¿Qué discapacidad sufre y por qué?

Fue por un accidente que sufrí cuando tenía 20 años de edad. Una mañana, después de ir a la Universidad, me acerqué a Cobatillas a ver a entrenar al Real Murcia, y cuando venía camino de Torre Pacheco, me reventó la rueda del coche. Perdí el conocimiento y aunque después hablaba, no recuerdo nada, solo que di varias vueltas de campana. Tengo una lesión medular en la L2.

¿Hacía deporte entonces?

Sí, jugaba al fútbol y era entrenador de la escuela de fútbol de Torre Pacheco. El deporte y yo siempre hemos ido de la mano.

¿Le costó asumir un palo así con solo 20 años?

Es cierto que la vida te cambia, pero tampoco le he dado muchas vueltas, he tirado para adelante. Mi fisioterapeuta, cuando me visitó en la Arrixaca, vio que contraía un poco el cuádriceps y ya me dijo que iba a volver a andar. Durante el año y medio que estuve en el hospital de Toledo empezaba la rehabilitación a las nueve de la mañana y terminaba a las ocho de la tarde; solo pensaba en dejar la silla de ruedas y nunca le daba muchas vueltas a la cabeza. Es cierto que me ha ayudado ir consiguiendo metas y ahora voy con una muleta en el trabajo y sin muletas en casa, pero mi cabeza nunca ha estado pensando en por qué me ha pasado a mí esto. Me ha pasado y ya está.

Veo que encauzó rápidamente su vida.

Sí porque soy un poco cabezón y no me dio tiempo a pensar en por qué, por qué, por qué. También es cierto que al comprobar diariamente que experimentaba mejoría, lo hacía todo más fácil. Lógicamente he tenido momentos malos de cabeza, como todo el mundo.

Quizás sufrió más su familia que usted.

Nunca me lo dirán, pero yo sé que ellos han sufrido. Siempre han estado a mi lado y mis padres se vinieron conmigo a Toledo. Ellos sabrán más que yo lo que han pasado, porque me pilló muy joven, pero todos en mi familia somos muy callados y nos lo tragamos todo.

¿Y cómo llegó al tenis adaptado?

Pues fue muy curioso. Yo empecé a trabajar en Grupo Caliche y la empresa celebra todos los años el Memorial José Martínez de pádel. Un compañero mío me comentó que podía apuntarnos y le dije que no tenía ni silla ni nada para jugar. Pero al final jugamos y ahí conocí a un chico que entrena en Murcia, que es mi entrenador, Alejandro Pay, con el que empecé el vínculo. Todo fue jugar un torneo, conocer a mi entrenador y ponerme a jugar.

¿Qué características tiene este deporte?

La única diferencia es que tenemos dos botes y que la silla es parte del cuerpo, por tanto, si la bola nos toca, es punto para el rival.

Para llevar poco tiempo no se le ha dado nada mal.

Ya llevo cuatro años, y menos en el primero, en el resto en todos me he clasificado entre los ocho primeros de los torneos y ahora mismo soy quinto de España y cien del mundo. Lo importante es que sigo disfrutando, pero también es que van unos treinta títulos ganados entre individuales y dobles.

¿Y hay mucha gente que juega?

Continuamente, unos 20 o 25 jugadores, y lógicamente, como todo en esta vida, la parte económica hace que no todo el mundo pueda. En total, seremos unos 40, pero antes de que yo empezara, había muchos más.

¿Es muy cara una silla?

Puede costar de 3.000 a 5.000 euros.

¿Qué singularidad tienen las sillas?

Que las ruedas están inclinadas para poder girar mejor y que llevamos antivuelco. Además, pesan poco, como la mía, que es de titanio y pesa unos 7 kilos.

¿Cómo se organizan los torneos y de qué federación dependen?

Antes dependíamos de la Federación de Discapacitados, pero desde hace dos años estamos con la Federación Española de Tenis y yo tengo licencia por el Club de Tenis Torre Pacheco. Hay cinco o seis torneos nacionales, más el Campeonato de España, otro por Comunidades Autónomas y el Master, que se celebra el final del año con los ocho mejores.

¿Hay algún Federer o Nadal en este deporte?

Bueno, gente que domine como ellos no hay. El número uno español es el quince del mundo y se dedica única y exclusivamente al tenis. El uno y el dos de España están un escalón por encima del resto porque entrenan cinco o seis días a la semana, viajan por todo el mundo para jugar torneos y tienen apoyos. A las pasadas Paralimpiadas fueron tres chicos y una chica por España.

Pues si usted está el cinco de España, en Tokyo 2020 podría estar en las Paralimpiadas.

Buenos, vamos paso a paso. Está más cerca llegar a la selección que unas olimpiadas, para las que necesitas dedicarte un año entero para llegar, aunque mis jefes, que también son mis patrocinadores, ya me han dicho que si llega ese momento me van a dar todo el apoyo del mundo. Ahora mismo no lo pienso porque quedan dos años y no se sabe qué ocurrirá. Las Paralimpiadas son un sueño, pero ahora mismo no me lo planteo.

¿Tiene muchas limitaciones para entrenar?

Como trabajo y tengo que ir a entrenar a Murcia, al Club Horizonte, tengo que hacerlo a las nueve y media de la noche. Pero la verdad es que mi empresa me apoya desde el primer día, cuando no sabía ni dar un giro en la silla. No puedo dedicarme en cuerpo y alma por el trabajo, pero voy a seguir acudiendo a los torneos.

¿Qué es lo más difícil del juego?

Mover la silla. Antes también jugaba el tenis y los golpes los tenía asumidos, pero eso es algo que se puede aprender antes que a dar un giro. Nosotros nos movemos en un ocho y eso dificulta mucho.

¿Se ha caído muchas veces de la silla?

Caerme no porque llevo antivuelcos, pero en algún partido sí me que me ha ocurrido de forma esporádica. Hay algunos que se caen más de la cuenta, pero es porque no están tan bien de la cabeza.