Los aficionados del Real Murcia que seguían al equipo en la década de los 90 recordarán a un defensa mallorquín inusual en aquella época en Segunda B, en la que los centrales eran futbolistas a los que solo se les pedía despejar bien el balón. Pero Magín Mir Martínez (Palma de Mallorca, 6 de enero de 1970), que había estado en Primera División con el Albacete y que se había criado en la entonces exquisita cantera del Mallorca, era diferente, capaz de sacar el balón jugado y de dar sentido al juego desde atrás. Veinte años después, este mallorquín que antes de llegar a La Condomina de la mano de Paco Sánchez Sabater había militado en el Cartagena Efesé, con el que se quedó a un partido del ascenso a Segunda en 1993, se reencuentra, por motivos familiares, con el Real Murcia, ya que su hijo Rafa es uno de los líderes de ese Valencia Mestalla al que los granas tienen que eliminar para llegar a la final por el ascenso.

La familia Mir, que hasta hace cuatro años residió en Javalí Nuevo, donde se crió Rafa, que jugó al fútbol sala en ElPozo antes de fichar por el Ranero y de militar dos campañas en los infantiles del Barcelona, vive ahora en Palma de Mallorca, donde Magín trabaja para la empresa Hyatt en Capdedera. De hecho, el goleador del Valencia Mestalla fue grana durante uno de sus años en categoría cadete. «Rafa salió del Ranero y fichó por el Barcelona. La verdad es que no estuvo a gusto allí pese a que marcó 50 goles en esas dos temporadas. Cuando acabó en el Barça, él quería seguir jugando fuera, pero yo quería verlo, vivir el día a día con él, y volvió a casa. En el Murcia tuvo una experiencia bonita y metió 47 goles en una temporada alternando el cadete B y el A», recuerda Magín, quien se enteró el domingo por la noche, cuando ya prácticamente estaba durmiendo y gracias a una llamada de su hijo, que el Valencia Mestalla se enfrentaría al Real Murcia. «Me llamó Rafa a las doce de la noche y me dijo que les había tocado el Murcia. La verdad es que siento algo raro, porque sinceramente tengo ganas de que gane mi hijo, pero también es una pena que le haya tocado el Murcia con todos los equipos había», explica, para añadir que «él estaba un poco inquieto por el hecho de que les haya tocado el Murcia, porque sabe que todos los amigos irán a verle en el partido de la Nueva Condomina, pero si quieres estar en el fútbol profesional, tienes que lidiar con estas cosas».

Magín y Rafa, futbolísticamente, se parecen poco. «Él tiene gol, todo lo contrario que yo, que era defensa central. Es un niño que pese a su envergadura juega muy bien con los dos pies, y en el mundo del fútbol en el que nos movemos actualmente , si no tuviera grandes condiciones, sería difícil estar donde está con la edad que tiene», dice sobre un joven delantero que con 18 años debutó en Primera y en Liga de Campeones, y al que le queda un año más de contrato con el Valencia, aunque su futuro ahora mismo es incierto, puesto que «tiene novias a nivel europeo y español, pero me gustaría que se quedara en España y en el Valencia, porque él lleva allí cinco años, pero en esto del fútbol no se sabe».

Rafa siempre dice que su padre, por la experiencia que acumuló en casi quince temporadas como profesional -en el Real Murcia estuvo en la 96-96 y 97-98-, siempre ha sido su mejor guía: «No sé si lo he guiado bien, pero lo cierto es que tengo un hijo más pequeño, David, de 7 años, y Rafa me dice que como me lo lleve a jugar fuera con 12 años, como ocurrió con él, que me da dos tortas. Al final hemos intentado que se hiciera persona, que estudiara porque nunca se sabe si vas a llegar, y ahora es más difícil el fútbol, porque hay más niños que lo practican, pero nosotros siempre hemos intentado que estudie, aunque él se ha empeñado en ser futbolista y lo cierto es que de momento le está saliendo bien».

La trayectoria de Magín Mir fue, en cierto modo, atípica, ya que jugó en Primera y en Segunda B, pero solo en la campaña de su debut profesional con el Mallorca, estuvo en Segunda. Explica que «siempre preferí, después de salir de Primera del Albacete, estar en Segunda B, porque los equipos que me ofrecieron en Segunda A no tenían la historia del Murcia o el Elche, por ejemplo, que mueven mucho por sus masas sociales. Fue una lástima no poder ascender con ninguno porque en el Elche nos eliminó Las Palmas y en el Murcia no tuvimos la suerte de meternos en el play off, pero como clubes no tenían nada que ver con otros». Y es que jugar en el club grana en las etapas que no ha estado en Primera es como hacerlo en el Real Madrid de la categoría en la que esté: «Jugar en un club como el Murcia, con la presión que tiene, porque te obliga la gente a estar arriba, es difícil, pero mucha veces los aficionados no entienden cosas que pasan en un vestuario. En los dos años que estuve en el Real Murcia tuve grandes compañeros, futbolistas que de Primera, y fue una lástima no ascender. Estaban García Pitarch, Sigüenza y Mozos, por ejemplo, jugadores de gran calidad, pero la pelotita no entró», recuerda un exfutbolista que en Cartagena, en 1993, vivió uno de los momentos más amargos de su carrera deportiva. Ocurrió el mismo año en el que conoció a su mujer, Cristina, murciana afincada en Cartagena desde la infancia porque su padre trabajaba en Renfe, meses después de truncarse su traspaso a un club de Primera tras sufrir una lesión en el primer partido de liga ante el Sporting Mahonés, cuando ya estaba pactada su marcha: «Hicimos un año espectacular, jugamos el play off y solo necesitábamos un empate en el último partido en Badajoz, pero nos metieron cuatro. Por muchas explicaciones que quieras buscar, no las puedes encontrar, porque cuando te meten cuatro, todo ha ido muy mal».

Magín, que este curso no ha tenido mucho tiempo de ver al Valencia Mestalla por el trabajo y por estar entrenando a los cadetes del club San Francisco, advierte qué se va a encontrar el Murcia en la eliminatoria que empieza este fin de semana: «Los he visto jugar cuatro veces y este filial tiene chavales con una trayectoria importante en el fútbol, jóvenes que son capaces de meterle cuatro al Celta B y de perder un partido contra el penúltimo de su grupo, por ejemplo. Más que un filial es un equipo profesional, donde los chavales saben lo que quieren, pero al final esto es fútbol y da igual que seas un filial, lo importante es meter la pelotita una vez más que el contrario», termina diciendo.