiene más recompensa que en el ciclismo, donde hay veces que los resultados no van tan ligados a tu estado de forma, ya que tienes que trabajar para otros.

¿Qué era en el ciclismo, líder o gregario?

A mí todos me querían en el equipo porque era un trabajador de los buenos, que disfrutaba trabajando. Sabía que no tenía la capacidad para ganar y me dedicaba a controlar la carrera o a ayudar a los líderes. En mi último año en el Valencia Terra i Mar coincidí con gente muy buena y los líderes querían que yo hiciera todas las vueltas para ayudarles. Se me daba bien eso.

Hablando de trabajar, ¿qué ha tenido que hacer en su vida para ganarse la vida?

Soy un privilegiado y un afortunado, porque mis padres siempre me han apoyado. Me saqué la carrera, he hecho dos Master especializados con el entrenamiento, y mis padres siempre me han ayudado. Cuando empecé a trabajar en el Ayuntamiento tampoco fue por la necesidad de tener que pagarme la carrera.

¿A qué tipo de gente da clases como monitor?

Hacemos actividades dirigidas de todo tipo. Normalmente doy clases de ciclo indoor, pilates y gimnasia de mantenimiento. La gente con la que trabajo hace deporte salud y es de todas las edades, pero cada día más personas se interesan por las competiciones populares.

¿Pero el deporte a los niveles que usted ha llegado es sano?

Yo te diría que sí. Sufrimos lesiones del aparato locomotor, pero para la salud genera es beneficioso. En un triatleta es difícil ver un problema de colesterol, pero es evidente que hay que hacer las cosas con cabeza, no pretender hacer un Ironman después de ser una persona sedentaria, porque en esos casos no es sano.

Pero estoy encontrado mucho gente insensata.

Eso por supuesto, estoy de acuerdo contigo. La gente se lanza al barro y hay una moda de cuanto más duro y más épico sea, más valor tiene. Es evidente que hay gente que lo podría hacer, pero hay que ir con cuidado.

Vamos, que está de moda hacen un Ironman.

Sí, es eso, pero es que en las redes sociales se le da a creer a todo el mundo que puede.

Pero en las redes sociales nadie cuenta sus fracasos, solo sus éxitos.

Así es, pero sobre todo es que ahora todo tiene valor. Terminar un Ironman es un reto, pero se debe hacer con entrenamiento, no por el simple hecho de hacerlo. Los que acaban un Ironman, en su entorno social, son como héroes, pero es que cualquier persona medianamente sana con buen entrenamiento puede terminar un Ironman en las horas que te dan de corte, pero no es bueno ni sano. Ha degenerado bastante por culpa del postureo, porque parece que si no estás en las redes sociales y lo cuentas, no has hecho nada.

¿Ha dejado de costarle dinero hacer deporte?

Todavía sigue costándome dinero, pero también es verdad que no he hecho triatlón de manera profesional. Lo normal es que los amateur, aunque seamos de mucho nivel, tengamos que pagarlo todo, aunque a mí me ayudan tres empresas como Desarrollo Industrial, Comercial Roldán y Galiempleo que, pese a no estar vinculadas al deporte, sí que lo apoyan. Otra historia será cuando dé el paso a la categoría profesional.

¿Tiene ya decidido saltar a profesionales en 2018?

Sí, he hablado con mi entrenador y está decidido. Yo no me voy a dedicar exclusivamente a ello, pero quiero medirme con los buenos de verdad. Soy consciente de que tengo limitaciones y de que no voy a ganar, pero quiero ver cómo de buenos son los profesionales y cómo de bueno puedo ser yo.

¿Y qué sintió cuando ganó en Copenhague?

Una gran emoción. Hay gente que está acostumbrada a ganar, aunque sea carreras pequeñas, pero yo nunca he sido ganador, ni en la bicicleta ni en el triatlón. Cuando te ves en una situación de esas es emocionante, porque encima hablaban de 200.000 personas animando en la carrera a pie. Fue una explosión de alegría y ese momento es el que valoro como deportista.