La grave caída del murciano Alejandro Valverde el pasado 1 de julio en la etapa prólogo del Tour de Francia en la ciudad alemana de Düsseldorf empezó a torcer el rumbo hacia la 72 Vuelta a España del equipo Movistar, que todavía no ha podido enderezarlo.

El precipitado abandono de la competición gala del ciclista de Las Lumbreras de Monteagudo supuso para la formación telefónica un completo trastoque de sus intenciones en la carrera española, ya que se quedó sin ninguno de sus dos líderes naturales: el propio Valverde y el colombiano Nairo Quintana, por haber competido ya en el Giro de Italia, donde fue segundo, y en el propio Tour, en el que se terminó viendo que no había llegado en su mejor condición.

Así las cosas y con una formación tremendamente joven en la que algunos ciclistas de futuro entraban con calzador porque no la tenían prevista inicialmente, la defensa honrosa de la victoria conseguida en 2016 por Quintana se antojaba imposible. Había que cambiar los objetivos y centrarse en pelear por defender su condición de mejor equipo del World Tour que ha ocupado las últimas temporadas y tratar de conseguir metas accesibles, como victorias de etapa, en la Vuelta.

La organización de la carrera española alivió un poco el peso de esa responsabilidad para las huestes que dirige Eusebio Unzúe al ceder al equipo Trek Segafredo del madrileño Alberto Contador, que había anunciado unos días antes su intención de dejar el ciclismo profesional al finalizar la Vuelta, el honor de llevar el dorsal número 1.

Sin embargo el infortunio parece no querer irse y sigue centrado en la formación telefónica en forma caídas importantes que están condicionando el rendimiento de todos sus ciclistas e incluso ha llevado al abandono de la carrera, caso del colombiano Carlos Betancur, en la sexta etapa.

«A veces viene todo rodado, pero otras viene torcido», dijo ayer Valverde para explicar una temporada en la que su equipo vivió una primera parte «muy buena» pero al que ahora todo le está saliendo casi justo al contrario de lo que les gustaría.

La caída del debutante Jorge Arcas poco después del primer kilómetro de la contrarreloj por equipos de Nimes (Francia), no fue el mejor presagio para comenzar una carrera de veintiún días. El de Sabiñánigo arrancó su debut en una grande como farolillo rojo de la clasificación. La sucesión de infortunios no hacía más que comenzar.

Tras la caída de Arcas, llegó la de Dani Moreno, un hombre con experiencia que también veía restadas sus condiciones a la espera de mejores días, pero lo peor llegó camino de Sagunto (Valencia) con la caída de Betancur en la bajada del alto del Garbí. Eusebio Unzúe se lamentó ayer del abandono del colombiano porque «estaba ahí, con Contador y Froome» tras un ataque muy duro que les podía haber permitido mantener opciones de pelear por los puestos altos de la clasificación.

Además, reconoció que el colombiano tiene condiciones para estar muy arriba peleando con los mejores, sobre todo una vez que ha conseguido reconducir los problemas que tenía con el sobrepeso cada inicio de temporada y que le estaban lastrando en su rendimiento.

Ahora el objetivo es dejarse ver y tratar de conseguir una victoria de etapa que les permita no cerrar su paso por la Vuelta 2017 de manera completamente desapercibida en cuanto a resultados deportivos.

Valverde se mostró convencido de que es factible que lo consigan. «Pueden lograr alguna victoria de etapa porque se les está viendo combativos y lo pueden tener en la mano», dijo con mención especial al ecuatoriano Richard Carapaz, los catalanes Antonio Pedrero, Marc Soler o el portugués Nelson Oliveira.

En el equipo telefónico confían en haber colmado el cesto de la mala suerte y que en las dos próximas semanas la suerte empiece a estar de su lado.