La Policía Nacional detuvo al entrenador italiano del Eldense, Filippo di Pierro, y al presidente del grupo inversor que gestiona el club, Nobile Capuani, de la misma nacionalidad y que la temporada pasada estuvo durante tres meses al frente del Jumilla, por supuestamente amañar los resultados de sus partidos.

La investigación arrancó tras perder el equipo de fútbol de Elda 12-0 en el partido del pasado fin de semana contra el FC Barcelona B. A los detenidos se les atribuye un delito de corrupción entre particulares. La detención se produjo tras la denuncia presentada por la directiva del equipo que milita en Segunda División B. La Policía, que se ha hecho cargo de la investigación, cree que podrían haber amañado partidos.

«En principio, la Policía me ha comentado que iba a tomarle declaración a Capuani y luego me he enterado que se ha quedado detenido aquí en comisaría. El juez ha decretado el secreto de las actuaciones, por eso le he dicho a Capuani que no declare aquí y que lo haga mañana -hoy para el lector- ante el juez», comentó ayer José Miguel Esquembre, abogado y portavoz del grupo inversor italiano del Eldense.

Durante la gestión al frente del Jumilla del grupo de Nobile Capuani, uno de los entrenadores que estuvo al frente del equipo, aunque no llegó ni a poder sentarse en el banquillo, fue el murciano Paco Pliego, quien en la actualidad dirige a un equipo de base de la Escuela de Fútbol de Puente Tocinos. Pliego, que tiene una larga trayectoria en los banquillos, afirmó ayer a esta Redacción que durante su etapa en el Jumilla no escuchó «nada de apuestas ilegales», pero afirma que no le sorprende «nada de lo que ha ocurrido» porque «un entrenador honesto no puede durar con ellos ni una semana. Yo vi cosas que no entraban en mi forma de ser y por eso tomé la decisión de irme después de estar en el foso en el partido contra el Cartagena y de jugar en Granada, aunque sí te digo que había un montón de entrenadores que querían estar pese a saber lo que ocurría», recordaba el preparador.

«Están acostumbrados a manipular, a hacer ellos las alineaciones y a imponer los futbolistas que tienen que jugar. Yo estuve quince días, pero me tenía que haber ido incluso antes», comentó.

La gota que colmó el vaso para Pliego fue cuando en Granada se dio cuenta que el utillero, que era una persona que había traído Capuani y su grupo, estaba dando instrucciones y diciendo a los jugadores que tenía que cambiar: «Después del partido, pese a que los jugadores me pidieron que no me fuera porque estábamos cobrando al día, tomé la decisión irrevocable».

Pliego considera que el equipo se salvó del descenso «por la unión de los jugadores y porque Paco Serrano, el abogado del club, logró echarlos. La situación unió al vestuario, que estaba lleno de grandes profesionales, y por eso lograron evitar el descenso, pero yo no estaba dispuesto a seguir con esa locura».