Jugando mejor o peor, lo que no tiene ninguna duda es que el Cartagena se atraganta cada vez que tiene que jugar un encuentro en su campo, al menos en los últimos tres meses de competición. Da igual que los albinegros acaben con uno menos, que el equipo juegue como los ángeles o que no se acierten las innumerables oportunidades de que se disponen, la realidad es que este Cartagena no es capaz de ganar dos partidos seguidos en su campo desde el pasado 13 de noviembre. Además, en la segunda vuelta tan sólo ha vencido un choque de los cuatro que ha disputado en su terreno de juego.

El empate frente al Melilla fue la constatación de que este bloque dirigido por Monteagudo no se siente cómodo en su campo, ante su afición y desplegando su fútbol, porque mientras a domicilio es una apisonadora, en el Cartagonova se le van las burbujas como a la gaseosa conforme transcurre el choque.

Tras el fantástico resultado de hace una semana en Lorca y el golpe en la mesa en la casa del ahora de nuevo líder, los albinegros no fueron capaces en esta oportunidad tampoco de resolver un encuentro cuando más cómodo lo tenían: ante un oponente que apenas había inquietado a Marcos, ayer portero titular, y controlando el tiempo del encuentro.

Un nuevo despiste defensivo dejó al Cartagena tocado, sin recursos para sobreponerse ni ánimo para volver a dar un paso adelante y meterse el partido en el bolsillo.

La buena primera parte, que acabó con un 1-0 escaso, no fue secundada en la segunda y cuando el Melilla igualó el bonito tanto inicial de Fernando Llorente -cuarto en su cuenta-, los futbolistas dirigidos por Alberto Monteagudo desencajaron el rostro y no lograron volver a encontrar el juego que les había puesto por delante en la primera mitad. Volvieron los fantasmas de partidos anteriores, tirando por tierra de nuevo en el Cartagonova el liderato.

La lesión del central Moisés provocó que el cartagenero Gonzalo Verdú retrasara su posición en medio campo para acompañar a Zabaco en la línea de atrás. Sergio Jiménez encontró, por tanto, un sitio en el medio campo y Marcos, el hasta ahora suplente de Limones, podía jugar como titular por vez primera en esta temporada. Germán vio recompensado su gran partido en Lorca con una nueva titularidad y aunque no estuvo tan acertado, el canario sí que hizo mucha labor de desgaste hasta que fue sustituido por Arturo a 22 minutos para el final.

Lo cierto es que el primer cuarto de hora de los locales fue muy bonito, porque llegaban bien por las bandas, se asociaban por el centro y salían rápidos a la contra. Solo faltaba el gol, puesto que los argumentos eran los adecuados para batir al meta visitante. El primero que lo intentó fue Germán en una acción individual en uno de los picos del área. Se fue de su defensor y disparó ajustado al palo, para que Barro se luciera.

En el minuto 6 era Jesús Álvaro quien remató demasiado cruzado un córner botado al segundo palo por Rivero. El esférico llegaba en inmejorables condiciones para el canario, que no ajustó bien cuando estaba solo para chutar.

El Melilla apenas se dejó ver en el primer tiempo. Solo un balón tuvo que sacar Rivero cuando Aznar se disponía a rematar un pase atrás que le llegó desde la derecha.

Sin embargo, el FC Cartagena respondió con una contra muy bien llevada por el centro con pase final a Ramírez. El lateral se llenó de balón y a pesar de que tiene un buen golpeo, su punto de mira no estaba fino y el esférico salía pegado al palo derecho de Barro.

El equipo albinegro agradaba y ofrecía una muy buena sensación. Tras el empuje inicial, perdió algo de fuelle, pero le sirvió para recuperar el oxígeno gastado en el inicio para ir a por el gol. Y éste llegó en el minuto 29 con una buena acción combinativa en la banda derecha. Cristo aprovechó la velocidad de Ramírez para darle un buen pase en carrera y éste mandó el balón raso al área. Germán no llegó, pero sí Fernando Llorente, listo como pocos, para adelantarse a los defensores y, de tacón, rematar a portería y despistar así al guardameta visitante.

Los albinegros se llevaban un justo y merecido premio por su constancia y habilidad, mientras que el Melilla las veía venir incapaz de reaccionar. Yosu Uribe decidió mandar a la caseta al lateral derecho Pepe, que tras ver la cartulina amarilla, se fue a los vestuarios. El preparador del Melilla observó que Artiles y Álvaro lo tenían demasiado fácil por ese costado con Pepe en el campo.

En el minuto 36 Rivero lo intentó con un disparo desde fuera del área, aunque el cancerbero la detuvo sin dificultad.

En la segunda parte, Llorente tuvo en sus botas el 2-0 con un disparo dentro del área fuerte, pero al centro de la portería. Fue una clara ocasión en el minuto 51 y el gol hubiera cambiado mucho las cosas. Jesús Álvaro lo intentó con un zurdazo desde el borde del área que hizo emplearse a fondo a Barro y Germán remató flojo en una de sus pocas intervenciones ofensivas.

Antes de alcanzar el cuarto de hora Uribe había agotado sus cambios y puso arriba hombres grandes y corpulentos para cazar los balones aéreos y sujetar más el balón. En el 59 llegó el jarro de agua fría con un empate que pocos esperaban. Los defensas cartageneristas se liaron con el balón en los pies y lejos de despejar, el esférico quedó finalmente en la pierna izquierda de Jairo, que la mandó para adentro.

Con el empate todo volvía a comenzar, pero el Cartagena ya no era ni la sombra del equipo de la primera parte. El técnico sacó a Rivero y metió a Hens, pero el cordobés no tuvo apenas protagonismo, al igual que Arturo. Tan sólo Isi Ros lo intentó con alguna acción individual, pero había desaparecido ya el juego colectivo de los albinegros.

El equipo cartagenerista caminaba perdido en el campo, sin tensión ni claridad de ideas. El Melilla vio la indecisión de los locales y dio un paso adelante, pero los de Uribe tampoco demostraron ser capaces de llevarse el partido, porque su actitud casi nunca fue la de ir a por el partido.

El Cartagena vuelve a caer al segundo puesto tras la victoria del Lorca y le toca remar de nuevo a contracorriente.