Al Real Murcia le sale todo bien desde hace un tiempo y ayer metió un pie y medio en la siguiente ronda del play off de ascenso a Segunda después de conseguir un 1-3 en casa del Pontevedra que deja la eliminatoria muy cuesta arriba para los gallegos y que permite a los granas afrontar con cierta tranquilidad el choque de vuelta del próximo domingo en la Nueva Condomina. Si la idea de los pupilos de Vicente Mir era marcar fuera de casa como gran obligación, los dos goles de Víctor Curto y el tanto de Sergi Guardiola dejan prácticamente sentenciado el duelo a doble partido ante un equipo gallego que cuando quiso tirar de casta y de fuerza ya tenía tres goles en contra que convirtieron en estéril el poco empuje que fueron capaces de ofrecer los futbolistas locales.

El resultado final desde luego pone de relieve la superioridad que tuvieron los murcianistas, pero no refleja del todo la realidad de un partido que, si cayó del bando grana, fue porque la pegada que tiene este Real Murcia sí que es un motivo para soñar con objetivos más ambiciosos. De hecho, en los primeros cuarenta y cinco minutos, las dos llegadas claras de los pupilos de Vicente Mir se tradujeron en dos goles, una losa que sí dejó tocado al Pontevedra. Por si fuera poco, nada más salir del túnel de vestuarios, Víctor Curto hizo el tercero de cabeza y lo único que le quedaba al equipo local era poner toda la carne en el asador, como mínimo, por una cuestión de amor propio.

A pesar de la superiodidad grana en todos los sentidos, el campo de Pasarón no era ninguna broma teniendo en cuenta que en la Liga no fueron capaces de ganar allí rivales muy fuertes como el Racing de Santander y la Cultural Leonesa. De hecho, los primeros cinco minutos del encuentro de ayer asustaron un poco a la afición grana, ya que entre las variaciones que hizo Vicente Mir en el once titular y que en el minuto ocho los primeros en enseñar los dientes fueron los locales por medio de Bonilla, hacían presagiar un partido mucho más igualado. Pero no fue así ni mucho menos.

Veinte minutos tardó el Real Murcia en enseñar su verdadera cara, la de depredador agazapado que no falla una captura. Sin un dominador claro y con cierto respeto todavía en el césped, el primer acercamiento de los granas terminó en gol de Víctor Curto. Sergi Guardiola se plantó solo delante del meta local y el disparo golpeó en el portero, lo que no evitó que Curto apareciera por allí para fusilar la portería en una segunda jugada que fue como un jarro de agua fría para los jugadores del Pontevedra.

La timidez que exhibió el Pontevedra incluso como local se vio agudizada tras el noveno tanto con la camiseta grana de Curto desde que llegó en enero procedente del Linares. Luisito, el preparador de los locales, trataba de que sus jugadores no arrojaran la toalla tan rápido, pero no pudieron hacer otra cosa porque cuando el Murcia de Vicente Mir huele la sangre, parece que se vuelve más agresivo todavía. Armando se sacó un lanzamiento desde fuera del área en el saque de un córner (37') que bien podría haber sido el segundo de un jugador al que ayer le tocó ayudar al equipo como falso extremo, una maniobra arriesgada del entrenador, pero que funcionó bastante bien.

Si Armando avisaba desde lejos, dos minutos después, en el 39, el atacante Sergi Guardiola también tuvo la fortuna de sumar un nuevo tanto a su cuenta particular en una jugada en la que la única duda era si el jugador cedido por el Granada estaba en fuera de juego, ya que las imágenes no aclaraban absolutamente nada. Sin embargo, sin el banderín levantado, el delantero tiró de sangre fría para una de sus especialidades, definir con calidad al palo contrario al que la espera el portero. El 0-2 sí que consiguió cambiar las caras de los futbolistas de un Pontevedra que no pudo frenar al Murcia ni empleándose con la dureza que puede darse en algo tan importante como una fase de ascenso.

En este momento, los seguidores locales estaban viendo el desconcierto que reinaba entre las filas de su equipo y todavía pudieron dar gracias al fin y al cabo de que Javi Saura se pusiera nervioso y estrellara un mano a mano en el cuerpo del portero Edu después de una asistencia de Adrián Cruz, quien ayer enseñó más destellos de lo habitual, probablemente porque David Sánchez se puso manos a la obra y no tuvo problemas en meterse de lleno en el barro. Ni Vicente Mir podía haber soñado la noche de antes con una primera parte así, ni mucho menos con lo que iba a pasar tras el paso por los vestuarios.

Aunque el 0-2 era un lastre difícil de llevar y de asumir, un gol seguía metiendo de lleno al Pontevedra en una eliminatoria que nadie debe olvidar que es a doble partido. Pero ni con esas, ya que todas las explicaciones que dio Luisito a sus jugadores en el vestuario se derrumbaron a los tres minutos de la reanudación. El capitán del Murcia, el lateral zurdo Fernando Pumar, terminó de certificar que efectivamente ha mejorado mucho los centros al área y puso un balón que era un caramelo para que Víctor Curto de nuevo, sin piedad, fusilara de cabeza a un meta local que vio cómo le pasaba por delante un proyectil ante el que no pudo hacer nada.

Con el rotundo 0-3 a favor fue entonces cuando, lógico por una parte, el Murcia redujo una marcha y el Pontevedra trató de conseguir algo de vida un poco a la desesperada. Un fallo de Simón al tratar de blocar el balón en el minuto 75 casi le cuesta un disgusto, pero el canterano volvió a atrapar el balón justo en la lína de gol. Era el preludio de que algo podía pasar en cualquier momento. Fue en el minuto 78 cuando el árbitro vio desde un sitio inmejorable cómo el grana Golobart aprovechaba su envergadura para hacerle un placaje a un jugador local, lo que llevó al colegiado a señalar el punto de penalti. Si el partido ya tenía muchos goles, el del Pontevedra también tuvo su dosis de emoción y de belleza, ya que Bonilla, a lo panenka y con mucha precisión, batió a Simón para tratar de aportarle un poco de oxígeno a sus compañeros.

Fueron los peores minutos de un Murcia que tampoco podría pretender tener la iniciativa del balón los noventa minutos y que tampoco supo negociar la gresca como se debía, ya que el Pontevedra aumentó la intensidad de sus acciones y los granas apostaron entonces por hacer el papel de víctimas en lugar de haber respondido con la misma moneda, a pesar de tener que asumir riesgos indudablemente. Otro fichaje de invierno, Elady Zorrilla, casi marca el gol de la tarde con un gran disparo en el 88 que se estrelló en el travesaño. Las pérdidas de tiempo de los jugadores granas provocaron que el árbitro añadiera seis minutos, pero la historia ya estaba escrita. El Murcia tiene un porcentaje muy alto, por no decir que lo tiene hecho, de pasar a la segunda ronda. Pero quedan 90 minutos en Nueva Condomina y en este tramo del torneo nadie debe confiarse en exceso.