Cuando Manuel Bermúdez Jiménez (Cieza, 12 de diciembre de 1997) era un niño, acudía a diario a la pista de atletismo de su localidad natal y se quedaba embobado viendo marchar a Juan Manuel Molina Morote. Mientras que sus amigos querían hacer longitud o correr, él ya solo pensaba en practicar marcha atlética. A José Antonio Carrillo, el gurú de la modalidad en España, no le hizo falta convencer con una de sus famosas charlas de motivación a un niño espigado y fibroso, con un cuerpo por pulir, para que pasara a engrosar esa cantera de talentos que ya estaban a sus órdenes. Por entonces, Miguel Ángel López Nicolás, campeón del mundo, ya había llegado desde Llano de Brujas hasta su escuela, que había dado otros olímpicos, como Fernando Vázquez y Benjamín Sánchez.

Bermúdez es el fiel reflejo de la evolución técnica que ha experimentado con el paso de los años la escuela de Cieza. A sus cualidades físicas y mentales, se le ha unido una espectacular marcha, un método elegante, el tronco siempre recto, zancada aterciopelada. El pasado domingo, en la Copa de Europa, fue 'SuperLópez' quien subió al podio con una plata individual, pero Bermúdez, que solo cuatro días antes de la competición ni siquiera sabía que estaba a unas horas de realizar su estreno internacional con la selección española absoluta, ya dejó muestras de su impronta, de lo que es y lo que está por venir, aunque tanto él como su entorno prefieren ir con cautela, paso a paso.

«No, el secreto no está en losmelocotones. Aquí, en Cieza, lo que tenemos es un hueso muy duro y un pilar fundamental, que es José Antonio Carrillo», dice Bermúdez con un tono de voz que denota admiración hacia su jefe, el hombre que le hace sufrir en cada entrenamiento. «Todo lo que ha salido de Cieza no ha sido fruto de la casualidad. Hay que darle las gracias a Carrillo, porque Fernando Váquez, Juanma, Benjamín y Miguel Ángel López han surgido de sus manos. Yo, con 7 años, ya estaba haciendo marcha, y eso es lo que diferencia a Carrillo de otros entrenadores, que no coge atletas que vienen ya formados de otro sitio, sino que él nos forma y nos entrena tanto a nivel deportivo como personal. Carrillo es como un segundo padre para mí», explica esta estudiante de Fisioterapia en la UCAM que esta temporada se ha estrenado en categoría absoluta a lo grande, con un cuarto puesto con sabor a medalla en el Campeonato de España y el estreno en la Copa de Europa, donde fue vigésimo primero y contribuyó a que España alcanzar la medalla de oro que nada más llegar a casa dejó besar a su madre Concha y a sus hermanos, que también hacen atletismo.

«A partir de ahora no pienso en las marcas porque el objetivo es el Campeonato de Europa sub-23 de Polonia de este verano», afirma sobre sus próximos retos. «Es mi primer año en los 20 kilómetros, una temporada que nos planteamos como de prueba, pero visto lo visto, de prueba ya no tiene nada. Hemos visto que puedo hacer marcas de muy alto nivel».

El Europeo de su categoría, después del regalo de poder disputar la Copa de Europa, se convierte desde hoy en el único pensamiento de Bermúdez. «Por las marcas que estamos realizando, podríamos conseguir una medalla en ese Europeo, pero entran muchos factores en juego, como la adaptación a las temperaturas y de cómo lleguemos a la competición. Pero sintiéndome como me siento, voy a pelear hasta el final; si logro hacer una buena marca y cojo medalla, podríamos decir que ha sido un año increíble», explica.

Pese a que hace solo un año se estrenó en los 20 kilómetros, parece que el proceso de adaptación ha sido rápido. Pero no: «Ha sido un camino largo, porque no es un año lo que llevo preparándome. Desde juvenil ya iniciamos ese período. Es cierto que es un cambio grande pasar de 10 a 20 kilómetros, porque los entrenamientos cambian, son más kilómetros a la semana, sesiones más duras, pero se está viendo que me he adaptado bien gracias a Carrillo, que ha sido el que me ha llevado ese plan», comenta.

El salto a categoría absoluta le ha llegado a Bermúdez en el inicio de un ciclo olímpico, un hecho que le hace albergar esperanzas de cara a Tokyo 2020, aunque él prefiere ir con cautela. «Descabellado no es, pero ahora mismo lo vemos muy lejos. Quedan tres años y medio y por eso hoy en día no es un objetivo, pero igual dentro de un año y medio o dos sí. Depende de las competiciones que pillemos por medio, pero es cierto que me gustaría estar peleando esa plaza para Tokyo», termina diciendo un atleta que siempre habla en plural, nunca en singular, como consecuencia de ese binomio perfecto que ha formado con ese creador de atletas de élite en el que se ha convertido su entrenador.