Faltaba más de una hora para el comienzo del partido y se intuía, en los aledaños de Nueva Condomina, que algo llamativo y distinto iba a ocurrir en torno a un partido de fútbol. Lo curioso es que ninguno de los contendientes del choque ni era titular de la ciudad de Murcia ni del estadio. Eran el Jumilla y el Lorca FC. Ninguno de los dos vistió con su indumentaria habitual.El Jumilla,camiseta blanca y pantalón vino tinto, mientras que los lorquinos lucían elástica roja y pantalón azul. El único lorquino sobre el terreno de juego era el meta de los jumillanos, Jero Lario.

Las estrategias de márketing dispuestas por los responsables del FC Jumilla en los días previos al choque surtieron el efecto deseado, al menos en cuanto a imagen. Los resultados económicos serán otro cantar.

La grada lateral de Nueva Condomina se llenó al completo, y hubo que habilitar sobre la marcha el fondo norte a causa de la demanda de localidades. Casi 11.000 almas se dieron cita en el feudo murcianista. La palabra 'gratis', que es la preferida de los españoles. Una vez más, se pudo comprobar.

Colas interminables para llevarse un vaso de chocolate y una ración de churros. Una sesión de media hora como mínimo de espera para acceder al estadio, y sin que nadie olvidara la papeleta que daba opción a entrar en el sorteo de un coche, cinco motos, diez iPhones y veinte iPads mini. El ambiente era subrealista, más aun teniendo en cuenta que a esa misma hora se estaba jugando el Real Madrid-Leganés. Dos enormes pancartas lucían en la grada lateral escritas en chino: el lema, «Hola China, saludos desde la Región de Murcia».

Batucada y banda de música daban ambiente de fiesta al espéctaculo. Sonó el himno nacional español cuando los jugadores saltaron al campo. La música no cesó en todo el partido. 'Paquito el chocolatero' y otros pasodobles no dejaron de sonar, retoques que eran más propios de un espectáculo taurino que de un partido de fútbol. El público disfrutó de lo lindo, y siempre disponiendo de dos alternativas climáticas: si tenías frío, te quedabas en la grada baja, donde el sol caía con aplomo. Si tenías calor, el viento gélido que soplaba en la zona alta era el idóneo.

La 7tv emitió el partido y cedió su señal para tres televisiones y dos plataformas de internet chinas. En total, trescientos millones de espectadores potenciales. A lo que se añade una veintena de periodistas chinos, quiénes se dejaron ver en la tribuna de prensa cubriendo el evento. En cuanto a las aficiones, las diferencias entre ambos bandos fueron latentes. Hubo mucho más publico llegado de Jumilla que de Lorca. Alrededor de un millar y medio de personas se desplazó desde el Altiplano. No obstante, el público lorquinista apenas sobrepasó los 500 espectadores.

Lo que supuestamente era lo interesante, el fútbol, solo interesaba a unos pocos.La gente hacía la ola, paseaba por el estadio, se bajaba a la cantina, y siempre al son de los acordes de la batucada.

En el palco, el director general de deportes de la Región de Murcia, Alonso Gómez, estuvo escoltado por el presidente del Jumilla, Rubén Iglesias, y el alcalde de Lorca, Paco Jódar. También estuvo presente el concejal de Deportes Juan Francisco Martínez, entre otras autoridades. El representante del Lorca FC fue Joaquín Romeu, ausentado en las últimas semanas de la Ciudad del Sol. Su jefe, Xu Gembao, no quiso saber nada del denominado derbi de Sanghai. No estuvo presente, aunque a buen seguro que vio el partido en su país natal, donde se encuentra actualmente. Además de todo esto, y aunque no lo pareciera, hubo un partido de fútbol en el que ambos equipos murcianos se jugaban mucho.

Por lo general, la tónica habitual en un partido es que algunos aficionados empiecen a marcharse del estadio antes incluso del pitido final. En este caso, nada de eso. Tras el encuentro, ni un solo aficionado se movió de su butaca. El 'speaker' cobró protagonismo, ya que era el momento del sorteo del jugoso lote de productos. Se anunció por megafonía a los treinta y seis agraciados a los que la fortuna les sonrió con un vehículo, un teléfono móvil o una tablet. Un show digno de ver.

Pero una vez más, el balompié fue el reclamo utilizado para intentar captar inversores extranjeros, en este caso, orientales. Una realidad muy difuminada, ya que si no es por el consecuente reparto de regalos, o si se hubiera tenido que pagar algún precio para poder presenciar el partido, la entrada no habría superado ni el millar de aficionados.