Entre diciembre de 2015 y el mes actual, además de haber transcurrido un año, también se ha producido una especie de intercambio de papeles entre el Real Murcia y el Cartagena, ya que los principales clubes de fútbol de la Región viven ahora situaciones completamente diferentes a las del ejercicio anterior. Sin ir más lejos, el Cartagena de Víctor Fernández el curso pasada andaba octavo a estas alturas con 26 puntos, mientras que el Murcia de José Manuel Aira ya era líder en solitario con 42 puntos en la primera vuelta. Pero la sonrisa va por barrios y en la Región se vive el ejemplo. Actualmente, el conjunto albinegro que prepara Alberto Monteagudo es líder en solitario con 40 puntos, mientras que la plantilla que dirige Paco García ni se acerca a los números de su antecesor, ni tampoco ha conseguido ni entrar en el play off después de 19 jornadas.

En el capítulo del Real Murcia los aficionados se frotan los ojos cuando recuerdan la campaña anterior. A pesar de los problemas económicos, José Manuel Aira logró en la primera vuelta, tras disputarse el choque aplazado ante el Granada B por el fallecimiento de Samper, un total de 42 puntos, 12 más que los que ha firmado el equipo que comanda esta campaña Paco García desde el banquillo. Los pocos goles que hace el equipo de este curso (18 anotados en 18 jornadas y 17 encajados) suponen la diferencia tan abismal entre una plantilla que logró llegar al parón navideño con 13 victorias, 3 empates y solo 3 derrotas, con un equipo, el actual, que con 9 victorias y 7 derrotas, acompañados de 3 empates, ha estado más cerca del descenso que de unos puestos de play off que todavía no ha podido saborear el Real Murcia actual.

Aunque el equipo de la capital ha mejorado defensivamente en el último tramo de competición, el equipo sigue haciendo mal una serie de cosas que no han permitido por ahora cumplir los objetivos previstos en verano, cuando la única idea válida era la del ascenso a Segunda.

En el apartado albinegro, nueve puntos separaban al FC Cartagena la pasada temporada al término de la primera vuelta de los puestos de promoción de ascenso a Segunda División.

En 365 días la situación de aquel conjunto, que curiosamente mantiene al 70% de los futbolistas, es diametralmente opuesta. Los mismos jugadores -retoques de verano excluidos- pero un entrenador diferente han modificado sustancialmente el trabajo desempeñado hasta ahora y, sobre todo, las expectativas generadas por uno y otro conjunto. El FC Cartagena de Víctor Fernández era un plantel con muy buenas intenciones, pero sin una idea clara de a qué jugar. El preparador extremeño tuvo que ir variando sobre la marcha su método porque veía que esa fórmula mágica de buenos futbolistas, juego ofensivo y victorias no se daba en el equipo que él dirigía. Demasiadas lagunas defensivas condenaban una jornada tras otra a un Cartagena que tenía como gran lastre la incapacidad de adaptarse al rival y al campo cuando jugaba a domicilio.

Con Alberto Monteagudo el FC Cartagena ha sumado dos puntos más en casa que la primera vuelta anterior -seis triunfos y dos empates-, pero ha marcado una enorme distancia cuando se refiere a los choques a domicilio -seis victorias y dos empates, frente al único triunfo y cinco empates de 2015-. Ha recibido un tercio menos de goles -cinco frente a quince- y paradójicamente cuenta con el mismo número de tantos a favor un año y otro -10-. Este FC Cartagena que camina firme esta temporada es un bloque más homogéneo, con una idea de grupo mucho más enraizada, a sabiendas de la importancia que tiene la defensa en el éxito o fracaso de cada jornada y al que Alberto Monteagudo, su flamante técnico, le ha dado confianza, normalidad, evitando así las tensiones y presiones innecesarias.

La segunda vuelta del campeonato en cualquier caso va a volver a plantear retos importantes para los dos equipos. En el Murcia tocan rivales potentes al volver de vacaciones que terminarán por decidir si el equipo va a luchar o no por ascender, mientras que el reto del Cartagena es no soltar un primer puesto que impone respeto entre los rivales y que puede ser un arma muy poderosa si el equipo mantiene la buena línea de resultados.