Encarna Hernández (Lorca, 23 de enero de 1917) está a punto de cumplir 100 años y sigue soñando cada noche que aún juega al baloncesto, como en 1931, cuando la bautizaron como La niña del gancho. Ella fue una de las pioneras del baloncesto español, una de las mujeres que se atrevieron a romper con los cánones establecidos de la época y que puso su granito de arena para que, hoy en día, la selección nacional sea la actual subcampeona olímpica y del mundo. Esta tarde, a partir de las 19.30 horas en el salón de actos de la Fundación Caja Mediterráneo, en la calle Salzillo 7 de Murcia, con acceso libre hasta completar aforo, se estrenará en la Región el documental que no solo recoge la vida de esta murciana, sino la historia deportiva de la España de los años 30 y 40, que ha dirigido Raquel Barrera en un complejo rodaje que ha durado cuatro años y que ha contado con la participación de doscientos extras.

Barcelona, Praga y Madrid han sido los escenarios donde la productora catalana Ochicornia ha grabado un documental de unos setenta minutos de duración, que recorre toda la trayectoria de una mujer que nació en Lorca, en el seno de una familia numerosa. Su padre, que tenía un hotel en Los Alcázares y un casino en Lorca, decidió emigrar a Barcelona al convertirse Murcia en una Región desértica por culpa de una sequía. Fue en 1931, en una pista que había construido su hermano frente a su casa del barrio de Les Corts, cuando comenzó a jugar Encarna Hernández al descubrir a unos chicos que los fines de semana botaban un balón sobre una pista de tierra e intentaban meterlo en un cesto. Una tarde decidió sumarse a ese juego que le llamaba tanto la atención y sin saberlo se convertía en una de las pioneras del baloncesto español. Su padre, muy liberal, no veía con malos ojos que su pequeña Encarnita jugara al baloncesto. «Yo era muy traviesa y mi padre muy moderno», recuerda.

Primero se enroló en el recién nacido Atlas Club, para después pasar a la Peña García, de Hospitalet, donde se convirtió en la primera entrenadora del país. Cuando acabó la Guerra Civil, creó la sección femenina del sindicato franquista Educación y Descanso, y en 1944 pasó a jugar en el nuevo equipo femenino del Futbol Club Barcelona, donde estuvo hasta 1953, cuando con 36 años decidió ser madre. Entre medias llegó incluso a tener una oferta de un equipo italiano, el SEU, y la Guerra Civil impidió que participara con la selección española en el Campeonato del Mundo.

Desde que su historia salió la luz a través de un homenaje que la Federación Española le hizo junto a otras pioneras del baloncesto femenino, su casa se ha convertido en lugar de peregrinación para muchas de las jugadoras actuales de la selección española. Allí guarda recortes de artículos publicados sobre el baloncesto femenino español, un pequeño museo donde tiene expuestos todos sus recuerdos. Hoy, en Murcia, tendremos la oportunidad de vivir su historia gracias a La niña del gancho.