Hay un aficionado del UCAM Murcia, cuyo nombre no estoy autorizado a desvelar, que ayer, cuando a un minuto y medio del final para el final del encuentro los Sufridores sacaron una pancarta pidiendo la continuidad de Fotis Katsikaris, se levantó como un resorte de su asiento para aplaudir y corear el grito «Fotis quédate». Solo lleva unos siete años acudiendo a los partidos del Palacio de los Deportes, pero se ha convertido en un incondicional que incluso empieza a entender ya de baloncesto. Su imagen se quedó grabada en mi retina porque viene a reflejar el sentimiento de la grada. Muy pocas veces un entrenador ha encontrado en la exigente afición murcianista la unanimidad que ha conseguido el griego. Ese runrún que se escuchaba con Óscar Quintana y otros técnicos ha desaparecido. Nadie, mejor dicho, casi nadie cuestiona los planteamientos del preparador que el curso pasado llevó al club a jugar los play off y a clasificarse para la Eurocup. Y todo pese a que no es una persona que le ría las gracias a nadie, que no desprende simpatías ni hace chistes en las ruedas de prensa.

A Fotis le costó cogerle el pulso al club, a la ciudad y a la plantilla la pasada temporada. Pero en esta ocasión ha sido llegar y besar el santo. En Krasnodar no lo pasó bien. Su idea no llegó a calar en el Lokomotiv Kuban, la entidad que el pasado verano le lanzó una serpiente encantadora y que le convenció para cambiar de aires. Pero en Murcia se quedó su familia, su hijo siguió jugando en el equipo júnior B del UCAM, y cuando se acabó de forma prematura esa experiencia amarga en Rusia, volvió a casa, donde sí que la afición le ha dado un calor que ni él mismo esperaba.

Fotis ha aprendido de la experiencia. De hecho, su relación con los dirigentes del club y los jugadores ha sido más dulce en esta segunda etapa, aunque ayer el rostro del preparador estuvo en muchas ocasiones desencajado porque su equipo no jugó bien. Y es que el partido ante el Zaragoza era complicado por la euforia que se había instalado en la plantilla y en el entorno después del triunfo en Santiago de Compostela. La autocomplacencia es el peor enemigo en el deporte profesional y el UCAM corría peligro de instalarse en ese estado por lo vivido en las últimas jornadas, en las que ha pasado de estar coqueteando con el descenso a huir de esos últimos puestos e incluso mirar al octavo, aunque dada la ventaja concedida a los rivales durante la 'era Quintana', ahora la ecuación matemática es muy difícil de resolver. El Palacio, de hecho, estuvo frío durante muchos minutos, demasiado para lo que necesitaban los jugadores. Quizás había una sensación de confianza en el triunfo irreal porque el rival, desde la llegada de Luis Guil, ha mejorado ostensiblemente, sobre todo en defensa. Pero cuando el partido se decidía, se acabaron las especulaciones y entonces sí que la grada jugó su encuentro. Y cuando la incertidumbre aún se mantenía en el marcador, apareció esa pancarta que puso al público en pie al grito de «Fotis quédate» en una jornada en la que no estuvo en el palco el presidente, José Luis Mendoza, el hombre que sabiamente rectificó el pasado mes de enero cuando llamó de nuevo al griego, y que ahora tiene la presión de convencerle para que lidere, como le pide la afición, el proyecto del próximo año.

Antes del cortejo, Kevin Tumba volvió a demostrar que su fichaje fue un acierto. Es una lástima que el equipo no tenga un base capaz de poner el balón por encima del aro al belga, que anotó 8 puntos en apenas tres minutos tras nada más entrar en escena en el primer cuarto en sustitución de Marcos Delía. Pero el pívot que llegó del Charleroi para sustituir a Vítor Faverani se ha ganado el respeto de todos a base de trabajo y dedicación.

Pero si hubo un jugador que ayer logró borrar del rostro esos gestos de amargura que en gran parte del partido se vieron en Fotis Katsikaris fue Vítor Benite. El brasileño, que es uno de los dos jugadores que tiene contrato para la próxima temporada, brilló con luz propia cuando a sus compañeros se les encogió el brazo. Salir desde el banquillo le sentó bien al escolta de Sao Paulo, que se fue hasta los 24 puntos con un 55% de efectividad en los triples. El otro componente de la plantilla que también tiene compromiso para el próximo curso, José Ángel Antelo, también le echó una mano importante. El capitán ha vuelto a ser el capitán desde la llegada de Katsikaris. La paternidad le ha sentado bien, pese a que ahora por las noches seguro que en más de una ocasión tendrá que ayudar a su mujer a atender al nuevo miembro de la familia. Pero el ala pívot se ha vuelto a entonar, ofrece un plus en defensa y en ataque lanza esos aguijonazos que tanto daño hacen a los rivales.

Ahora ya solo queda el desenlace final del curso, con un solo partido en casa, el miércoles 10 ante el Unicaja en un mal horario para promover la asistencia de público (ocho de la tarde). Ya les garantizo que pese a ello, la pancarta volverá a aparecer y se volverá a escuchar el grito «Fotis quédate». El cortejo seguirá.