El UCAM Murcia vuelve a quedarse a las puertas del triunfo. En este caso, tras sobreponerse a la adversidad y ofrecer verdaderos ápices de lo que puede proponer a lo largo de una temporada que no ha hecho más que comenzar. Los universitarios cosecharon en la noche de ayer un nuevo punto que, tras lo visto la semana pasada ante el Córdoba, sí puede saber a gloria. Un empate en el Sánchez Pizjuán y ante un Sevilla Atlético que no supo meter mano, salvo contadas excepciones, a los pupilos de José María Salmerón, técnico del UCAM. Pese a jugar con un futbolista menos desde el minuto 56, momento en el que el centrocampista Basha era expulsado por doble cartulina amarilla -la segunda especialmente evitable-, el UCAM supo afilar sus garras y casi, casi, ofrendar a la afición su primera victoria del curso.

Yendo por partes, la primera mitad del choque ofreció mucho orden, pocas alternativas en el juego por parte de ambos bandos y ocasiones testimoniales con el balón en movimiento. Porque a balón parado sí que las hubo, especialmente para el UCAM Murcia. Para ello, la escuadra azul y dorada encuentra una figura esencial en esa faceta, la encarnada por el lateral zurdo Juan Francisco Góngora. El malagueño, en dos ocasiones, a punto estuvo de certificar el primer tanto del encuentro para el UCAM. La primera de ellas, una que comienza a convertirse en una marca registrada cuya patente pertenece al propio Góngora: el lanzamiento directo desde el cuarto de circunferencia, esto es, desde el córner. El guardameta del Sevilla Atlético, Caro, se vio obligado a despejar de puños. Poco antes del descanso, de nuevo Góngora gozaba de una nueva oportunidad desde un lugar francamente favorable para su zurda. Desde unos 23 metros, el cañón de Fuengirola sorprendió con un disparo seco, algo centrado y por encima de la barrera, a un Caro que tuvo que esmerarse con dificultad para desviar el latigazo.

Más allá de esto, el resumen de los primeros 45 minutos se extrae del buen hacer defensivo del UCAM. El Sevilla Atlético, dictaminado a madurar las jugadas desde atrás y obligado a hacerlo con mucha velocidad para no perder el esférico, intentaba dejarse guiar por su faro creador, el centrocampista Borja Lasso: puro talento al servicio del filial hispalense.

No obstante, la segunda mitad trajo emoción, una expulsión, los dos goles del partido, y por qué no decirlo, los mejores minutos del UCAM Murcia en lo que llevamos de temporada. Los de Salmerón salieron enchufados, con las pilas puestas, y controlando la posesión. Estas vicisitudes sorprendieron al filial sevillista, que se replegó y mantuvo el orden como pudo.

El UCAM movía con criterio, tanto en corto como en desplazamientos largos en vertical y diagonal. El desparpajo de los universitarios traía acercamientos al área y un par de centros de Tekio y Góngora desde cada costado, pero el UCAM, cuando menos se lo esperaba, sufrió un varapalo que dejó a propios y extraños con cara de circunstancia.

El centrocampista suizo Basha, que se va afianzando como eje creativo de los murcianos, cometía una falta en las inmediaciones del área sevillista que frenaba la salida de balón por banda de Matos, lateral zurdo hispalense. El colegiado no dudó en señalar la infracción y expulsar a Basha, que ya vio la primera cartulina en el primer acto por una acción similar, aunque bastante más cerca del arco defendido por Biel Ribas, portero del UCAM y quien ayer tampoco estuvo fino en la acción más crucial del partido.

Salmerón reaccionó rápido, dando entrada en el césped a un Natalio que fue un quebradero de cabeza para la zaga del Sevilla Atlético, y a Juande, que debutaba con la elástica azul dorada (ayer, dorada por completo). El UCAM se vio obligado a dejar de afinar un violín que entonaba buenos acordes, para sacar la trompeta que marcaba el inicio del zafarrancho de combate. Pero como todos ustedes saben, el UCAM se desenvuelve a las mil maravillas en ese terreno pantanoso. Tras veinte minutos de vaivenes, posesiones estériles del Sevilla Atlético, y diversas interrupciones en el juego, los universitarios establecieron una jugada de vértigo que firmaba el primer tanto del partido.

Natalio recepcionó con calidad un envío largo de Fran Pérez en tres cuartos de cancha. De primeras, la dejó de cara para la aparición de César Remón, que con su primer toque filtró un pase al espacio que rompió la defensa sevillista. Por la frontal del área, prácticamente solo, apareció Jesus Imaz tras un desmarque perfecto. Imaz definió por bajo, rasita y ajustada al palo, para batir a Caro y llevar la sorpresa en las gradas. El UCAM, desaparecido ofensivamente, apareció con un chispazo de calidad desmesurada y en cuatro toques fabricar un gol de ensueño.

Pero la alegría, pese al posterior cerramiento de filas, duró muy poco. A los cuatro minutos, en el 77, el exmurcianista José Ángel Carrillo (había entrado al campo un minuto antes) firmaba la igualada de forma magistral, pero tras una jugada verdaderamente rocambolesca. Un centro raso hacia el primer palo fue rechazado por Biel Ribas. El balón tocaba en la espalda de un Carlos Fernández que se encontraba en el suelo. El esférico salió disparado hacia arriba con Biel Ribas descolocado. Y fue allí donde apareció Carrillo, el recién incorporado, que en el primer balón que tocaba hacía una tijera por encima del propio portero del UCAM y de varios zagueros. El tanto hizo daño, y es que el UCAM lo hizo todo bien hasta ese minuto. El Sevilla Atlético despertó con fiereza, arrastrado por Carrillo y por otro cambio, el colombiano Carrascal: un auténtico revulsivo, muy hábil, desde el costado derecho.

No obstante, al UCAM le sonrió la suerte en gran medida posteriormente. Un remate de cabeza de Carrillo dentro del área se topó con la mano de Kitoko. Un empate que deja indiferente a locales y que sabe muy bien al UCAM.