A José Luis Acciari no le asustan los grandes retos. El argentino es un «soldado» y el Real Murcia su país. Por eso, el domingo, nada más recibir la llamada del consejo de administración del club grana para coger una nave que en los últimos meses no encuentra el rumbo, el 'eterno capitán' murcianista no se lo pensó. Se despidió de sus jugadores del Imperial, que minutos después disputarían un partido en el campo del Huércal Overa, y se montó en un coche que le llevaría directamente a Nueva Condomina, donde le encomendaron el reto de sentarse en el banquillo del primer equipo para la fase más decisiva de la temporada. Y, como hacía en el campo cada vez que tenía a un jugador rival enfrente, se lanzó al césped sin pensárselo.

Ayer, con la afición todavía preguntándose por qué el consejo de administración ha decidido destituir a un José Manuel Aira que desde su llegada al Real Murcia se había convertido en un murcianista más, defendiendo el club incluso más que muchos de los que ahora se sientan en los puestos de mando de la institución, José Luis Acciari intentó convencer a todos con su sangre grana y con la energía que nunca le faltó sobre el terreno de juego. «Soy un soldado del Real Murcia, y si el Real Murcia me necesita pues aquí estoy yo, con mucha ilusión y deseando empezar a trabajar».

Dejando a un lado su inexperiencia -apenas lleva unos meses en los banquillos-, el 'loco' se mostró emocionado «de vivir un día tan especial» y de «tener una oportunidad tan importante a nivel personal». Como jugador que fue, uno de sus primeros mensajes fue para los que ahora serán sus pupilos. «Tenemos una plantilla espectacular», decía, para a continuación tener un pequeño detalle con José Manuel Aira: «Aira ha hecho una labor muy buena y nadie quiere que sustituyan a un entrenador, pero me aprovecharé del buen trabajo que hizo».

Esa será su primera tarea, devolver el corazón a un equipo depresivo y que no podrá luchar por el play off como campeón. Y, aunque en todo momento evitó hablar de conceptos tácticos y de cómo afrontará el reto que tiene entre manos, para empezar intentará que «los jugadores vuelvan a ser felices entrenando, que disfruten de jugar».

Esta mañana tendrá la oportunidad de mirar a los ojos a sus nuevos futbolistas, a esos que el domingo defendían con uñas y dientes a José Manuel Aira, que, en privado, lamentaban la desacertada decisión del consejo. «No he hablado con ellos», revelaba ayer Acciari, pero «es normal que tengan cariño a su entrenador, porque al final los futbolistas pasamos más tiempo con el técnico que con nuestra propia familia». Eso sí, les lanzaba un reto. «Tienen la oportunidad de hacer algo bonito con este club», les decía, avanzando que su primer objetivo es «devolver la ilusión» al grupo, para que entre todos se pueda «alcanzar la versión que sorprendió a todos». Y, sabedor de que sin la plantilla no conseguirá nada, ayer ya hizo un guiño a sus pupilos, especialmente a Alejandro Chavero. «Tiene que volver a deleitarnos». «Hablo de Chavero y de todos los demás, tenemos que conseguir que todos vuelvan a sentirse importantes, porque tenemos una plantilla en la que creo muchísimo. El pasado año el equipo era limitado, pero este curso la plantilla es espectacular. Además, confío en la unión de los jugadores con la afición».

El domingo toca partido en Algeciras, donde se definirá si el Real Murcia acude al play off como segundo y tercero; y una semana después, llegarán los encuentros definitivos, en los que se peleará por el deseado salto de categoría. Quince días no son nada, salvo para Acciari, que ayer recalcaba que «estamos a tiempo de todo».

«Estoy deseando estar dentro», repetía una y otra vez, lanzando una promesa que seguro que la grada coge con agrado: «A partir del siguiente partido vamos a jugar como hay que jugar en los partidos decisivos».

Sin dar detalles, al considerar que «solo puedo hablar desde fuera», pero dejando claro que había visto casi todos los partidos del Real Murcia en esta temporada, el hasta ayer entrenador del Imperial se atrevía a dar un pequeño diagnóstico. «Se ha hablado mucho de que si el Real Murcia no sube puede pasar algo malo, y eso al final se ha convertido en una carga para los jugadores. Es algo normal, por ello tenemos que intentar que vuelvan a disfrutar jugando», decía, para añadir a continuación que «ya no van a tener esa responsabilidad».

José Luis Acciari también intentó pasar página. Los últimos malos resultados están ahí, al igual que la destitución de Aira, pero el argentino sabe que ante eso ya no se puede hacer nada, por ello aprovechaba su presentación para animar a la afición: «La realidad es la que hay. Ahora hay que conseguir el éxito por otro camino».

Junto al argentino estuvo en todo momento el presidente del Real Murcia, Guillermo Martínez Abarca, que públicamente le dio el espaldarazo que ya le había dado en privado. «Ha demostrado que siempre está presente», recalcaba el abogado murciano, insistiendo una y otra vez en el valor de marca que Acciari tiene para la afición. «Va a llevar a la afición y al equipo a despertar esa ansia que falta». «Creemos que algo fallaba y que eso se puede corregir con entusiasmo. Ni psicólogos ni nada por el estilo, lo que necesitamos es al 'loco' Acciari», prácticamente gritaba a los cuatro vientos el mandatario, que sabe que la destitución de Aira no ha sido bien vista ni dentro del vestuario ni en la grada, donde la mayoría de los aficionados, pese a la caída en la clasificación, defienden el trabajo del leonés, recordando una y otra vez la lealtad del ya exentrenador murcianista cuando en verano de 2014 se descendió administrativamente a Segunda B.

Sobre la decisión de echar al entrenador solo dos semanas antes de comenzar el play off también habló el presidente. Dejando claro que se había sopesado y mucho, e insistiendo, como otro de sus consejeros repetía un día antes, en que la votación que había acabado con la destitución de Aira había sido por unanimidad, un dato que es totalmente falso, Martínez Abarca defendió que los malos resultados «eran inexplicables» y que después de tantas jornadas «esto ya no es un bache». «Hemos tenido paciencia y confianza, pero llega un momento que no queda otra opción. Necesitábamos un revulsivo y con Acciari tenemos la oportunidad de recuperar el optimismo y la fuerza».

Pese a las prisas y al calentón que llevó al consejo a pensar de un segundo para otro en que había que echar a Aira -«no se había planteado en semanas anteriores», confesaba el presidente-, Abarca dijo un «no» más que rotundo cuando se le preguntó si esta decisión parece más de un grupo de aficionados que de un consejo de administración.