«No somos un rebaño que siga a un pastor». Así de rotundo se mostraba Miguel Martínez, presidente de la Federación de Peñas del Real Murcia, en junio de 2013. El máximo responsable de los peñistas se había convertido en esa época en el principal azote del consejo de administración presidido por Jesús Samper. Respaldando a sus más de dos mil afiliados, el murciano tenía claro que una cosa era animar y otra muy distinta agachar la cabeza ante aquellas decisiones que creían que afectaban a la masa social. Y así volvió a actuar a principios de junio de 2014. Con el Real Murcia entre los equipos clasificados para la fase de ascenso a Primera División, ningún seguidor murcianista quería perderse la primera eliminatoria frente al Córdoba. Aunque a pocos gustó la decisión del club de hacer pagar a los abonados entre ocho y 35 euros para ver un partido que podría poner al equipo con medio pie en la máxima categoría.

Por ello, nada más anunciarse las tarifas, Miguel Martínez lideró las quejas de los peñistas y de los aficionados en general. Tal y como él explicaba en aquel momento, el responsable de la FEPEMUR se puso en contacto con el club para intentar hacerles entrar en razón. «¿Qué es mejor, meter veinte mil personas o ver un estadio medio vacío?», se preguntaba, para añadir inmediatamente que «el Real Murcia no ha buscado que el estadio sea una caldera». Además, criticaba duramente la postura del club de querer hacer una gran taquilla: «Aunque en estos partidos viene bien la recaudación, lo que hay que pensar es en crear ambientazo. Con precios más asequibles se consigue multiplicar la ilusión de la gente». A la misma vez que reiteraba su posición en los medios de comunicación, Martínez consiguió que los responsables de la entidad rectificaran, fijando unos precios más asequibles -8 euros para los fondos, 12 para la lateral y 20 para la preferente-.

Pero tres años después, y ante una situación más o menos similar, Miguel Martínez ha cambiado de bando, haciendo prevalecer su puesto de vicepresidente del Real Murcia al de presidente de la Federación de Peñas granas.

Ante el primer caso en el que el murciano ha visto cómo sus cargos chocan entre sí, la postura del responsable murcianista ha sido contundente, y es que no ha dudado en hacer oídos sordos a los aficionados y olvidar todo aquello que defendió en 2014 -la «ilusión», «la necesidad de crear una caldera», la «sensibilidad con los abonados»-, para respaldar fielmente a Raúl Moro, presidente de un consejo de administración del que el propio Miguel Martínez es vicepresidente.

La polémica se iniciaba el domingo por la tarde. Nada más señalar el árbitro el final del choque frente al Extremadura, el club grana decidía anunciar por megafonía que los abonados pagarían entre 10 y 20 euros para la primera eliminatoria de los play off -mientras que en 2014 se luchaba por ascender a Primera, ahora se busca subir a Segunda-.

Los pitos y las críticas de los socios no se hicieron esperar, llegando algunos de ellos incluso a discutir con Miguel Martínez, quien abandonaba el palco. Con el paso de las horas, las quejas no han arreciado. Tanto en las redes sociales como en la calle, los abonados granas no entienden que se les haga pagar después de que la entidad lleve más de dos meses regalando entradas por doquier. Consideran, según repiten en distintos foros, que se merecen un mejor trato, sobre todo teniendo en cuenta que han demostrado su fidelidad tanto en los buenos como en los malos momentos.

Sin embargo, todos esos abonados que siguen digiriendo la decisión de Raúl Moro y de su equipo se han quedado sin nadie que les represente ante los que mandan. Porque Miguel Martínez, al contrario de lo que hizo en 2014, considera que los precios fijados «no son dinero». «Pagar estas tarifas no supone ningún esfuerzo», señalaba ayer el presidente de los peñistas en los micrófonos de Onda Cero. «Los precios están bastante bien. Más no se puede hacer», insistía.

Durante toda esa misma intervención, prevaleció la voz del vicepresidente del Real Murcia. Y es que, si en 2014 consideraba que «recaudar no debe ser lo más importante» y que «había que poner entradas más baratas para llenar el estadio y que sea una caldera», ayer Miguel Martínez daba un volantazo para hacer ver a los aficionados que los gastos de un club de fútbol, de los que hasta el momento nunca se había preocupado, no se pagan solos. «La afición tiene que hacer un esfuerzo para ayudar al club, porque aquí no va a venir ningún megamillonario para poner dinero», continuaba, para defender que «Raúl Moro llegó e hizo un gran esfuerzo para traer fichajes que valen un dineral, ahora es el turno de que los aficionados apuesten por el equipo».