Un catracho, un hondureño nacido en Málaga tiene gran parte de culpa. Aunque parezca desmerecido ensalzar el trabajo de un solo jugador por encima del gran esfuerzo realizado por todo un equipo, la afición del UCAM Murcia puede hacer suyo cierto grito particularmente conocido para los españoles: 'Viva Honduras'.

De la forma más humilde y coloquial, se conoce a los catrachos como a aquellos nacidos en Honduras. Pese a que Jona deba mucho a España, tanto como jugador como persona, las raíces pesan para dar lugar a un jugador diferente, a un tipo especial.

El UCAM debe media vida y gran parte de la salvación, en caso de conseguirla en las tres próximas semanas, a los catorce tantos que Jona ha materializado en lo que llevamos de temporada. Y nueve de ellos, en esta segunda vuelta.

En la tarde de ayer fueron dos chicharros y un ensalzamiento de su conocimiento del fútbol. Jona encarnó el espíritu de toda la plantilla del UCAM y de su técnico, Francisco: sin derroche, sin cansancio, sin pasión ni bemoles, no se concibe el fútbol.

El conjunto universitario, a falta de tres jornadas para la conclusión de la Liga, se mantiene cinco puntos por encima del descenso. Probablemente dos o tres puntos más, de los nueve restantes, pongan el broche de oro a una temporada de infarto y sufrimiento. El UCAM, conociendo las derrotas de dos rivales directos en sus aspiraciones como Nástic y Elche en la noche del viernes, salió con uñas afiladas, a pecho descubierto, y sin miedo al rival que tenía enfrente, un Huesca que se juega un puesto en la promoción de ascenso a Primera.

La determinación adoptada por el UCAM en La Condomina ante equipos con mayor presupuesto y objetivos mayores ha sido fundamental en la casi, casi consecución de su permanencia en Segunda. Ayer volvió a refrendar la premisa, y parece ser que casi seis mil murcianos lo intuyeron, dando una gran muestra de ello su citación en el feudo universitario. Un apoyo vital cuando quizá nadie lo esperaba.

La salida al campo de ambos conjuntos fue consistente. La disposición de los dos durante los minutos iniciales plasmó la tónica del partido: las bandas iban a ser esenciales. Tanto UCAM como Huesca, con extremos y laterales con recorrido y buen centro, libraron una sensacional y bonita batalla, especialmente en la segunda mitad.

El Huesca dominó con más criterio en el arranque, y explotando el hándicap del UCAM, el balón parado, trató de hacer daño. El central y capitán Carlos David, de chilena primero y de cabeza después, dio los primeros avisos. Hasta que Jona apareció, no para avisar, sino para celebrar dos zarpazos con tres minutos de diferencia. El atacante del UCAM estaba interviniendo en casi todas las jugadas de los suyos: bajaba a recibir, peleaba de espaldas, pisaba con delicadeza y combinaba con rapidez. Y como dato curioso, sus dos tantos nacieron en la banda izquierda.

En el 18', Vicente la colgó con suavidad al segundo palo para Jona, que cabeceó a la red sin que Herrera tuviera tiempo para despejar. Sin ocasión para la reacción oscense, el UCAM, por medio de Albizua, tuvo el segundo apenas dos minutos después. Herrera salvó el remate abajo del central del UCAM casi sobre la línea, y en la jugada posterior, Jona asestó su segundo golpe de la tarde. Nono filtró, también desde el costado zurdo, para Pere Milla al área. El catalán, la viva imagen de la perseverancia, la puso en bandeja al segundo palo para que Jona marcase su segundo gol: el gol de todos.

El Huesca cayó noqueado. Dos goles tan seguidos tumbaron a los visitantes, que no despertaron hasta que Vinicius dio un buen susto justo antes del descanso. Biel Ribas, que de nuevo rayó a gran nivel, truncó las ilusiones del atacante.

Tras el descanso, el Huesca y su técnico Anquela no dudaron en aprovechar el tiempo y dar tres pasos hacia delante. Vadillo puso la velocidad, Melero se adueñó del centro del campo en una bella batalla con Manuel Sánchez por el control del partido, y la velocidad de los de arriba hizo el resto.

En el 56', con mucha fortuna, Vinicius otorgó la dosis de tensión para hacer más grande la gesta. Samu Sáiz filtró al espacio, Vinicius arrancó en posición más que dudosa, y se plantó en el área ante Biel Ribas. El guardameta del UCAM detuvo en el mano a mano, pero aliándose con el rebote, el atacante del Huesca introdujo el balón en la portería.

Poco después, tras una recuperación en medio campo sublime de Manolín, Jona dispuso de otro mano a mano que no pudo materializar. Se quedó sin 'punch' y sin aire en el momento decisivo, y disparó con poca potencia sobre la portería de un Herrera que detuvo con el pie izquierdo.

Treinta minutos de incordio visitante, pero con las ideas locales bien claras, fueron elevando la temperatura del ambiente en La Condomina. El UCAM achicó, el centrocampista Melero siguió agitando con buen criterio el ataque oscense, y Ferreiro tuvo las dos mejores para los visitantes, pero en ambas obtuvo el mismo resultado: un atento Biel Ribas atajó con reflejos felinos sus intentonas desde el lado derecho.

Pero caprichos del fútbol mediante, un invitado especial puso la puntilla al Huesca. Morillas, que jugó inesperadamente como interior zurdo en la segunda mitad ante su exequipo, firmó tras un contragolpe de manual el tanto de la sentencia. Y tenía que ser en el añadido. No podía haber mejor final. La magia del fútbol.