Javier Marco, presidente del FC Cartagena, explicaba el pasado lunes a LA OPINIÓN que la liquidación del club, en el caso de que llegara, es «el precio que hay que pagar por haber hecho las cosas mal en otros momentos», sin embargo, añadía que «con una liquidación se abren otras puertas». ¿Cuáles?, pues a 'rey muerto, rey puesto', o lo que es lo mismo, enterrar el pasado para pensar en el futuro con otro club y la misma categoría.

El plan B planteado por los dueños del conjunto cartagenero es la compra de una plaza en Segunda División B para la temporada que viene.

Los mandatarios del conjunto albinegro bucean en el conjunto de equipos que militan en la Tercera División murciana con opciones a jugar la fase por el ascenso, para ver qué posibilidades existirían de que alguno de ellos, en el caso de que no ascendiera, quisiera adquirir la plaza en Segunda B y además convertirse en un nuevo club de la categoría para la ciudad de Cartagena.

Aunque la jugada pueda parecer rocambolesca, la alternativa es viable y surgiría un club para la ciudad en la misma categoría que el FC Cartagena pero con deudas cero, saneado y con otras perspectivas sin el peso de los acreedores sobre sus espaldas para seguir creciendo.

Suele ser habitual que unos cuantos equipos de cada grupo tengan dificultades para mantenerse, por no poder hacer frente a los pagos con sus futbolistas, de ahí que cada año se observe la subasta de plazas de aquellos equipos que desaparecen por otros que bien acaban de descender, o que quieren para sus filiales un puesto en la categoría de bronce. La Roda , por ejemplo, pescó una plaza en Segunda División B «in extremis» esta última temporada. Fue como consecuencia de la renuncia del Puertollano a competir en Segunda División B, un derecho que había conseguido en los terrenos de juego. La crítica situación económica del club puertollanense permitió a La Roda comprar la plaza de Segunda División B por 200.000 euros a la Federación Española.

La actual situación económica de muchas entidades de Segunda B es crítica y serán de nuevo unos cuantos los no puedan asumir los costes que supone jugar aquí y sean descendidos administrativamente por impagos o que directamente renuncien a mantenerse en la competición. Es más, si el FC Cartagena es liquidado, su plaza quedará expuesta a esta situación, la adquisición por parte de otra entidad deportiva de la misma.

El criterio seguido por la RFEF

Según la normativa de la RFEF, los criterios para la adquisición de un puesto en Segunda B son los siguientes:

El derecho de ascenso lo tendrán los equipos que, estando adscritos a Tercera División, satisfagan la cantidad económica que la RFEF establezca, que consistirá en la suma de la cantidad fijada como deuda por la Comisión Mixta RFEF-AFE más las posibles cantidades adeudadas a técnicos, con resolución federativa firme, a la propia RFEF y a las Federaciones de ámbito autonómico. La cantidad resultante se dividirá entre el número de equipos descendidos por impago.

Una vez fijado el importe a satisfacer por cada vacante, y antes de los tres días siguientes a la resolución de descenso, la RFEF emitirá circular a fin de que los clubes interesados manifiesten su interés en cubrir la vacante en los tres días siguientes.

El derecho a ocupar las vacantes se determinará por la RFEF, ponderando las circunstancias concurrentes, por el siguiente orden y atendiendo a los siguientes criterios:

a) El equipo de Tercera División de la misma Federación de ámbito autonómico a la que pertenezca el equipo descendido por impago; b) El equipo descendido de Segunda División B de la misma Federación de ámbito autonómico a la que esté adscrito el equipo descendido por impago; c) El resto de equipos de Tercera División y d) El resto de equipos descendidos de Segunda División B.

Los propietarios del FC Cartagena aseguran, no obstante, que en estos momentos su camino es otro, el de la supervivencia de la entidad, que para eso han luchado para que se produjese el concurso de acreedores. «Es muy complicado, hemos entrado en la guerra», esgrime Marco, a la vez que añade que «no nos queda otra que pelear por la supervivencia del FC Cartagena y si alguien nos ve que no luchamos para lograrlo, que nos critiquen. El concurso de acreedores nos da algo de esperanza para mantenernos».