­Es indiscutible, y a los números nos podemos remitir, que el efecto Palomeque no ha generado ni mucho menos el resultado que todos esperaban y deseaban. El entrenador algareño fue fichado a finales del pasado año y presenció en el palco el último encuentro de liga de 2014, el empate que el FC Cartagena cosechó ante el Real Jaén. Tras la vuelta de las vacaciones navideñas se puso manos a la obra y hasta entonces, el técnico se ha sentado en el banquillo en ocho encuentros, con un balance de seis derrotas, un empate y una única victoria. O lo que es lo mismo, cuatro puntos de los 24 jugados, un 17% de los mismos.

Está claro que cuando un técnico llega en plena temporada es porque las cosas no funcionan todo lo bien que deberían en el equipo, pero para Palomeque no ha sido ni mucho menos un camino de rosas desde que aterrizara en el banquillo albinegro hasta este momento. El preparador lleva una cruz muy pesada a sus espaldas y además, lejos de que alguien le ayude a soportar el peso, cada vez encuentra más obstáculos en su camino, piedras, socavones, empujones y desencuentros, lo que colaboran a que este equipo que cogió undécimo, a tres puntos del descenso, se encuentre ahora a dos de la salvación.

Palomeque fue llamado por Florentino Manzano mucho antes de que aceptase el cargo. En un primer momento dijo que no, porque no quería ser una marioneta de Julio Ribas en el banquillo. Finalmente, cuando aceptó el cargo, solo puso dos condiciones para empezar a trabajar. La primera es libertad total en sus decisiones, algo que parece que se le ha respetado hasta ahora. La segunda fue que quería que los jugadores estuvieran cada mes al corriente en el cobro de sus nóminas. Este punto ha marcado en gran medida el deambular del FC Cartagena durante el mes de enero.

El dueño no fue capaz de conseguir el dinero para abonar las mensualidades pendientes a tiempo y el equipo ha arrastrado dos nóminas desde entonces. Esto ha generado problemas extradeportivos en el equipo, muchos fueron los que pidieron salir en enero, ante el temor a no cobrar ni un euro más hasta el mes de junio. La insatisfacción generalizada de los jugadores se veía en el campo. Como un equipo que a veces perdía los valores fundamentales que pretende inculcar el técnico: trabajo, solidaridad, ambición y concentración. El plantel anduvo perdido mucho tiempo, en el vestuario se hablaba más de si les pagaban, si se negaban a jugar o si no querían continuar.

Esto ha derivado en la salida de varios jugadores. Nacho Neira y Pallarés cambiaron de aires al no estar a gusto y el problema surgió cuando el FC Cartagena no los pudo sustituir al tener los derechos federativos suspendidos -una denuncia presentada por Diego Segura por impago así se lo impide-. Con dos menos en el equipo y varios lesionados o sancionados cada semana, a Palomeque le ha costado un mundo formar un once inicial en condiciones. Baste el ejemplo del encuentro ante La Hoya Lorca. Con dos sancionados -Tarantino y Arcas-, un lesionado -Ribas- y dos jugadores que se habían ido -Pallarés y Neira-, tuvo que componer un once con los 11 jugadores de campo que le quedaban y cuatro jugadores del filial. Siempre ha tenido que recurrir a dos o tres futbolistas del filial para completar las convocatorias, al no tener más efectivos.

A esta grave situación se le unía la baja de Abenza, quien no resistió la presión tras unas declaraciones de su entrenador pidiendo compromiso y se marchó hace dos semanas.

Después de que el equipo caía en picado a puestos más cerca del descenso, Palomeque requirió los servicios de su amigo el coach Juan Cayuela. Pero se ha descubierto otro grave problema de concentración en los jugadores. Nueve expulsiones en once encuentros han dinamitado su trabajo en este periodo. Algunas de ellas ´infantiles´, que han facilitado perder encuentros como ante el UCAM Murcia, La Hoya Lorca, Sevilla Atlético o el empate ante el Cacereño.

Palomeque, en una entrevista que compartió con los lectores de LA OPINIÓN, aseguraba que no va a huir, que seguirá aquí hasta que lo dejen. Tiene claro que hay equipo para más, pero los sobresaltos deportivos y extradeportivos no le han dado ni un segundo de tranquilidad. Necesita ganar para que la plantilla refuerce la confianza en el trabajo del entrenador y los aficionados, que siguen siendo sus incondicionales, así lo vean también.