¿Ha practicado deporte toda su vida?

Empecé tarde a jugar, con 17 años, estando en la Escuela de Maestría Industrial, y me hicieron la ficha del Lorca, pero llevaba unas gafas tan grandes, con 14 dioptrías en un ojo y 7 en otro, que me hicieron unas en Alemania que parecían de buzo, con las que no me dejaron jugar en España. Entonces me dediqué al baloncesto.

Y sé que sigue echando aún sus pachangas.

De pachangas nada. Cincuenta años después sigo jugando y pregunta a cualquiera a qué nivel.

¿Con qué equipos jugó al baloncesto?

He sido el que más partidos ha jugado con el Eliocroca, ascendiendo y bajando de categoría. También estuve en el Jairis de Alcantarilla, que entonces era el equipo más fuerte de la Región, con el que conseguimos un ascenso. Tenía un porcentaje tan enorme de aciertos, que llegué a meter en un partido en Carolinas de Alicante 56 puntos pese a que entonces no había triples. Ese récord en Tercera División lo tuve hasta que vino Randy Owens al Júver Murcia, que metió 67 puntos.

¿Cuándo se retiró?

Con 37 años porque tuve un accidente. También jugué contra Santillana, que estaba en el Cartagena, en la 85-86, cuando se disputaron el ascenso el Júver y el Cebé Cartagena, al que no le ganamos de puro milagro.

Pero al fútbol también ha jugado en aficionados.

Sí porque tenía un toque de balón espectacular. Hubo una anécdota que la vivió Cayetano Montiel -colaborador de este diario en Lorca- y la contó LA OPINIÓN. Fuimos a Mallorca y estaba la primera plantilla del Mallorca en la ciudad deportiva, donde nos dejaron entrenar. Yo había puesto cinco balones, uno desde el centro del campo y otros al borde del área, y pasó Ibagaza, que me dijo, «presi, dale al larguero». En el primer lanzamiento di en la escuadra y los cuatro siguientes los mandé al centro del larguero. Entonces llegaron todos los futbolistas del Mallorca y me hicieron un corro festejándolo y le dije a Eto’o que con mi clase y con lo que él corría, sería el mejor jugador del mundo, como al final consiguió.

Fíjate qué escándalo formaron, que los jugadores de mi equipo creían que me estaban pegando.

¿Sigue jugando aún al fútbol?

No, ya no, pero mientras que estuve jugando, las faltas, los córners y los penaltis me dejaban lanzarlos porque he hecho cosas increíbles pese a que tenía de compañeros a gente que había jugado en Primera División.

¿Cómo le engañaron para ser presidente del Lorca Deportiva?

Fue cuando se hizo el estadio en Lorca. El anterior club había desaparecido por culpa de Santos Márquez y el alcalde, Miguel Navarro, que en Paz Descanse, me llamó para hacer algo. Hacía poco que me había tocado la lotería y un día se presentó la oportunidad de comprar el Balsicas, pero había que hacer muchos trámites. Sin embargo, al final conseguimos comprarlo por 19 millones de pesetas y salimos en Tercera División.

Y llegaron hasta Segunda en tiempo récord.

Claro, pero lo que tú no sabes es por qué subimos a la primera desde Tercera y fue porque nos gastamos 176 millones de pesetas ese año. Cómo no ibas a subir, es que había jugadores que ganaban 50.000 euros en Tercera.

¿Y cuánto dinero le costó el fútbol?

Me costó mucho dinero, pero no puedo decirlo porque mi familia me mata. Pero es que no solo he metido dinero en el fútbol, siempre he apoyado el deporte lorquino, ya que he ayudado al baloncesto, he sido presidente del club de motos y siempre que alguien me ha pedido algo, se lo he dado. He calculado que en mi vida me he gastado unos 300 millones de pesetas en el deporte.

Por cierto, ¿usted convenció a Unai Emery para que fuera entrenador o fue al revés?

Te voy a contar cosas que nunca he dicho. Antes de Unai Emery hay otra historia, que es Pedro Reverte, que cuando tenía 25 años, lo quité de futbolista. Su padre se peleó conmigo por eso, pero yo le vi algo especial, pensé que tenía cualidades para ser secretario técnico.

Pues luego acabó mal con él.

No, yo no, fue Manolo Carrillo, que no quería pagarle.

¿Y con Emery qué pasó?

Nosotros teníamos un caballo de carreras y Reverte me dijo un día que Unai le daba buenas sensaciones. Yo quería cambiar de entrenador porque buscaba uno que saliera a ganar, no a no perder. Hablé con Unai, me convenció y me la jugué con él aunque no me ha valido para nada. Le leí la cartilla antes de empezar y le dije que si me prometía que iba a jugar siempre al ataque, le daba el puesto. Le desarrollé un sistema 4-3-3 presionante en la línea de tres cuartos que es el que ha seguido él.

¿Por qué acabó mal con él?

Fuimos a jugar a Almería y nos ganaron 4-0. Si vieras a Unai cómo celebraba los goles, saltando y gritando, te quedas muerto. Ese entrenador que nació en Lorca futbolísticamente, que era un muerto de hambre retirado del fútbol, tenía que haber tenido respeto por la madre que lo parió futbolísticamente. Algunas veces le han preguntado cómo empezó, y para no darme a mí importancia, ha respondido que fue la directiva que había, y eso es mentira; quien le fichó y se jugó las habichuelas fui yo.

¿Por qué hay quien quiere a La Hoya en Lorca?

La Hoya ha sido un poco prepotente. Recuerdo que cuando subieron a Segunda B y me vieron allí, me quisieron pegar. Lo que ha hecho La Hoya tiene un mérito extraordinario, pero de cara a Lorca han sido prepotentes y lo más importante, no cambiaron el nombre y dejaron La Hoya, pero es que yo habría hecho lo mismo.

¿Y qué tiene que ver en el Lorca Deportiva actual?

Soy el presidente de honor y fui vicepresidente primero, pero no estoy con ellos porque el entrenador que vino, García Tébar, le hizo una marranada muy grande a mi hijo y en vez de echarlo a él, me fui yo. Le dije que si mi hijo tenía algún privilegio, lo echaba a la calle, pero después lo engañó. Si llega a hacerle a otro futbolista que no es mi hijo lo que hizo, lo echo ese mismo día. También me he retirado porque me hacía falta descansar, porque yo estoy metido en el fútbol desde Moreno Manzaneque.