Nueva Condomina andaba sumida en el tedio. Corría el minuto 70 del Real Murcia-Lorca y el silencio era el peor castigo de una afición que se debatía entre ser paciente o lanzar al aire la primera crítica. Las dudas de la grada, después de dos derrotas consecutivas de los granas y de una imagen alejada del juego atractivo que promete Paco García, se dejaban ver en el roce de los cuerpos. También en los pitos al colegiado, que pagó los platos rotos de unos seguidores nerviosos por dentro, pero que en apenas tres meses han incorporado a sus virtudes la de la comprensión con su plantilla.

Cuando el 0-0 ganaba fuerza en las apuestas, el asturiano Titi, el más insistente desde el inicio hasta el final del choque, apareció en el césped de Nueva Condomina al igual que un rayo rompe el cielo en medio de la tormenta.

Tras un pase de Rubén Ramos, el extremo murcianista metió la quinta, y su esprint, al más estilo de Cavendish en el Tour de Francia, no solo superó a toda la defensa del Lorca, sino que además dejó boquiabierto a un Dorronsoro al que incluso se le olvidó cerrar las piernas para evitar un gol que cambiaba y de qué manera un partido que hasta ese momento no había merecido nadie.

Diez minutos después, Roberto Alarcón, que hizo ver a Paco García su error por dejarle en el banquillo, descubrió que el meta lorquinista todavía no había superado el shock. Y tras aprovechar un error de Poley que le dejaba campo abierto, el murciano hurgó en la herida, anotando el segundo por el mismo sitio que su compañero había conseguido el primero.

Dos acciones eléctricas, con la misma fortaleza que las palas de un desfibrilador cuando entra en contacto con la piel, fueron suficientes para que el Real Murcia volviera a sonreír tras dos derrotas consecutivas y para que el Lorca quedase condenado en un estadio que, además de tres puntos, suele repartir prestigio.

Dos mismas jugadas que desmontaron la insistencia de Paco García por tocar, tocar y tocar, aunque, en la mayoría de ocasiones, sin tener ni idea de solfeo. Porque a eso se dedicaron los granas en los primeros setenta minutos, en los que ni en una sola ocasión el medio campo, superpoblado con Diego Benito -tuvo su primera oportunidad liguera en detrimento de Iru-, Adrián Cruz y Javi Saura, fue capaz de abrir una brecha en el centro de la defensa lorquinista, cómoda con Molo y Borja haciendo añicos cualquier movimiento de Borjas Martín. Solo los extremos, especialmente Titi, daban oxígeno con centros al área, aunque el '9' murcianista siempre estaba en inferioridad.

Era tal la obsesión de los granas con manosear el esférico que en el tiempo de descuento de la primera parte prácticamente se rozó el ridículo. Con el colegiado permitiendo a los murcianistas sacar un córner pese a que ya se había cumplido el minuto extra y con el marcador 0-0, Titi no se inmutó y, en vez de mirar al área, decidió sacar en corto, dejando escapar una oportunidad de la que, viendo el resultado final, nadie se acuerda, pero que en esos instantes dejó a las claras la falta de ideas de los de Paco García.

Mientras que el Real Murcia se enredaba en su propia tela de araña -agobio que se dejaba ver en las faltas desordenadas cometidas por Adrián Cruz-, el Lorca apostaba por un fútbol mucho más vertical. La receta de Iñaki Alonso era la misma que tantas veces repitió cuando ocupaba un banquillo fijo en Nueva Condomina -con mejor sabor en Segunda B que en Segunda, donde firmó una de las peores vueltas de la historia del club centenario-.

Los visitantes se mostraban ordenados, con Bustos y Poley insistiendo en capar el centro del campo murcianista, pero la disciplina acababa cuando olían el área contraria. Impulsados por la motivación extra de Javi López -lo intentó hasta con una chilena- y por la calidad de Arrollo, a los lorquinistas no le temblaron las piernas cuando había que mirar a portería. Sin embargo, sus opciones apenas inquietaron a Diego Rivas, que sobre todo las vio venir desde muy lejos.

Sí fue clave el portero gallego en la segunda parte. En una falta, Javi López se empeñó en hacer válida esa teoría que dice que los 'ex' son la peor pesadilla para cualquier equipo. El ahora atacante lorquinista se sacó un disparo que obligó a Diego Rivas a una estirada perfecta para tocar un balón que acabó estrellándose en la cruceta.

El susto hizo reaccionar a Paco García. El técnico grana, que a los trece minutos había tenido que gastar un cambio por la lesión del central Golobart -salió en su lugar Sobregrau-, renunció a Javi Saura para apostar por la velocidad y el olfato de Roberto Alarcón. El murciano no tardó en dejar su sello, sumándose a Titi como una segunda opción para el ataque murcianista, hasta ese instante prácticamente inexistente.

Si Alarcón lo intentaba con un balón muy cruzado que no encontró un aliado en el área de Dorronsoro, Titi sí lograba salirse con la suya y demostrar que la cabezonería puede ser una buena aliada. El gol del asturiano fue definitivo.

El Lorca, con algo más de diez minutos por delante, se diluyó como un azucarillo. Tanto como la frase de Paco García de que el estilo está por encima de todo, porque nada más verse por delante en el marcador, el técnico grana no pensó en el segundo ni en el tercero, solo supo dar un grito y llamar a Armando para anteponer los tres puntos que tenía sobre la mano al juego que tanto defiende. Pese a ello y a jugar con diez por la lesión de Rubén Ramos, Roberto Alarcón se permitió reclamar la titularidad, regalando a la grada el 2-0.