La tanda de penaltis apeó al FC Cartagena de su sueño de seguir adelante en la Copa del Rey, después de que el bloque albinegro y el Hércules protagonizaran un intenso y vibrante encuentro, que finalmente se decantó para los alicantinos en una suerte a la que nadie le gusta, sobre todo cuando no cae a tu favor. Un fallo de Zabaco, que mandó el balón a las nubes, puso la eliminatoria y el pase a favor de los de Tevenet.

El choque acabó pasadas las doce de la noche y los espectadores se marcharon a casa tristes por el resultado pero con la retina marcada por un partido vivo, en el que hubieron pocas ocasiones de gol y donde Arturo, de penalti, logró igualar a tres minutos del final el tanto de Salinas en el 55.

El torneo por el que tanto apostaba la entidad se queda para otro año, las esperanzas de hacer algo importante se volatilizaron a las primeras de cambio.

El FC Cartagena perdió en muchos instantes del choque la esencia de su juego. Corría tras el balón, algo a lo que no está acostumbrado este equipo, lo que provocaba situaciones tampoco muy habituales, como continuos desplazamientos largos del esférico buscando a Arturo y a Chus Hevia.

Estos dos futbolistas, junto a Sergio García, Ramírez y Gonzalo eran las novedades en el once inicial que ayer decidió poner sobre el tapete verde Alberto Monteagudo.

El partido era correoso, con pocas opciones ofensivas y unas defensas casi siempre bien posicionadas. En el centro del campo Checa estaba a todas y Omgba se batía el cobre con Sergio Jiménez. En el lado albinegro Rivero desaparecía en algunos tramos del encuentro, por lo que Sergio no abarcaba todo lo que a él quisiera para recuperar y dar oxígeno.

Demasiado respeto de ambos equipos, lo que no favorecía la vistosidad en el juego que la afición esperaba.

Al FC Cartagena le costaba un mundo salir de la cueva y tenía que utilizar con demasiada frecuencia a Limones para mandar el balón en largo. Era una causa perdida en la mayoría de las oportunidades, porque aunque Arturo iba a todas y Hevia encimaba cuando podía, los zagueros Román y Pol andaban siempre listos para evitar el peligro.

Solo los arreones por la banda derecha de un velocísimo Sergio García o los de Álvaro y Cristo por la izquierda llevaban inquietud a la meta defendida por Iván.

A partir del minuto 20 el Hércules dio un paso adelante y le ganó el centro del campo a los albinegros. Tuvo 15 minutos de dominio territorial, con un par de acciones de cierto peligro, sobre todo por la banda defendida por Álvaro. Gaspar, que saltó al campo para sustituir al lesionado Nieto, fue el que más peligro llevó en esos instantes. Fue protagonista por partida doble. Un disparo suyo en el minuto 24 lo repelía, con apuros, Limones y un pase de la muerte en el 32, del mismo jugador, no encontró a nadie que la empujara a la red.

En los últimos diez minutos antes del descanso el FC Cartagena volvía a merodear la meta de Iván y una buena triangulación entre Cristo, Rivero y Álvaro estuvo a punto de embocarla Arturo, que llegó tarde al pase.

A cinco minutos para el final del primer tiempo y gracias a una falta en el borde del área provocada por Chus Hevia, Cristo Martín mandó un certero balón que sacaba bajo palos Peña.

No tenía pinta alguna de variar el partido tras once minutos, cuando llegó el tanto del Hércules en un clamoroso error de Sergio Jiménez, al mandar éste el balón dentro de su área, al hueco, donde no había nadie, después de haberlo recuperado. Salinas se encontró el regalo y no dudó en encarar y mandar el balón al fondo de las mallas. El mazazo fue duro de asimilar, porque el encuentro no estaba dando demasiadas concesiones a los delanteros y este regalo de Sergio Jiménez podía costar caro.

Monteagudo reaccionó inmediatamente mandando al campo a Juanlu por un Chus Hevia que estaba lento y algo cansado.

Al Cartagena no le valía otra cosa que irse a por todas y el Hércules tenía claro que debía mantenerse bien situado de medio campo hacia atrás para buscar una contra que le diera el pase definitivo a la tercera ronda de la Copa.

Pero a pesar de los intentos de los locales por jugar el balón, el encuentro entró en unos minutos en los que el Hércules trató de entorpecer el ritmo del juego con interrupciones y parones que enervaban a la parroquia local.

Reinaba en el equipo albinegro sensación de impotencia, porque si bien llegaban a arreones, no conseguían ver la portería nunca.

A quince minutos para el final, Monteagudo arriesgó todo al retirar al lateral Óscar y dar entrada a Fernando, que suponía meter a toda la pólvora sobre el campo.

El Hércules ya había decidido por entonces que era el momento de ´liquidar´ el choque y sus jugadores comenzaron un rosario de interrupciones al tirarse al suelo aquejados de molestias físicas. La estrategia propuesta no le estaba saliendo mal a los blanquiazules, porque los minutos pasaban y el balón apenas rodaba.

No tenía pinta de cambiar nada hasta que una mano dentro del área de Pol daba esperanzas a los albinegros con un penalti que Arturo -con el permiso de Cristo Martín, que cogió el balón para tirar él- se encargaba de transformar cuando restaban tres minutos para la conclusión del partido.

El delirio llegó a la grada, que empujó como nunca cuando todo se daba por perdido. Esos minutos restantes languidecieron para dejar pasar a la prórroga.

El agotamiento hizo mella en el fútbol y los futbolistas llegaban por impulso al balón, sin tener demasiado claro cómo y por dónde llegar a la meta rival. La prórroga fueron 30 minutos de agonía física para llegar a los penaltis.

Fernando y, finalmente, Zabaco erraron sus penaltis y dieron el pase al Hércules en el final más cruel posible.