El 6 de agosto de 1992 no fue un día cualquiera en la Región. Las calles ardían por el calor, pero a 600 kilómetros, en Barcelona, Murcia dejaba de ser la vecina de Alicante para proyectarse al mundo entero gracias a un atleta, Antonio Peñalver Asensio, un joven que por aquel entonces tenía 23 años de edad. Superman, super hombre, el atleta 10 fueron algunos de los titulares de las portadas de los periódicos nacionales el día después. Hoy se cumplen 25 años de aquella hazaña, que marcó un antes y un después para el deporte de nuestra Comunidad Autónoma, huérfano hasta ese momento de grandes referentes. LA OPINIÓN rememora la efeméride con el testimonio de personas que vivieron el momento histórico.

El doctor Paco Esparza era un joven de 33 años inquieto. Meses antes de los Juegos Olímpicos organizó en Murcia una reunión científica de medicina del deporte a la que acudieron los más prestigiosos galenos del país. Poco después, un Viernes de Dolores, recibió una llamada desde el Comité Olímpico Español con la siguiente propuesta: «¿Quieres ser médico en los Juegos?». La respuesta no se hizo espera. «No sabía a qué iba, solo que el equipo lo formábamos tres médicos», recuerda aún emocionado un médico que tuvo que atender «de unas ampollas a Epi tras el desfile inaugural y a Fermín Cacho por una diarrea nada más llegar a la Villa Olímpica». El 6 de agosto Esparza estaba libre. Con su pase podía acceder a todos los rincones, no tenía límites. «Recuerdo a Peñalver muy tranquilo antes del inicio de la prueba de 1.500 metros, la última del decatlón. Ya sabía que iba a conseguir la medalla. Después de dar la vuelta al estadio con la bandera española y la de Murcia, vi que lo metían en la rueda de prensa. Entonces me fui a la calle, donde sabía que estaban sus padres, los cogí y fuimos pasando uno a uno los controles diciendo a todo el mundo que eran los padres del medallista. Cuando llegamos a la sala de prensa me aparté y los dejé abrazándose, fue muy emocionante», relata Esparza, quien recuerda «la euforia de todo el estadio y la gente, ya que era la medalla más importante del atletismo español».

Carlos Illán Ruiz, ex jefe de Deportes de LA OPINIÓN y en la actualidad director de la Agencya 21dehoy, acababa de regresar de vacaciones cuando Peñalver ganó la medalla: «Él llegaba en muy buen momento de forma, pero su marca era la novena o la décima de los participantes, por lo que una medalla era muy difícil. En la redacción pensábamos que el boxeador Ortega Chumilla o el ciclista Miguel Fernández, que consiguió diploma, podían subir al podio, pero no fue así», recuerda el cartagenero de aquellas jornadas de trabajo interminables, «en las que no había los medios de hoy y teníamos que multiplicarnos con el ánimo de dar la mejor información de un murciano que hizo historia». Para Illán, «la sensación es que Peñalver tenía unas cualidades físicas excelentes, una gran capacidad de sacrificio e inteligencia, virtudes que no siempre se conjugan en un deportista». Los días posteriores fueron una explosión de júbilo: «Había un sentimiento de orgullo en toda la Región. El recibimiento en Alhama fue muy emotivo, porque se notaba que el vecino de toda la vida, el chaval del pueblo, había hecho una gesta».

El diputado de La Unión Francisco Bernabé era un joven estudiante de la Universidad de Murcia que jugaba tanto al baloncesto en el Vedruna, club que él mismo fundó, como al rugby. El verano de 1992 fue muy especial para él: «Estaba todo el día pegado a la televisión en casa y, sobre todo, recuerdo la escapada que hicimos a Badalona porque habíamos conseguido entradas para los partidos de baloncesto Lituania-Brasil y Estados Unidos-Puerto Rico de cuartos de final. Nos presentamos en el pabellón con una pancarta que ponía ´Barkley, inténtalo con sabor´.

Aquello llamó tanto la atención, que Pedro Barthe nos sacó en TVE», narra el unionense, que aún tiene el vídeo guardado en su casa. La medalla de Peñalver ya le pilló en Murcia, «pero recuerdo que fue una fiesta, que la gente estaba emocionada. En una tierra donde siempre hemos sido más de deportes de equipo, nunca hasta ese momento habíamos tenido una figura deportiva de talla mundial, él fue el pionero y aún hoy en día me preguntan por el ´superman murciano´».

David Castro tiene 45 años y es el responsable de la Sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés. En 1992 estudiaba Turismo y trabajaba en Onda Cero. En 1985 un autobús recorrió todo el país recogiendo firmas de apoyo a la candidatura de Barcelona, y él y sus amigos no dudaron en inscribirse como aspirantes a voluntarios. Dos meses antes, entre más de 600 murcianos, se seleccionaron a 30: «Nos trataron a nivel VIP y estuve en primera línea, porque me situaron en el control de accesos al estadio, por donde pasaban todos los famosos. Me pellizcaba para ver que era verdad lo que estaba viviendo», rememora. El día de la medalla de Peñalver fue una fiesta: «Pedí permiso para ir al estadio, pero finalmente, con todo el ajetreo, me lo perdí. En el momento que consiguió la medalla estaba cenando, rodeado de catalanes, y todo el mundo me decía «murciano, que ha ganado el tuyo. Yo me puse a pegar saltos».

María José Cuenca, responsable de la Asociación Antiguos Alumnos y Relaciones Institucionales de la Escuela de Negocios de la UMU, se alistó en su juventud a la Asociación de Voluntarios Olímpicos de la Región de Murcia para estar en Barcelona 92. Cuando salieron las listas, se quedó como la primera reserva. «Fue una gran decepción, pero la Asociación, con la ayuda de la Comunidad Autónoma, nos proporcionó hospedaje en un albergue de Barcelona y consiguió que más de un centenar de murcianos fuéramos a los Paralímpicos en septiembre», recuerda una mujer que aún tiene fresca en la memoria «la fiesta de despedida que se celebró en la Villa Olímpica, bailando con los baloncestistas en la silla de ruedas, que nos decían con humor que tuviéramos cuidado de no pisarlos». En cualquier caso, vivió con pasión los Juegos en la distancia: «Recuerdo el nombre y la bandera de mi Región recorriendo el mundo y, además en una prueba, sin desmerecer al resto, como el decatlón, la más completa».

El actor de Puerto Lumbreras Ginés García Millán acababa de grabar su primera película, El infierno prometido, en el verano de 1992. También había grabado una serie con Paco Rabal y pasaba unas semanas de descanso en Águilas: «Había una energía especial para que los deportistas españoles ganasen. Éramos un país alegre, en el que todo el mundo se alegraba de los triunfos de los demás. Parece que ahora se ha perdido aquella alegría», explica el murciano, quien acaba de terminar de rodar una serie para Movistar. De la medalla de Peñalver recuerda que fue muy especial: «En mi casa la seguimos con mucha ilusión, a través de la televisión y leyendo las hazañas en los periódicos, y más yo, que por el negocio familiar (un hotel) casi aprendí a leer con el periódico».

Juan Manuel Molina Morote, actual presidente de la Federación Murciana de Atletismo, era un niño de 13 años que ya «era un friki del deporte que se quedaba hasta las tantas de la noche viendo los resúmenes de los Juegos en la tele». Molina, que logró sus dos mayores éxitos deportivos también un 6 de agosto -bronce en el Europeo de 2002 y en el Mundial de 2005-, daba entonces sus primeros pasos: «Salía a correr de manera espontánea». Él pertenece a esa generación de deportistas que surgió tras los Juegos. En su memoria guarda «el momento en el que Peñalver, tras ganar la plata, se abrazó llorando a Rosendo Berengüí, y cuando la bandera de la Región se paseó por todo el estadio. Fue algo impresionante, ver que un murciano conseguía la medalla era demasiado».

El actor Dani Albaladejo tenía 20 años, empezaba a darse a conocer en el mundo teatral y estaba iniciando su relación con su mujer. En junio de 1992 estrenó la obra de teatro Expropiados después de representar en el Teatro Romea Masacre a Guantazos-Caballo Desbocado. Fue un año intenso para él, que siempre había estado vinculado al deporte -fue futbolista-. «Me acuerdo de la medalla de Fermín Cacho, de Peñalver en el decatlón dando la vuelta al estadio, del gol de Kiko Narváez.... pero sobre todo recuerdo un país super unido, algo que no ocurre 25 años después.», rememora. Sin embargo, lamenta que «en vez de ir a mejor, este país ha ido a peor. Barcelona se puso en el mapa y ahora se quejan de que hay demasiado turismo», aunque celebra que «el deporte, que también tiene sus cosas malas, une, como cuando la selección española ganó el Mundial de fútbol y nos hizo a todos estar orgullosos de ser españoles».

El ceheginero Rosendo Berengüí era presidente de la Federación Murciana de Atletismo en 1992. Por su cargo también como directivo de la Española, vivió la medalla de Peñalver desde un lugar privilegiado, en la tercera fila del estadio, «junto al entrenador de Carl Lewis». El éxito de Peñalver y de muchos deportistas lo considera como el resultado a una buena planificación, «con la creación del plan ADO, un invento fantástico», aunque recuerda que "los catalanes vendieron que el presupuesto de los Juegos era de 300.000 millones de pesetas y luego fue tres veces superior, obligando al Gobierno a intervenir». «Gracias a todo ello, Peñalver se había podido dedicar esos cuatro años, desde Seúl, a prepararse. Y cuando un atleta vale y se le dota de ayuda económica, los resultados llegan. Recuerdo que un día después de ganar la medalla, un policía municipal muy vinculado al deporte me dijo que su plata era la más meritoria que había conseguido el deporte español por ser en decatlón».