El UCAM Murcia ofreció una muy buena imagen en el Palau Blaugrana, donde puso en serios problemas a todo un FC Barcelona Lassa, que esperaba solucionar esta jornada por la vía rápida y sin tener que sufrir desgaste por las importantes citas que le vienen por delante, pero acabó teniendo que tirar de sus titulares y su arsenal para darle la vuelta a un partido que los de Katsikaris tuvieron controlado durante muchos minutos.

De hecho, ya desde el inicio, la declaración de intenciones murciana fue clara y pilló a contrapié a un Barcelona que esperaba encontrar mucha menos resistencia en defensa y mucha menos paciencia en ataque de la que hizo gala el conjunto visitante.

Pascual cargó el juego sobre Tomic, a quien Katsikaris puso delante a Arteaga para que no se cortara a la hora de pararle como fuera, trabajo con el que continuó Lishchuk. Esto pareció desconcertar al talentoso balcánico, que se quedó fuera del partido, al igual que el resto de sus compañeros, cuando se veían con pocas opciones de anotar, inferiores en el rebote , y cediendo al ataque y al ritmo lento de partido que había impuesto el UCAM Murcia.

El marcador evolucionaba de manera escandalosamente lenta hasta el final del primer cuarto (7-11; 7-14; 11-16), pero siempre a favor visitante. El hecho de ver al Barcelona en 11 puntos en el primer cuarto sorprendió a propios y extraños, mientras el Palau se mostraba silencioso y sorprendido ante lo que estaban viendo.

Más de uno debía pensar en la grada que los primeros diez minutos se quedarían en anécdota tras una pájara local, pero el UCAM empezó con más fuerza y determinación el segundo cuarto y, tras dos tapones que dieron paso a dos triples consecutivos de Wood, superó los diez puntos de ventaja (11-24), renta que mantuvo sin complicaciones gracias a un Faverani arrollador en el poste bajo, anotando 11 puntos y sacando faltas a cuanto interior se le ponía delante. Arroyo y Doellman mejoraron la cara azulgrana en ataque, y contribuyeron a que el UCAM Murcia no se fuera al descanso con una ventaja escandalosa mientras ejecutaba su plan a la perfección (33-42).

Los primeros síntomas de vida locales llegaron con las serias alarmas que encendían el hecho de que el UCAM Murcia siguiera con más de diez puntos de ventaja y ahora acertando de nuevo en el triple (36-48) y con Antelo y Rojas reboteando e incluso anotando en segunda oportunidad.

El partido se convirtió en un ir y venir en el que tan pronto el Barça se acercaba (42-48), como veía alejarse de nuevo a cerca de la decena de puntos a su rival, que de una manera u otra acababa encontrando la manera de hacer daño a una defensa no totalmente comprometida con el partido (44-53).

Pero contener y dominar al Barcelona en su casa va aparejado a cierta cota de desgaste que empezaba a hacer mella en la base del plan de partido visitante. Pascual tenía su disposición un gran número de recursos que entraron en juego (Perperoglou y Doellman, por no ir más lejos), mientras que el UCAM Murcia no encontraba continuidad a su buen hacer ofensivo en cuanto Faverani, Campazzo o Antelo no estaban en pista. Wood se apagó, Benite pasó por el partido tan inocuamente como suele en los últimos tiempos y Cabezas y Kelati no resultaron factores diferenciales.

Sumado a que el Barça celebró su mayor efectividad defensiva con confianza en ataque, a lo largo de la segunda mitad del tercer cuarto fue ganando terreno hasta conseguir su primera ventaja del partido (56-55), con la firme determinación de no soltar la ventaja que tanto trabajo les había costado adquirir ante un rival sorprendente.

El 59-57 con el que empezó el último cuarto parecía un marcador más abierto de lo que en realidad era, puesto que el esfuerzo defensivo había hecho caer un buen número de faltas del lado visitante, tanto en el cómputo general como en el particular del último parcial. Así, el UCAM se veía extraordinariamente condicionado en defensa por el peligro de perder jugadores importantes por faltas y, además, provocando que a cada contacto el Barcelona fuera al tiro libre.

Y lo cierto es que, el criterio arbitral, más aún en casa de un grande como el Barcelona, castigó cualquier amago de defensa intensa de los murcianos, que no tenían más que ver como desde el tiro libre el Barcelona salvaguardaba su triunfo de una manera bastante poco elegante, pero sí efectiva.

A pesar de que acciones de José Ángel Antelo, Faverani o Facundo Campazzo daban a entender que el UCAM iba a vender cara su piel (65-63; 70-66), ya no quedaba margen más que para un milagro que no se produjo, y certificando el triunfo por 77-71 de los catalanes ante un UCAM Murcia que al menos salvaguardó su dignidad.