Recuperado física pero sobre todo anímicamente de su decepción olímpica de Río, donde solo fue undécimo, el murciano Miguel Ángel López Nicolás defiende hoy (15.20 horas) su corona mundial de 20 marcha frente a los aspirantes asiáticos, rusos y latinoamericanos. El de Llano de Brujas, que derrotó a los chinos en su propia guarida hace dos años en Pekín, ha pasado «la página de la decepción», ha hecho borrón y cuenta nueva y ahora parte «de cero, como los demás», además de con menos peso (68 kilos) que en las anteriores citas de máximo nivel.

China cuenta con tal profusión de talentos en la marcha que se ha permitido el lujo de prescindir del campeón olímpico, Wang Zhen, y del subcampeón, Cai Zelin, pero cuenta con el líder mundial del año, Wang Kaihua, que el 5 de marzo hizo marca personal en Huangshan con 1h17:54.

El segundo español, Álvaro Martín, asegura que «en la marcha no hay que hacer mucho caso del ránking», pero parece evidente que López debe mejorar su 1h20:21 de este año si quiere estar en la brega por las medallas. Diego García, campeón de Europa sub-23, completa la terna española.

El colombiano Eider Arévalo, líder del challenge mundial de 2017, será también un contrario peligroso, lo mismo que los japoneses Eiki Takahashi e Isamu Fugisama y los rusos Serguei Shirobukov y Sergey Bakulin, todos con tiempos por debajo de 1h19 este año. El alemán Christopher Linke y Álvaro Martín también presentan registros inferiores a 1h20.

La atleta cántabra Ruth Beitia, campeona de altura en los Juegos de Río 2016, inscribió su nombre en la lista de afectados por la resaca olímpica en los Mundiales de Londres y cerró su actuación en el puesto, para ella insólito, de colista: duodécima con una marca de 1,88. Cuatro años después de sufrir en los Juegos de Londres una decepción que la llevó a emprender un adiós del que felizmente se desdijo, Ruth Beitia, la mejor atleta española de todos los tiempos, ha vuelto a experimentar la cruz del atletismo en la capital británica. Se enfrentaba con 38 años a sus octavos y, probablemente -aunque no ella no lo confiese-, últimos Mundiales, como Usain Bolt, de forma que han sido la despedida del más grande de todos los tiempos y pueden serlo también de la mejor atleta española de la historia.

Su cuerpo, erosionado a lo largo de 28 años de competición (tiene marcas registradas desde que tenía 10, cuando saltaba 1,29), empieza a emitir señales inequívocas de agotamiento. En la ronda de clasificación estuvo en un tris de quedarse fuera. Necesitó agotar sus tres intentos para superar la barra en 1,92, pero lo consiguió para estar, por sexta vez, en la final de unos Mundiales.

Abrió la final en 1,84 y prosiguió con 1,88, ambas al primer intento. Las doce finalistas superaron las dos alturas. En la siguiente, 1,92, terminó el concurso para Beitia. Todas sus rivales superaron esa altura. A mediados de junio pasado, la saltadora cántabra resolvió dejar de competir para «resetear el cuerpo» y recuperarse por completo de «un año de locura», el que vivió en 2016 con el título europeo, el olímpico y la Diamond League, entre otros logros.

La rodilla, la cadera, el hombro. Los achaques físicos amenazaban con extenderse a todo el cuerpo. Paró de competir, no de entrenar, y cuando volvió experimentó una mejora, pero llegó a Londres con una marca modesta de 1,94, relegada al puesto 12 del ránking mundial. «Nunca había estado tanto tiempo lesionada. Han sido cuatro meses horrorosos. Por primera vez no sé qué va a pasar», confesó a su llegada a Londres.

Beitia se despide con un resultado injusto, pero el presidente de la Federación Española, Raúl Chapado, no le reprocha nada: «Nos ha dado tanto: 15 medallas internacionales, campeona olímpica, tres veces de Europa. Nos ha defendido tantas veces y tan bien dentro y fuera de la pista, que lo único que podemos decirle es 'Gracias'».