¿Por qué es árbitro de fútbol?

De pequeña siempre jugaba con mis dos hermanos al fútbol, que siempre estaban con el balón. Entonces decidió mi padre meterme en un equipo de chicos, porque entonces no había de chicas, y así empecé, con diez años. Pero me fracturé la pierna en un partido y cuando volví a jugar cinco meses después, ya no podía hacerlo con los chicos por la edad y tampoco había equipos para niñas. Me cambié al fútbol sala, pero no me gustó, y un verano mi padre me propuso que me hiciera árbitro. Me gustó la idea y así empecé.

Vamos, que su padre fue el instigador.

Exactamente, si no llega a ser por él, no me hago árbitro, porque a mí no se me había ocurrido.

¿Pero su padre fue árbitro?

No, qué va, a él siempre le ha gustado mucho el fútbol, y en la figura del árbitro yo no me fijaba nunca cuando jugaba. Empecé en 2001 y aquí sigo.

¿Qué tiene de atractivo para usted ser árbitro, una figura criticada por todas partes?

El atractivo para mí es que no pienso en que me van a insultar. El primer año que arbitré sí que me causaba impresión que las madres o padres de niños pequeños se metieran conmigo, pero mi filosofía es disfrutar de los partidos y que los jugadores se dediquen a jugar.

¿No le duele más el insulto de una mujer que el de un hombre?

No, para nada, al fin y al cabo son espectadores, pero es algo de lo que paso. Además, por fortuna, se ve muchísima menos gente que nos increpa, el cambio ha sido brutal. Cuando empecé hace quince años, en todos los partidos había conductas así, pero en los últimos tiempos son raras las veces en las que escucho comentarios machistas o improperios.

¿Eso no puede ser también por la mayor formación de los entrenadores?

Exactamente, el secreto está ahí, en la formación de entrenadores. La Federación está trabajando muchos aspectos como el juego limpio entre los equipos y campañas en la que también participan los padres.

¿Su padre nunca se ha arrepentido de haberla metido en el arbitraje?

No, porque cuando va a algún partido, que no va a todos, me ve disfrutar y siempre me pregunta cómo ha ido y está contento con lo que hago. El apoyo que siento de la familia, del Comité y de los compañeros es total.

¿Y una mujer no tiene que demostrar más?

No considero que tengamos que demostrar más, sino que los objetivos que hay que cumplir son iguales para hombres y mujeres, por lo que nosotras debemos hacer un plus de esfuerzo, pero son exigencias que debemos llevar a cabo para llegar a eso.

¿Y cómo ha llegado a ser internacional?

El único secreto es hacer lo que me gusta, entrenar, poner mucho empeño y dedicación, esfuerzo, sacrificio y mucha constancia.

¿Cuántos años le ha costado llegar a este punto?

Estuve siete años en Preferente y tres en Tercera, pero nunca me lo había planteado como un objetivo llegar a ser internacional. Me ha llegado y ahora voy a seguir.

¿Quién es su espejo?

Lo tengo aquí, en la Región. Mis referentes son Raúl Cabañero, como asistente, y el colegiado José María Sánchez Martínez. A Cabañero lo veía yo desde pequeña en Primera División.

¿Qué ve usted de un partido?

Me fijo en cómo se mueven los árbitros, las decisiones que toman, analizo ese tipo de partidos, lo que la mayoría de la gente no ve.

¿Está a favor de las nuevas tecnologías?

Los comunicadores han sido un gran progreso, pero el vídeo aún no sé las consecuencias que va a tener y cómo puede llegar a afectar al juego.

¿Es dialogante con los jugadores?

Lo más importante es tener autoridad en el campo y escuchar al jugador, pero no ser dialogante durante todo el partido porque no lleva a ningún sitio, pero sí hay que saber en los momentos en los que hay que hacerlo, que es un arte. El éxito está en saber llevar a 22 jugadores.

¿Le da vueltas a los partidos cuando acaban?

No, analizo rápidamente para intentar mejorar y detectar los errores, pero no le doy más vueltas porque es perjudicial y las decisiones ya están tomadas.

¿Cuánto tiempo le dedica semanalmente?

Entreno dos horas diarias pero tengo uno de descanso a la semana. Después, en las épocas de exámenes, hay que entrenar un poco más.

Pero si ya saben las reglas, ¿qué estudian?

Analizamos los vídeos, las interpretaciones de las reglas, modificaciones que pueden haber, cosas de ese tipo, detalles prácticos y unificación de criterios.

Lo que percibo es que cada día los árbitros están más preparados, que ya no vale cualquiera.

Así es, porque desde las bases ya se exige unos mínimos físicos y técnicos, y a medida que vas ascendiendo, sube la exigencia. También realizamos concentraciones a lo largo de la temporada para unificar criterios, algo que no se daba antes y que implica mejoras.

¿Sus alumnos saben que es árbitro?

Algunos sí que lo saben, pero yo no se lo digo porque quiero que me vean como la profesora. El arbitraje es un hobby y solo les hablo de ello si sale el tema.

¿Qué es más difícil, dirigir un partido o una clase?

No, no, no, los niños entrañan más complicación porque son muy diferentes entre ellos, y en un equipo de fútbol hay muchas similitudes entre los jugadores.

Es que ser educador es cada día más complicado.

Desde mi experiencia te puedo decir que la figura del maestro tiene que hacerse respetar. Si llevas bien una clase y lo haces con cariño, todo fluye, pero es cierto que hemos perdido autoridad. Yo he tenido mucha suerte en los años que llevo trabajando porque la relación con los padres ha sido genial, pero cruzaré los dedos.