Apagado y en silencio, en el Cartagonova todavía se escuchaban los llantos del Cordobazo, el Vecindario y el Caudal. Pero ayer, con las gradas vacías y sin luz, ese mismo recinto había asistido a la primera piedra de un nuevo Cartagena, el que mira de frente al futuro y deja atrás el pasado, el que desplegó sus alas en la segunda parte y supo madurar el encuentro lo suficiente como para olvidar sus dudas iniciales, llenarse de fe y convencimiento y encarrilar el partido ante el Linares, bravos guerreros de Miguel Rivera, en el estreno liguero de los de Alberto Monteagudo.

El partido comenzó con un sentido homenaje a Fran Carles. El excapitán del Linares, de 26 años, falleció el pasado mes de de julio a causa de un fallo multiorgánico, provocado por la caída de una pesa en el muslo, que le produjo una hemoragia interna. El Cartagena ya había dedicado al linarense el cartel que anunciaba el encuentro, pero ayervolvió a repetir el gesto. Primero, Juan Carlos Ceballos entregó una camiseta a Higinio, actual capitán, con el '8' de Carles a la espalda; luego ambos equipos guardaron un sepulcral minuto de silencio en su memoria. Gesto honroso y bonito el de la entidad albinegra.

El visitante Linares se presentaba en el Cartagonova después de un verano removido. Hace unos meses cambió de presidente (el joven Jesús Median fue el elegido) y Miguel Rivero tomó las riendas del equipo, que esquivó el descenso la temporada pasada en el play-off por la permanencia. Todo eso, con la conmoción de la muerte de Carles aún reciente. Difícil digerir tanto en tan poco tiempo.

Pero los equipos de Rivera no se caracterizan precisamente por su rendición. El malagueño, reconocido entrenador por su gran labor en el filial del Almería (y en el primer equipo), es partidario de que sus equipos amansen el balón. Fue así la del Linares una imagen totalmente diferente a la ofrecida hace un año en el recinto cartagenero, también en el estreno liguero, cuando apenas asomó por la portería de Limones y dio en la diana con un solitario gol de Francis Ferrón.

El inicio burbujeante del cuadro minero estuvo protagonizado por Joselu, Corpas, Lara, Gámez y Casi, los hombres que verdaderamente consiguen tirar del carro hacia adelante. Con amplitud por las alas y criterio en el pase, el Linares pisó el área de Limones un par de veces, y hasta Higinio, de libre directo, probó suerte. El peligro del Linares, compacto en un 4-3-3, siempre llegó a balón parado. Los de Rivera daban la sensación de controlar la situación, de comodidad.

El Cartagena respondió a esto tal y como indica el recetario de Alberto Monteagudo, esto es, con posesión y cabeza. El primer susto de los albinegros, y el más destacado de la primera parte, vino gracias a una gran acción de trabajo colectivo: Fernando, titular y descomunal a la espalda de los defensas, forzó el error de la zaga, bien aprovechado por Cristo, que combinó con Juanlu y este disparó alto desde la frontal del área. El Cartagena funcionó así, con arreones intermitentes y sin lograr poner una marcha fija.

Cristo también vio de cerca el gol. Un disparo bien picado el suyo, pero Lopito, adelantado, supo reaccionar a tiempo y desviar a saque de esquina. Antes del descanso lo intentaron otros menos asiduos, como Sergo Jiménez y Pablo Ortiz. Se marchó el Cartagena a los vestuarios dejando tintes de buen colectivo, pero falto de fe, de convicción, de terminar de creerse que podía sacar el partido adelante.

Y lo consiguió a partir del minuto 55, coincidiendo con la entrada de Sergio García. El zamorano hzo lo que se le pide: ser como Forrest Gump. Correr, correr mucho, y desmontar la defensa del Linares.

La izquierda tiene talento

El Cartagena se deshizo de todas sus dudas carrera a carrera, sumó certeza, maduró el partido hasta cogerlo con las dos manos. Entre sus brazos el encuentro, los albinegros sacaron lo mejor de sí: el desborde, la superioridad por las bandas y el descaro de los interiores. Apareció Jesús Álvaro con el motor a todo trapo y Óscar Rico con la precisión de cirujano que acostumbra. Avecinan tardes de alegría por la banda izquierda del Cartagena.

No sorprende entonces que la jugada del primer gol llegara por esa banda, una vez más con un centro perfecto de Rico al punto de penalti. Y una vez, como en la Carabela de Plata, con el remate de Juanlu. Hens terminó de manera maravilosa la temporada pasada y ha empezado la nueva con el mismo olfato. A cada gol que mete, más poderoso parece.

Lejos de esconderse, el Cartagena estaba dispuesto a rematar la faena. Cristo provocó un penalti que Rico se encargó de materialazar. Increíble derroche del futbolista canario, un incordio: chisposo, ágil, habilidoso. No dejó de asociarse por dentro. Quedaba el tramo final de partido y el Linares, sin tirar la toalla, no presentaba síntomas de darlo todo por perdido. En un contragolpe iniciado por la derecha, el visitante Juanlu remató de media chilena. El gesto acrobático terminó con el balón rozando el larguero de Limones.

Los últimos minutos sirvieron para que Fernando recibiera la ovación del público, premio a su gran esfuerzo. El pileño dispuso de algunas ocasiones, pero lo que brilló ayer fue su derroche. En su lugar entró el cartagenero Arturo, al que las dians se le hacen de rogar. Cuando el encuentro ya cerraba los párpados se inventó un autopase fantástico, dejó por los suelos al defensor y cruzó el balón con suavidad y colocación, lamiendo la base del palo izquierdo. Tiene margen de error de sobra.La temporada acaba de empezar.